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jueves, 5 de enero de 2017

Carta abierta por la conservación del fondo bibliotecario: Las tres reinas magas.

 

Un lugar de Oriente Medio, 4 de Enero de 2017

Querido Román:
Gaspar, Baltasar y un servidor esperamos que hayas comenzado el año con buen pie. Nosotros muy liados, como puedes imaginar. Entre que el trabajo siempre se nos acumula a última hora y la difícil situación que estamos viviendo por estos lares durante los últimos tiempos, no sabemos muy bien si seremos capaces de cumplir todos los sueños...
Te escribo porque no sé cómo ha aparecido esta carta en las sacas de nuestros pajes. Creo que ha sido un error. Habla de unos libros de poesía preciosos que había en la biblioteca pero ya no están... Te habrás confundido de destinatario. Te la hemos enviado por vía urgente, así que, si la encuentras llena de escarcha sobre la repisa de tu ventana, no te alarmes: ha sido un ángel.
Como no hemos encontrado ninguna carta tuya más, no sabemos qué llevarte, pero seguro que alguna tontería cae en tus zapatos mientras nos calentamos el gaznate con esa mistela tan rica que sueles dejarnos.
Deseando que termines la Navidad con mucha salud y felicidad, se despiden con un abrazo,

Melchor, Gaspar y Baltasar


Albacete, 15 de Diciembre de 2016

Estimado/a Sr./a.:
Mi nombre es Román Belmonte, usuario habitual de la Biblioteca Pública del Estado de Albacete. Le escribo la presente para hacerle llegar una queja formal acerca de la gestión del fondo infantil de la misma.
Hace un par de días me vino a la cabeza Las tres reinas magas: Melchora, Gaspara y Baltasara, un libro de Gloria Fuertes publicado por la ya extinta editorial Escuela Española e ilustrado por Ulises Wensell. Sabía de antemano que ese libro se encontraba, junto a bastantes otros títulos de dicha colección, en las dependencias de la sala infantil de la citada biblioteca. No obstante preferí comprobar la ubicación en la base de datos sita en la página web. Mi sorpresa fue mayúscula cuando en ella, no sólo no aparecía ese título, sino que no aparecía ningún otro de la citada colección. Dado que muchas veces pueden existir errores, decidí acudir a la biblioteca y preguntar directamente a los auxiliares de biblioteca. Efectivamente ningún titulo de dicha colección estaba disponible, ni en la sala ni en el depósito, y se me confirmó que habían sido dados de baja, es decir, eliminados del fondo de la biblioteca. Pregunté a la auxiliar que me atendió que si era posible hablar con el responsable de la sala infantil, a lo que me respondió que no por encontrarse el citado funcionario de baja. Le pedí que me explicara qué criterios seguían para dar de baja un libro y qué hacían con ellos tras la decisión. Ella, amablemente, me respondió que se tenían en cuenta criterios como que no fueran de interés general, el número de préstamos que habían recibido, o el espacio disponible en el depósito. Después del proceso, los libros se podían ofrecer a la Red de Bibliotecas Municipales o a entidades sin ánimo de lucro como Cáritas o Cruz Roja. Tras esa charla me acerqué a la Red de Bibliotecas Municipales que gracias a su “Sección de programas” tienen a buen recaudo una excelente colección de joyas infantiles, y nada, a ellos no se les había ofrecido esos títulos... Así que, cabizbajo, me dirigí a una librería de viejo y segunda mano, y, aunque hurgué en las estanterías topándome con muchos libro que llevaban el código de barras y la signatura de la citada biblioteca, no encontré ni el más mínimo resplandor de los libros que buscaba. ¿En qué estantería estarán...?
Soy consciente de que no sé cómo funciona una biblioteca, tampoco los problemas que la acucian, ni cómo se gestiona el depósito de una, pero lo que todavía no puedo comprender es cómo el personal que está al cargo de la sala infantil no sabe apreciar el valor, no sólo monetario (sobra con echar mano de internet para dar buena cuenta del precio que han alcanzado estos libros), sino cultural, de una colección con la que han aprendido a leer, han reído y han soñado muchas generaciones de niños.
No son las cuitas de un nostálgico, no, sino las de alguien que pone en valor una colección única. Era única porque reunía gran parte de la obra de la mayor poeta para niños que ha dado este país en toda su historia y cuyo centenario celebramos este 2017. Era única porque muchos de esos libros aglutinaban el trabajo de algunos de los mejores ilustradores nacionales como Ulises Wensell, Miguel Ángel Pacheco, Tino Gatagán o Jesús Gabán. Era única porque ha transcendido a pesar de los años. Era única porque dichas ediciones ilustradas no se han vuelto a publicar.
Esos libros -que sí, que estaban encuadernados en tapa blanda y que parecían barajas de naipes- podían haber tenido otro fin que no fuese contribuir a la especulación en las tiendas de segunda mano (algo que por parte de una institución publica llama mucho la atención) o a engordar el mismísimo cubo de la basura. Se deberían haber contemplado otras opciones para no perder unas páginas que bien podían haber sido utilizadas para conmemorar el nacimiento de Gloria Fuertes durante este año que comienza. La pena es que ya no hay marcha atrás...
Hablar de atentado contra el patrimonio cultural me parece excesivo ya que espero que haya otras instituciones que sí velen por la literatura infantil española, pero sí hay que hablar de irresponsabilidad e incapacidad, tanto personal, como institucional, a la hora de preservar y promover, hoy y en el futuro, la cultura entre la ciudadanía albaceteña, en particular, y la española, en general.
Esperando que estas palabras sirvan para promover una mejora en los procesos de selección del fondo, para desarrollar una mayor formación de los bibliotecarios en ciertas materias y para animar a la conservación de nuestro patrimonio cultural infantil, se despide con un cordial saludo

Román Belmonte


lunes, 22 de septiembre de 2014

De grises a cromáticos


Tras dejarme los higadillos -y la cartera- en la feria, y sufrir un comienzo de curso bastante aburrido (necesito algo más excitante y diferente), aquí regreso tras un verano movidito (tanto por el kilometraje, como por las emociones) en el que mi cabeza ha dejado a un lado letras y problemas, y se ha dedicado a otros menesteres más banales (léase comer, beber y dormir: la columnata del descanso). Y he aquí el resultado: una verborrea no tan aguda como de costumbre (como cualquier vehículo aparcado durante meses, el cerebro necesita su tiempo para arrancar…) y un discurso no tan bien articulado como me gustaría, pero… ¡Empezamos!
Pasados ya julio, agosto y buena parte de septiembre, cogí el mando a distancia y, haciendo un esfuerzo sobrehumano para recordar su funcionamiento, encendí el televisor, constatando una vez más, que la actualidad (en contra de lo que cabe esperar) sigue siendo similar a la de junio: un coñazo. Un crecimiento económico que no llega, la Merkel sigue jodiéndonos, Putin dando por culo, los yihadistas más que Putin, Mas continua a cuestas con la consulta soberanista, nuestro flamante rey pinta menos que una mona, Rajoy gobernando a la gallega, y todo el mundo engrosando las listas del paro. En resumidas cuentas, un septiembre igual de gris que los anteriores…


A pesar de ello, algo me dice que debemos ser optimistas. No por la liquidez que Europa insufla a los bancos, ni por las temibles ideas de Montoro (el amor de este hombre por las clases medias es inhumano), ni por el (des)esperanzador discurso de Podemos, ni por la popular aproximación del tal Pedro Gómez a las clases obreras (manda huevos que haya que hacer uso de “Sálvame” para captar abuelas y analfabetos… ¿por qué no va también a MHYV?), sino por nosotros mismos. Hay que creer en nuestra capacidad para idear, para imaginar nuevas formas de negocio, para revolucionar los campos de la ciencia, de la tecnología, de la empresa, de los servicios sociales, del arte y de la literatura. Se empieza a ver algo de color en nuestras vidas, a tornar el blanco y negro en algo más productivo, algo más especial; un mensaje similar al que El hombrecillo vestido de gris y otros cuentos de Fernando Alonso y con ilustraciones del genial Ulises Wensell, un libro ya clásico (desde que ganara el Premio Lazarillo en los setenta) y  recién re-editado por Kalandraka (creo que han aprovechado para comprar todo el fondo de armario de Alfaguara), hace referencia.
Empiecen bien la temporada lijera y no se lo pierdan.