Se acerca mi cumpleaños y he creído conveniente regalarme unos cuantos libros. Cosa muy extraña en mí teniendo en cuenta que el papel impreso me sale por las orejas. Un capricho nunca viene mal, sobre todo si se trata de libros con cierta enjundia que es difícil conseguir en nuestro país. Álbumes de importación que en este caso proceden de Francia, concretamente de Estrasburgo, localidad alsaciana donde desarrolla su actividad la casa Éditions du livre, una pequeña editorial que cuida mucho su catálogo, sobre todo el libro de artista y el álbum gráfico. Así que aprovechando que algunos títulos estaban de oferta, me he agenciado cuatro.
El primero y al que le tenía el ojo echado desde hace mucho tiempo, es el Hello Tomato de Marion Caron y Camille Trimardeau. Este artefacto (¿Lo podemos llamar álbum? Ahí les dejo la pregunta…) es una delicia para los sentidos pues nos invita a manipular, adivinar y sorprendernos con un leporello de páginas impresas en uno o varios colores combinados de diferentes maneras, que se acompaña de unas tarjetas inmaculadas donde un troquel ha dibujado siluetas de un montón de frutas y hortalizas. Y es que lo bueno de este libro-juego (que así lo llamarán muchos), es que necesita de la combinación de ambos soportes para dar lugar a esos productos de origen vegetal que los primeros lectores ven en el supermercado y saborean a diario.
Un total de 25 tarjetas que invitan a descubrir mangos, arándanos, tomates, puerros, plátanos, judías o pimientos. Un pasatiempo que a modo de puzzle o juego de adivinanzas puede desbordarse encontrando nuevos elementos (¿Un tulipán o un árbol?) o formas creativas insospechadas donde los transgénicos pueden ser los protagonistas (¿Alguna vez han visto un tomate marrón o una seta verde?). Un producto para toda la familia con el que conocer nuestro entorno más próximo y deleitarse con una idea atemporal y muy bien traída.
Otra de mis adquisiciones ha sido Birds de Damien Poulain. Con este boardbook, el autor francés se corona gracias a un lenguaje visual donde la geometría y los colores complementarios son los protagonistas. Así, utilizando triángulos, círculos y paralelepípedos y una gama cromática formada por amarillos, morados, rosas y tostados, crea en cada doble página composiciones que recuerdan a las caras de las aves.
Empleando como eje de simetría la intersección de la doble página y echando mano de solapas móviles (divide cada página en dos), da vida a un álbum dinámico donde el lector puede encontrar representadas cincuenta aves diferentes.
El juego móvil, el tamaño de la doble página y el ejercicio fantástico, lo transforman en un libro único en el que perderse durante horas. A modo de máscaras, de inspiración totémica o como búsqueda de coincidencias reales (¿Han visto al búho, al avestruz y a la cigüeña? Yo sí… Así que pónganse las pilas con la ornitología) es un libro estupendo que cualquiera debe conocer.
Para terminar, he de hablar de dos libros de Fanette Mellier, una diseñadora gráfica formada en la Escuela de Artes Decorativas de Estrasburgo cuyo trabajo oscila entre el libro de artista y los proyectos experimentales sobre la producción en serie y las técnicas de impresión industriales. Así, el diseño gráfico se transforma en un medio artístico de primera magnitud y deja de ser un simple vehículo de ejecución. Si bien es cierto que había un tercero que me hacía tilín (Aquarium, por si lo quieren ojear y disfrutar con las transparencias), he tenido que elegir estos dos (el presupuesto era el que era y había que ceñirse a él) que pueden constituir buenos ejemplos de su idiosincrasia creativa.
El primero es Matriochka, un álbum muy singular que ya había visto en el Instagram de Elena Detalleres y disfrutado en directo gracias a Piu Martínez en las últimas jornadas de LASAL. Este libro de pequeñas dimensiones (6,5 x 8,5 cm) con tapas completamente enteladas (moradas, rojas o azules, depende de la edición) y con una impresión en relieve de una matrioska entreabierta que nos invita a entrar en él, es una maravilla por diferentes razones.
En primer lugar, nos habla de la simbología que encierra el conocido juguete ruso. Mujeres que dan a luz a otras mujeres, la maternidad y la fertilidad, el relevo generacional y la familia por un lado, las diferentes fases en la vida de cada persona y el viaje hacia el autoconocimiento, por otro. En segundo lugar, porque es un ejercicio de impresión exquisito que combina cuatro tintas y una pátina dorada para dar vida a dieciséis muñecas rusas. Figura que se encogen conforme pasamos las páginas hasta llegar a la última que mide apenas 3 milímetros de altura.
Así, Fanette Mellier nos invita a disfrutar de esta familia tan variopinta, buscar los patrones de color que configuran cada generación, usar la lupa para ver los detalles y hacernos preguntas (¿Por qué los elementos dorados no aparecen en todas las páginas? ¿Acaso se saltan una generación? ¿Como los caracteres ligados al cromosoma X?).
El otro libro de esta autora que he adquirido ha sido Panorama, un álbum con mucha enjundia que se basado en la cabaña que Fanette Mellier y su marido tienen a las afueras de París. Con formato italiano (se abre hacia arriba y no hacia la izquierda), este libro nos invita a adentrarnos en una experiencia un tanto intrigante gracias a una tapa de color azul cobalto sobre la que se aprecian el título y unos detalles más o menos reconocibles. Una luna, un globo, un gato o una taza que, aparentemente, se disponen de manera caótica sobre ese fondo uniforme e inquietante. Un misterio que se desvela en cuanto abrimos el libro y nos encontramos con la misma escena: una casa de grandes ventanas rodeada de un jardín y un vasto paisaje donde se encuentran situados los detalles que hemos visto en la portada y en lo que debemos fijarnos en el trascurso de la acción. Porque, a pesar de que la escena parezca repetirse veinticuatro veces, esos detalles y los cambios en la gama cromática nos irán contando pequeñas historias que se suceden a lo largo del día.
Lo que a primera vista parece un paisaje inanimado, oculta multitud de variaciones más o menos sutiles. La evolución de la luz, los cambios en la paleta de color, un reloj que avanza, la taza que se llena y se vacía, la vela que se derrite, un libro que empieza y acaba o la rana que salta nos hablan del paso del tiempo (N.B.: Vean también su Dans la lune) y de la vida que se abre camino. Es ahí donde interviene el espectador curioso que encuentra el sentido y busca las diferencias entre una página y la siguiente, que construye en su mente escenarios y situaciones desconocidas, que conecta unos hechos y otros para crear un vínculo entre las ficciones y su misma evolución. Sí, queridos melones, el título no es más que un engaño, pues lo que parecía un vistazo general, se ha convertido en un cúmulo de microhistorias que pueden tener o no un mismo hilo conductor. Depende de ustedes encontrarlas y disfrutarlas o rendirse a las panorámicas de luz y color.
Decir también que la editorial adjuntó en el envío el cuaderno para colorear que se editó con motivo de la exposición que sobre este libro se realizó en el centro de arte contemporáneo Passarelle de la ciudad de Brest, un obsequió que tanto yo, como los pequeños lectores que lo recibieron, agradecimos soberanamente, ya que da buena cuenta de cómo lo ficcional se desborda en nuevos productos que ayudan a interiorizar la idea lanzada por la artista al tiempo que invitan a la creatividad y la reflexión
No hay comentarios:
Publicar un comentario