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jueves, 26 de diciembre de 2024

La Navidad es compañía


Según se comenta en las noticias, la venta de paquetes vacacionales había aumentado notablemente esta Navidad. Y es que, echando mano de todo tipo de argumentos, cada vez son más los que prefieren desmarcarse de las fiestas y pasar estos días en modo ermitaño, practicar el ayuno intermitente en un spa de lujo o irse a la otra punta del mundo.


Que si hay que descansar del comienzo del curso escolar, que si mis huesos necesitan un clima cálido y tropical, que si la distancia es el olvido y se hacen más llevaderos los recuerdos dolorosos, que me lo ha recomendado el terapeuta de turno, que no quiero escuchar ni una vez más Mi burrito sabanero, que es una buena oportunidad para conocer otras tradiciones o que este año le tocaba decidir a mi pareja. Cada quien que elija su excusa.
Y digo excusa porque a pesar de esta supuesta libertad de elección, el quid de la cuestión está en no saber gestionar los vínculos con los demás, aunque esto repercuta en su salud mental (ya saben, sociología pura y dura). Pues si bien es cierto que Papa Noel, el roscón de Reyes, el alumbrado navideño, esos jerséis horrorosos del Shein y todo el consumismo que se respira estos días son modas relativamente recientes, la verdadera esencia navideña se construye gracias a reuniones con familiares, amigos y conocidos.


Desde la antigüedad, griegos, egipcios y romanos realizaban celebraciones para conmemorar el solsticio de invierno. En nombre de Ra o Apolo, los seres humanos festejaban el fin de una época oscura esperando que los días se alargasen. Adoptado por el cristianismo, este ambiente festivo se orientó hacia el nacimiento del Mesías, otra luz divina, y entre unos y otros, parientes y allegados departimos durante los días fríos en torno a la mesa, el único símbolo que perdura.
Por esta razón y para todos esos que se alejan de la Navidad y se esconden de los demás a unos cuantos kilómetros de distancia, van tres libros donde la compañía es el santo y seña.


Empezamos con Bim Bam Bum, el libro de María Girón que se ha hecho con el premio Compostela para álbumes ilustrados. Publicado por Kalandraka estos meses, nos cuenta la historia de Bim, Bam y Bum, un grupo de amigos que se dirigen a la playa. En su camino recogen a Cata, que se une a ellos montada en su bicicleta. Luego aparece Plas, que se lleva su equipo de buceo y más tarde Chim con su monopatín. ¿Cuántos amigos más se apuntarán al plan?


Recién añadido a mi selección de libros playeros, este álbum tiene recursos más que interesantes para encantar a prelectores y primeros lectores. En primer lugar los juegos lingüísticos, un clásico básico de estas obras que, con estructura de retahíla penetran en el acervo infantil. En segundo lugar esa cabalgata hipnótica de personajes llenos de detalles en los que detenerse. Tampoco se nos puede olvidar la ruptura del marco de lectura a cargo de un oso muy jocoso (imprescindible para sacarte una sonrisa). Y por último, el carácter de una obra coral tan entrañable como disfrutona.


Seguimos con ¿Cuánta gente se necesita…?, un álbum de Anna Font publicado también por Kalandraka. En este libro de preguntas y respuestas, nos encontramos con un sinfín de situaciones que nos dejan entrever lo necesarios que son los demás en nuestra vida, no solo para las cosas buenas, sino también para las malas (punto a favor de una autora que ha dejado el buenismo de lado).



Una de las cosas que me ha encantado es ese recurso típico de los libros de adivinanzas en los que la respuesta está puesta al revés y en una tipografía más pequeña. Esto favorece la lectura en voz alta y la interacción de un lector espectador que, acompañado por imágenes de formas angulosas y colores alegres, reflexiona sobre unas preguntas en las que caben diferentes respuestas. Un libro entrañable, honesto y con muchas notas de humor al que todo el mundo le puede sacar partido.


Para terminar les traigo Tortilla de arándanos, un libro escrito e ilustrado por Charlotte Lemaire y que ha sido publicado en castellano por La Topera, esa editorial pequeñita que se atreve con libros muy especiales.
Todo empieza con la invitación de Claudie, una niña que quiere agasajar a sus nuevos vecinos con una tortilla de arándanos. Y allí que acuden Grandioso y el ciervo. Mientras Claudie les muestra la casa, unos reyezuelos hambrientos devoran los arándanos y dejan a los tres amigos sin ingrediente principal para la merienda. Pero Grandioso, un oso con muchos recursos, los lleva hasta un lugar muy especial donde crecen muchos frutos silvestres. ¿Lograrán disfrutar de la merienda prometida?


Con unas ilustraciones explosivas y brillantes, la autora francesa nos embriaga. La verdadera protagonista es la naturaleza. Narcisos, violetas y tulipanes, fresas arándanos y frambuesas. El derroche de color nos traslada a una primavera eterna en la que el lector-espectador quiere disfrutar en compañía de unos personajes tan ocurrentes como simpáticos.


Sorpresas que activan la línea argumental, figuras desproporcionadas que magnifican el efecto visual y un humor impregnado de la inocencia infantil, son recursos narrativos que bien valen una (o mil) lecturas. ¡Ah! Y no se olviden de disfrutar de las tortitas de arándanos, su sabor es tan cálido como el de la misma compañía!

viernes, 29 de noviembre de 2024

Humor que divierte y engancha


Mira que me gusta un libro divertido. Y si es después de una semana como esta, mucho más. No entiendo el empeño de los llamados agentes culturales en ponerse trascendentales e intimistas. Si lo que necesitamos los seres humanos es algo de cachondeo para enfrentarnos a las miserias cotidianas, ¿por qué no nos dejarán reírnos sin mesura? Hasta se han inventado un tipo de humor para aburrir a las piedras. Dignificación, corrección política, impostura… Solo hay que ver los "late night" de moda. Para cortarse las venas...


¡Ya basta, caris! Yo lo que necesito es un libro como el de hoy, con mucho ritmo, situaciones absurdas, jocosas, humanas e ideal para celebrar el Día de las bibliotecas. Imaginen: una auxiliar le entrega el mando de la Biblioteca Nacional a un cerdo un tanto cobarde. A partir de ahí, todo es pura fantasía. Una panda de borrachos y bandarras, esa araña tocapelotas, personajes de cuento hechos un asco, limpiadoras en huelga, una ola de frío polar (como la que necesitamos), mucha escatología, mala educación y hasta un paro cardíaco. No falta de nada. Ni siquiera versos, rima consonante, consejos bibliotecarios y guardas epitextuales. ¡A disfrutarlo!


[…]
Érase un día azotado por el viento,
érase un día de clima turbulento,
érase un día tan frío que pelaba,
que llovía, nevaba, granizaba.

Cerraron calles, colegios, parques,
quedaron en casa los estudiantes,
salvo un gorrino cabeza hueca
que, sorprendido por la tormenta,
buscó refugio en la biblioteca.

Allí la encargada, una tal doña Socorro,
lo recibió con guantes, abrigo y gorro.
-Me voy –dijo-, que tengo jaqueca.
¿Cuidarás hasta las cinco de la biblioteca?

Aceptó el gorrino la propuesta
y partió doña Socorro toda presta,
dejándole con una araña peluda
que hojeaba un manual de costura.

Era el gorrino muy dulce y obediente,
pero también, ha de decirse, poco valiente.
¿Es necesario, pensaréis, ser aguerrido?
¡Cuidar de los libros es pan comido!

Veréis, todo iba a pedir de boca
hasta que entró en la sala una oca
liderando a una banda de cretinos
que venían de una cata de vinos.
[…]

Marta Azcona.
En: Desventuras de un cerdo colosal en la Biblioteca Nacional.
Ilustraciones de Anna Font.
2024. Barcelona: Takatuka.


sábado, 20 de abril de 2024

¿Libertad? ¿Dónde?


Lo que más me gusta de este blog, es que puedo decir lo que me apetezca. No sin consecuencias, claro está, pues ya saben ustedes que, quien dice lo que no debe, oye lo que no quiere. Y yo no voy a ser menos. La independencia tiene esas cosas y uno tiene que sopesarlas previamente.
Hay gente que prefiere cerrar el pico y seguir medrando a la chita callando. Y otros que, opinando, nos ponemos la soga al cuello sin haber dicho tanto. Todo depende de nuestras convicciones y de lo dispuestos que estemos a limpiarnos el culo con ellas. También del tacto y las intenciones, pues a veces hablamos sin maldad, por mero divertimento, y la piel fina de los demás nos juzga sin piedad.
Por mi parte, odio la tibieza, a ese tipo de personas que juegan en todos los bandos. No te miran a la cara, dicen y se desdicen, corruptos y taimados, tan esclavos y abundantes... Prefiero mi canto aunque suene vulgar. Al menos trina en libertad.

Cuando una canción
sale de un pico,
de un hocico
o de una boca,
nadie puede sospechar
lo que ocurre
con sus notas.

Podrían pasar de puntillas,
invisibles,
como si tal cosa.
O podría suceder
que se vuelvan contagiosas.

Quién sabe qué decía
la canción del pájaro toc.
De lo que no hay duda
es que su canto
sobrevoló cada rincón.

Y es que,
si la tonada
es pura y verdadera,
no hay muro que la detenga,
ni rejas
ni barreras.

Fran Pintadera.
La canción que voló.
En: La canción del pájaro toc.
Ilustraciones de Anna Font.
2024. Barcelona: Akiara Books.


martes, 26 de diciembre de 2023

¡Dichosa sea la imaginación!


Vacaciones. Los críos tienen todo el tiempo del mundo para dormir, leer o jugar. Y sin embargo, se aburren como ostras. Una tendencia muy curiosa teniendo en cuenta que ni ellos son capaces de tener ideas con las que enredar el tiempo, ni sus padres se encuentran operativos para proponerles alternativas. Nadie sabe ingeniárselas. Y lo peor de todo es que he llegado a oír que muchos están deseando volver al colegio…
Todo esto es bastante comprensible. Teniendo en cuenta que los hijos únicos abundan más que nunca, que los padres tienen muy poco tiempo (o eso dicen los padres mientras lo invierten en el móvil) y que les conceden todos los caprichos (tengo alumnos que con catorce años han viajado más que yo) y nada les resulta novedoso, no me extraña.


Parece ciencia ficción, pero en absoluto. Creo que sería una idea excelente privar a los niños de tanta retribución. No para que se frustren y sufran una depresión galopante, sino para que empiecen a valorar lo que no tienen y empiecen a generar deseos reales y alcanzables. Una especie de bullicio interior que pueda explotar el día de mañana cuando ellos mismos saquen la varita mágica de la cartera y se los concedan gustosos gracias al sudor de su frente.
Y si además le dan a la manivela de la imaginación, mucho mejor. Inventar, crear, descubrir, planear o fantasear con uno mismo. Cualquier verbo que lleve implícito un poco de ingenio es bienvenido en este post vacacional y navideño en el que, en vez de estar todo el día con esos videojuegos terroríficos o emulando a la protagonista de Paseando a Miss Daisy, bien les valdría leer los libros de hoy y tomar ejemplo.


El primero es La visita, el flamante ganador de la última edición del Premio Compostela para álbumes ilustrados convocado por el consistorio gallego y la editorial Kalandraka. En él, Núria Figueras y Anna Font nos cuentan la historia de un pequeño zorro al que su madre deja solo en casa mientras ella se va en busca de alimento. Afuera cae la noche y el animal tiene miedo. No abrirá a nadie. Pero de repente llaman a la puerta. Es el silencio y como el zorro siente una enorme curiosidad, le deja entrar.


Así comienza una historia en la que los temores infantiles y el interés por lo desconocido bailan al unísono para crear un alegato al autoconocimiento, al diálogo interior y al juego de las dobleces. ¿Qué niño no se ha encontrado charlando animadamente con diferentes personalidades en un mismo cuerpo? ¿Poniendo voces, contextualizando situaciones?


La segunda propuesta de hoy se titula Encuentro al atardecer, un álbum de Sergio Andricaín y Roger Ycaza que ha publicado Océano Travesía los últimos meses. En él nos encontramos con un chavalín que juega en la soledad de su cuarto. De repente, una niebla cubre el espejo y comienza a hablarle. Es Dum, el fantasma que habita en la casa de Manuel. La amistad es inesperada y aguarda en cualquier baúl.


Amarillo, negro y blanco. Tres colores se combinan en un libro donde el dinamismo nos envuelve como por arte de magia mientras pasamos las páginas y hundimos nuestra nariz en ese humo que llena las guardas. Podríamos decir que texto e ilustraciones presentan cierta disyuntiva, pero quizá sería más apropiado hablar de la magia de lo equivoco, de lo que parece y no es, un sutil juego del que también forma parte el lector.