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jueves, 9 de noviembre de 2023

2000 posts y 15 consejos para fomentar la lectura


Hoy cumplo 2000 posts en este espacio. 2000 notas, artículos, selecciones o monográficos. ¿Se imaginan la cantidad de horas que he pasado frente al ordenador? ¿Se imaginan la cantidad de libros que he tenido que leer, que diseccionar? ¿La de ideas que he tenido que hilvanar? ¿Las tontunas que he tenido que decir? Como mínimo 2000.
Haciendo una recapitulación de todo lo que he hablado en ellos, me he percatado de que nunca les he ofrecido unas píldoras para mediar en el proceso lector de esas criaturas (de 7, 17 y 77 años) que tienen alrededor. Pues eso es lo que voy a hacer hoy (si es que la agenda me deja…).


Tampoco voy a descubrir América, ni les voy a asegurar que aplicándolas vayamos a pasar de la nada al todo. Ya se lo digo yo. Lo verdaderamente interesante es que les echen un ojo y reflexionen sobre ellas para establecer un punto de partida dentro de su mediación lectora familiar, escolar o vital.
Nadie tiene la varita mágica para que otros seres humanos lean, pero sí tiene la llave para entreabrir la puerta de la lectura. Unos entrarán raudos y veloces, otros irán adentrándose paso a paso, y los de más allá (tan abundantes hoy día) la cerrarán de golpe. Pero está claro que alguien tiene que quitarle el cerrojo.
Aquí les dejo estos consejos (o tips, que es el anglicismo de moda). Quince consideraciones que habrán escuchado todos estos años pero que, de un modo u otro, ayudan a inocular el veneno de la lectura en gentes de toda calaña y condición. ¡Allá van!

1. Leer y escribir, hablar y escuchar. Los cuatro verbos forman parte de uno mismo: comunicar. Esto quiere decir que podemos establecer puentes y sinergias entre estos verbos de muy diversas maneras para auparlos mutuamente. Si además tenemos en cuenta que la comunicación también es plural (verbal, corporal o gráfica), las posibilidades de interacción se multiplican todavía más. Obras de teatro, talleres de escritura creativa, programas de radio, películas... ¡Pídanles ayuda con la lectura!

2. Periódicos, revistas, folletos publicitarios, manuales de funcionamiento… Las formas de la letra impresa son muy variadas y todas deben ser contempladas. El camino hacia la lectura comienza de manera instrumental pero puede terminar en otros planos más nutritivos.

3. Acostúmbrate a leer sobre el papel. Si bien es cierto que las pantallas son un soporte igualmente válido, no tienen las mismas características visuales, táctiles, sonoras, ni emotivas.

4. El libro tiene contenido, pero también es un continente. Forma, dimensiones, textura, color, olor, y hasta sabor. Un objeto viene definido, tanto por su uso, como por su materialidad. Ambas son complementarias y de ellas podemos extraer nuevas propiedades emergentes en pro de la lectura.

5. Lee en público y en privado. El ejemplo físico es igual de necesario que el intelectual. No vale decir que lees, cuando nadie te ve. La mentira también pulula entre los lectores farsantes y desacredita al resto de lectores honestos.


6. Crea expectativas frente a un libro, siempre y cuando no exageres su realidad. No intentes endiñarle a cualquiera con una piedra envuelta en un celofán. Duele todavía más. Tampoco destripes un libro por mero entusiasmo: tras un buen aperitivo siempre queremos más.

7. Establece rutinas y/o juegos agradables en torno a los libros. Te ayudarán a establecer asociaciones de ideas y el subconsciente relacionará esos momentos positivos en torno a los libros.

8. Dedica tiempo y espacio de calidad a la lectura. Muy poca gente puede leer en cualquier lugar y a cualquier hora. Cada lector tiene sus preferencias horarias y espaciales. Hacerlo en una biblioteca silenciosa, bajo el sol de la tarde, en el bullicioso parque o bajo las sábanas. Encuentra tu momento y tu lugar para hacerlo.

9. No utilices los libros como vehículo aleccionador. Quizá funcione en ciertos aspectos y en algunos lectores, pero no en otros. Si lo haces, unos cortarán su vínculo con ese libro, si no lo haces, dejarás que todos establezcan su propia hoja de ruta.

10. Habla de los libros desde tu experiencia. Si no lo haces, la impostura desatará la verdad. Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. P.D.: Y por favor, evita el tono afectado, burlesco o impostado.


11. También debes invitar a otros a dar su opinión sobre un libro leído, a compartir su experiencia. Muchas veces la timidez o la falta de locuacidad impiden a muchos lectores expresar las ideas generadas a través de la lectura. Ser paciente, plantear situaciones cercanas y crear vínculos afectivos y/o culturales, ayuda a exteriorizar e interiorizar lo leído.

12. Considerar el discurso de otros, no solo pone el tuyo en una perspectiva plural, sino que apuesta por las diferentes interpretaciones de un mismo libro, te descubre nuevas percepciones con las que comparar la tuya propia, y nos hace a todos partícipes de un logro común, una experiencia coral: mirarnos en un mismo espejo.

13. Si además esas opiniones se intercambian entre iguales, mucho mejor. Al compartir la experiencia con un grupo de gente afín, convierte a los lectores en aliados por la defensa de esa mirada conjunta y caleidoscópica.

14. La libertad es una condición fundamental para la lectura. Si bien es cierto que el verbo leer comienza con una obligación (como todo lo que necesita de esfuerzo), decidir, censurar, juzgar y criticar no tiene cabida en la continuidad y formación lectora. No olvides que cualquier deber acaba convirtiéndose en esclavitud. Sugerir, diversificar, seleccionar, ampliar y regalar son las acciones más deseables para que leer se convierta en afición, y para eso están los mediadores, las bibliotecas y las librerías.

15. Conecta la vida misma con la lectura. Esto es lo que llevo haciendo desde el post número 1 hasta este post número 2000. Si me sigues leyendo, por algo será…


(*) Todas las imágenes que acompañan a este post pertenecen a la ilustradora Andrea De Santis


domingo, 25 de abril de 2021

Neolenguas, compromiso y clases medias: una breve radiografía de las reseñas literarias actuales


Mural del colectivo Pawn Works en un muro del barrio de Pilsen, en Chicago.

Tras un Día del Libro no muy sonado a causa de los daños pandémicos y esa crisis económica que se cierne sobre nosotros, toca hablar de las reseñas que circulan por todo tipo de plataformas.
No voy a decir que mis reseñas sean lo más de lo más, de hecho, ya me gustaría a mí tener el suficiente tiempo para profundizar como dios manda en los libros, a base de lecturas académicas y puntos de vista más especializados. Sí, lo reconozco, a veces me voy por las ramas, pero al menos pongo el ojo donde toca o me apetece, que ya es bastante.
Tampoco diré que soy el único, pues todavía queda gente seria en esto de la Literatura (infantil en mi caso) que se preocupa por aportar cierto rigor a las lecturas, conectar unas con otras, ver más allá del argumento y sugerir interpretaciones discursivas desde los aledaños. Mi aplauso hacia su trabajo.
Lo que sí voy a decir es que hay otro gran, por no decir enorme, grupo de reseñadores que cada vez me ponen más enfermo. Y no es que sean más o menos guapos, tampoco tiene que ver con el tipo de literatura que recomiendan (para gustos, los colores) o que sus fotos tengan mejor o peor calidad. Tiene que ver con su manera de aupar un libro, de entregarlo a sus posibles lectores.


Mural de Frenemy (aka Kristopher Kotcher) en Jaffa, Israel.

En primer lugar exhiben unas tremendas carencias lingüísticas. Y no me voy a poner pejiguero con tildes, comas, cohesión sintáctica o tiempos verbales (que yo también la cago). Simplemente son incapaces de explicar las razones que les llevan a recomendar un libro. Sus deficiencias son tan grandes en esto de la expresión escrita, que el abanico de adjetivos se limita a seis vocablos: “guay”, “chulo”, "genial" “espectacular”, “impresionante” y “brutal”. Si bien es cierto que delimitan muy bien sus parcelas de satisfacción, no aportan nada más al posible lector (aparte del típico copy-paste de la presentación editorial..., que esa es otra...). Y si nos ponemos a hablar de las jergas neolingüistas, pa' qué más... ¡Parece mentira que lean tanto! Resumiendo: cualquier alumno de sexto de primaria lo haría mejor. 


Mural de Douglas Rouse (aka Douglas 66) para la librería Poor Richard's en Colorado Springs.

Seguimos con el compromiso, más todavía si hablamos de Literatura Infantil… Si no teníamos bastante con emocionarios o libros de valores, ha llegado el momento de los ismos. Y no es que la literatura deba ser aséptica, pero tampoco convertirse en el refugio de todas las tendencias que pongan de moda nuestros políticos y gurús personales. Feminismo, racismo, ecologismo, veganismo… Parece ser que, últimamente, si compramos cualquier libro, este debe ser susceptible de constituir un manual inmejorable con el que salvar a la humanidad, de ser útil para el lector; hacernos mejores personas y vivir comprometidos con nuestros preceptos ideológicos o sociales... ¿Qué rollo, no? No hay que orientar todos los libros hacia la salvación eterna, que para eso ya hay religiones. Un poco de personalidad, melones. Hay que darle la vuelta a la tortilla, desterrar los tabúes, divertirse y leer porque sí. Me hastía tanto libro por un mundo mejor.


Mural de Levalet en Francia.

Por último me pregunto: ¿Por qué todas estas reseñas parecen destinadas al mismo tipo de público (Léase "personas caucásicas con un nivel cultural medio y cierto poder adquisitivo")? ¿Acaso otros no leen? Seguramente sí, pero damos por hecho que no. O simplemente es que no sabemos que leen. Es por ello que animo a todo el lumpen, las clases bajas y obreras, los pijos de la calle Serrano y a los maestros de los colegios de élite, a dar su visión sobre la lectura, a que den vuelo a sus gustos e interpretaciones. Parece ser que la lectura nos interesa exclusivamente a la clase media. ¿Solo leemos los funcionarios, los médicos, los docentes y algún yuppie? Como mediadores de lectura necesitamos dirigir nuestra opinión a cualquiera, un término que incluye a los temporeros, las cajeras del supermercado, los CEO de las multinacionales o los aristócratas. La lectura, como el comer y el dormir, debe alcanzar a todos los que construimos la sociedad, no solo a una franja de sus estamentos.


Mural de Tinho (Walter Nomura) en Frankfort.

Y sí, quizá todo se deba a un mundo que gira muy rápido, a la costumbre de ser lo más breves y sintéticos posible, a que muchos no leen ni siquiera los libros que publicitan (que eso es lo que hacen), o a la falta de formación en un área que se presupone puede hacer cualquiera (me gusta o no me gusta, ¿he ahí la mediación lectora?), pero por favor, como mínimo, hablen de sus impresiones personales, no quieran hacerse los salvadores y diríjanse a todo quisqui. Algunos se lo agradeceremos. ¡Que recomendar un libro es una cosa muy seria, odo!


Mural de Marcin “Barys” Barjasz, en Lódź, Polonia.

lunes, 20 de abril de 2020

Mediadores de lectura en huelga



Durante las últimas semanas y tras la publicación de ESTE POST que levantó alguna que otra ampolla, me han venido a la mente muchas cosas... Los comentarios de la siempre acertada Isabel Benito y sus Lecturas Compartidas, el cierre motu proprio de la cuenta de Belén Santiago (más de veinticinco mil seguidores y un muy buen criterio que se fueron al traste por aburrimiento), y la decisión que ha llevado a algunos a dejar de leer/contar cuentos desde las redes sociales por lo inoperativo de pedir permisos y lo frustrante de recibir negativas, me ha llevado a pensar en el papel que desempeñamos los mediadores de lectura y el trato que recibimos por parte del resto de actores de la cadena del libro, más todavía cuando se acerca un Día del Libro atípico en el que tendremos mucho que decir.
Todavía no sé muy bien cuánto habrá que agradecerle al coronavirus, pero si algo me ha quedado claro tras las horas que he invertido en las redes sociales es que los mediadores de lectura somos muy necesarios. Ahora bien, hay que plantearse una cuestión: “¿Quiénes nos necesitan?” En primer lugar nos necesita el libro, pues la literatura, sea del origen que sea , siempre necesita una buena carta de presentación, buenas razones por las que subsistir entre los hombres. En segundo lugar nos necesita el público, los lectores reales y potenciales que nos utilizan a modo de brújula, de linterna en mitad de ese bosque. Para elegir, para entender, para interpretar, para contar con opiniones diferentes y para comprender las relaciones complejas que subyacen a la vida y la lectura. Y en tercer lugar la industria, un tejido muy articulado que necesita continuar su labor para generar ganancias y riqueza monetaria y, a veces, hasta intelectual.
Si bien es cierto que, tanto mediadores de lectura, como lectores tenemos este papel bastante claro (el libro siempre habla y otorga), no creo que suceda lo mismo por parte de la industria del libro. Una idea que entresaco de la falta de reconocimiento, las trabas y diatribas que nos presentan a diario, y el escasísimo feed-back que exhibe. Y ahora dirán “Pero Román, que yo mando ejemplares a casi todos los mediadores…” Y yo respondo “¡Estaría bonico que no los mandaras! ¡Qué menos! Teniendo en cuenta que, aparte de potenciar la lectura, ofrecen visibilidad a uno de tus productos..., ¡sería muy poco gentil!” 
No obstante, aparte de ejemplares y cortesías que cada uno ofrece a quien le da la gana, está el reconocimiento de un trabajo no tipificado (como el de ama de casa, el mejor de los símiles) que conlleva mucho tiempo y esfuerzo (a ver si se creen que tengo un negro escribiendo estas parrafadas). Y cuando, por ejemplo, un servidor habla de un libro como si fuera suyo y observa que quien lo ha escrito, ilustrado o editado opta por el silencio y/o no comparte el amor por ese título (y no digo la opinión, porque puede haber disparidades), envía un mensaje muy poco acertado sobre su propia obra, tanto al mediador, como al público.
Pueden discrepar en las selecciones y formas de presentar los libros –eso sería otra historia que daría para un extenso post como bien dice Susana Encinas- pero hay que agradecer que un desconocido se fije en tus libros y además lo diga públicamente de una forma o de otra. Qué mínimo que sentirte agradecido… Pues no. A algunos, les cuesta horrores.
En otro apartado entra la remuneración económica. Conozco muy pocos mediadores de lectura que vivan exclusivamente de esta tarea no tipificada, repito. En primer lugar porque está infravalorada (como aquí todo quisqui sabe hablar de libros, contarlos o desarrollar actividades sobre ellos... ¡Da igual! ¡Ya saldrá otro! Se ve que “A rey muerto, rey puesto”) y en segundo lugar porque muchos agentes de la cadena del libro no contribuyen a este reconocimiento (Se lo digo yo, que llevo años en esto). Quizá deberíamos plantearnos el poner precio a nuestro trabajo, aunque sea de manera simbólica, y revalorizar así una labor que no todo el mundo hace adecuadamente.
Además y respecto al punto anterior, es curioso cómo, en algunas ocasiones, esos otros eslabones de la cadena del libro se creen con el derecho a exigir y pedir explicaciones sobre nuestras apreciaciones, e incluso solicitar cambios y rectificaciones de las mismas. No facilitan la tarea o la impiden (véase la campaña #déjanosvivirdelcuento, autores de renombre internacional que andan sobre las aguas, o los grandísimos grupos editoriales). Esto me suena a caciquismo y a una sesgada complacencia, situaciones que, alejándose de la libertad de expresión y el fomento de la lectura no reglada, llevan a pensar en la explotación, pues hasta donde yo sé, muchos no ganamos ni un duro de manera directa por las opiniones vertidas en blogs y redes sociales. Se puede colaborar y sugerir, pero nunca imponer.
Por último hablar de un punto que se nos olvida: el altruismo. La figura del mediador de lectura se ha adscrito tradicionalmente a tres tipos de perfiles (puede haber otros, evidentemente) que son libreros, bibliotecarios y docentes, un tipo de perfil que todavía hoy y a pesar de la gran diversificación que han traído las redes sociales, siguen vigentes, pero no todos siguen en mismo modus operandi, Mientras que bibliotecarios y docentes exhiben un perfil más desinteresado y divulgador, sobre los libreros pesa cierto fundamento económico. Con ello no quiero decir que no existan libreros apasionados comprometidos con lecturas y lectores, pero sí que lectura y lectores forman parte de un modo de vida que inevitablemente repercute sobre la labor de mediación y la independencia. Algo que también sucede con editores y autores que hacen las veces de mediadores.
Como colofón final decirles que sí, que somos una voz imprescindible, algo por lo que hoy, en vísperas de la celebración lectora por antonomasia, he decido alzar la mía que, además de necesaria como me apuntaría Diana Sanchís en una ocasión, quizá también sea más visible que la de otros buenos mediadores de lectura como los que, por ejemplo, he mencionado en esta pequeña defensa, y dar este necesario punto de vista a un sector que necesita reconsiderar la figura del mediador.
Les dejo así imaginando un escenario más distópico todavía del que vivimos. Uno en el que los mediadores de lectura se declararían en huelga dejando de lado a los libros. Imaginen por ahora, siempre hay tiempo para la realidad.

jueves, 10 de mayo de 2018

Instagram y la mediación lectora. Una selección de bookstagramers.



El pasado sábado se celebraron las V Jornadas sobre Bibliotecas Escolares y Planes de Lectura de Albacete, un encuentro entre los docentes que nos dedicamos a promover esto de la lectura en niños y jóvenes, promovido por el Grupo Colaborativo de Bibliotecas Escolares de la provincia de Albacete y secundado por el Centro Regional del Profesorado de Castilla-La Mancha. Acompañados por bastantes bibliotecarios municipales y dos excelentes ponentes, Ana Garralón y Pep Bruno, además de aprender unos de otros, más de ochenta colegas de profesión pasamos el día compartiendo experiencias y puntos de vista sobre el verbo leer.
Como sé que muchos de ustedes se han interesado por todo lo que allí se habló (les aseguró que algunas propuestas de trabajo fueron muy interesantes) y no sé hasta qué punto dichas comunicaciones estarán disponibles o no, me he decidido a traer aquí la mía, una que llevaba por título Instragram o cómo atrapar lectores potenciales en la red social de moda. Dándole un par de vueltas y teniendo en cuenta que aquí no tengo límite temporal, la he re-estructurado en dos partes para facilitar su lectura y comprensión por esta vía.
Espero que la disfruten, les plantee preguntas y les sea útil, pero antes de entrar en harina me gustaría dar las gracias a José Manuel, Gela, Fuensanta y tantos otros que forman parte de esta conspiración albaceteña de mediadores de lectura y que han depositado su confianza en otros compañeros de profesión, como el monstruo aquí firmante, para compartir sus locuras con los libros.


Instagram, unas consideraciones orientadas a la mediación lectora

Instagram es la red social que más ha crecido en los últimos años. Con alrededor de ochocientos millones de perfiles activos a diario se perfila como una de las redes sociales con más proyección a la hora de aupar iniciativas, no sólo comerciales, sino también culturales. Si a ello unimos que la mayor parte de sus usuarios son jóvenes entre 15 y 35 años y que alrededor de un 20% de estos confiesan que es su red social favorita, no debemos desestimar este espacio de intercambio virtual como una herramienta para aupar el hábito lector entre aquellos estudiantes que la utilizan de manera directa.
De entre todas las características intrínsecas de esta red social, sus usuarios destacan sobre todo la positividad del formato, en contra de lo que ofrecen otras redes sociales como Facebook o Twitter, donde la forma de desarrollar los contenidos es menos directa, los contenidos no son del interés de esta franja de edad, y el mensaje final se adscribe a otras esferas donde abunda la impostura. Estemos de acuerdo o no, debemos considerar que esta percepción del usuario puede facilitar una relación igualmente positiva con los contenidos que alberga esta red social, por lo que deberíamos considerar una prioridad que los libros y la lectura estén presentes en ella y circunscribirlos a uno de los entornos comunicativos en boga. Si a ello añadimos que el vínculo que los lectores establecen con los libros tiene un gran componente emocional, sería interesante utilizar estas sinergias a la hora de aupar la relación de estas generaciones con el acto lector.
En segundo lugar debemos de tener en cuenta que Instagram está ideado para uno de los soportes con los que más interactuamos diariamente, el teléfono móvil (N.B.: Tanto es así que las imágenes y vídeos pierden calidad al visionarlos en otros como la tablet o el ordenador), y por tanto es una de las redes sociales más visitadas hoy día, algo que sigue ayudando en la interacción de los usuarios con los contenidos de la misma.


A estas dos premisas hay que unir una tercera que considera que la forma de relacionarse de nuestros alumnos pasa inevitablemente por las tecnologías de la información y la comunicación, el teclado o la interfaz de usuario. Son nativos digitales, se desenvuelven perfectamente en el mundo de internet, de los buscadores o el software (realidad que tenemos que asimilar aquellos que no lo somos). Esto ha servido para que muchos autores como Felipe ZayasJosé Rovira Collado, consideren que el uso de las nuevas tecnologías sea un arma eficaz para adquirir destrezas de lectura, así como incide positivamente sobre otras estrategias de mediación lectora, como por ejemplo los clubes de lectura.
Por último llamo su atención sobre el hecho de que niños y jóvenes se hallan inmersos en las redes sociales desde muy jóvenes. Y son esos espacios virtuales que utilizan para comunicarse entre sí y con parte del mundo que les rodea, esos lugares de intercambio habitados por gente variopinta, los que podrían formar parte del acto lector social o comunitario al que se han referido estudiosos como Michèle Petit y sobre el que se fundamenta lo colectivo de la literatura, una experiencia que puede partir de lo coral.



En mitad de este panorama nacen los bookstagramers, jóvenes más o menos anónimos que, sin ser especialistas en mediación lectora, desarrollan diferentes estrategias que congregan a multitud de seguidores de corta edad en torno a los libros y sobre las que merece la pena detenerse, más todavía cuando estas iniciativas son mejor valoradas por el público lector potencial que las de otros perfiles profesionales o bitácoras, institucionales o personales, que cuentan con un gran número de seguidores en otros formatos y redes sociales pero no alcanzan notoriedad en esta.


A pesar de todos estos pros con los que supuestamente contarían estos bookstagramers, son muchos los sectores de la mediación lectora que no ven en ellos un acicate para la creación de nuevos lectores y mucho menos lectores competentes reales por diversas razones entre las que se cuentan:
- que la mayor parte de las sugerencias de lecturas se adscriben al universo paraliterario lo que supone dudas sobre su formación y compromiso literario,
- que quedan patentes intereses comerciales en muchos de ellos
- que se busca la trascendencia de lo efectista en detrimento de una experiencia estética,
- y que la palabra, ese invento sobre el que descansan lo literario y la lectura, queda relegada a un segundo plano en una red social en la que prima la imagen.
Si bien es cierto que no debemos obviar todos estos peros, también hay que hacer una llamada de atención sobre que, tanto los bookstagramers, como los booktubers, constituyen los mayores ejemplos conocidos de mediación lectora entre iguales, un tipo de mediación poco habitual ya que tradicionalmente en estos procesos ha primado el modelo intergeneracional. Es a través de ellos cómo el libro adquiere un carácter de vínculo entre multitud de jóvenes de diferentes procedencias, constituyendo así una comunidad en la que todos se sienten parte activa y donde pueden compartir una experiencia de lectura, un vínculo nada desdeñable teniendo en cuenta la gran capacidad de influencia que todos tienen sobre el resto a la hora de leer.


Tras desgranar este contexto y en lo que se refiere a perspectivas futuras sobre el papel de la mediación lectora en Instagram, podemos apuntar a tres conclusiones/líneas de trabajo:
a. Supone un reto para los mediadores de lectura formados lanzarse a estas plataformas digitales y aupar el objeto libro y sus visiones literarias desde una perspectiva profesional.
b. Igualmente se deberían fomentar aquellos perfiles que puedan contribuir a la pluralidad en lo que a sugerencia de lecturas se refiere, y por tanto empujar a los usuarios inmediatos hacia una educación literaria real y no a los clichés y convencionalismos que tanto abundan en esta red social.
c. Por último, sería deseable una mayor presencia de los profesionales de la mediación lectora en este tipo de foros para velar por la calidad de los contenidos y una diversidad de espacios adecuada a los lectores y otros mediadores, de manera que la literatura no se viera subyugada a otros intereses.



Buenos bookstagramers: características y selección

Teniendo en cuenta el contexto anterior y partiendo de mi propia experiencia con Instagram a partir de la cuenta que Donde Viven Los Monstruos LIJ tiene en esta red social @dondevivenlosmonstruosblog , he creído conveniente hacer una serie de consideraciones que les pueden servir como guía a la hora de seleccionar a bookstagramers cuya labor sea notable en pro de los libros y la lectura, ya que no todo consiste en colocar a tíos/as buenos/as con un libro en las manos haciéndose los interesantes (hay Instagram más allá de los it-boys/it-girls). He aquí algunas de las características en las que yo me detendría…



Contenidos generales

-Diversidad:
Es importante que, siguiendo la línea temática a la que se adhiera el perfil, se conjuguen diferentes tipos de contenidos que desarrollen un nexo común. Si mi perfil trata sobre LIJ es importante prestar atención a novedades y clásicos, a diferentes formatos como el libro-álbum, la novela, el cómic o el libro de conocimientos, presentaciones de libros, lugares comunes, etc. Es decir, constituir un espacio digital donde la diversidad de contenidos preste una función lúdica e informativa.

-Intertextualidad/Interdisciplinariedad:
Teniendo en cuenta los déficits con los que cuenta esta red social, urge buscar sinergias entre la literatura y el mundo que nos rodea a la hora de atrapar lectores. Poner en relevancia elementos visuales y textuales que tienen que ver con la literatura, buscar una contextualización que no sólo parta del aspecto estético, sino que abrace a la obra que presentamos o buscar detalles que puedan generar un debate, pueden ser armas más que interesantes.

-Interactividad:
Comentarios públicos o privados, invitados, sugerencias recíprocas, sorteos, retos, encuestas, peleas de gallos o emisiones en directo son puntos fuertes de esta red social por la que fluye la comunicación de una forma más instantánea que en otras, y que un buen bookstagramer debe usar en caso de necesidad (también es interesante no abusar) para interaccionar con el resto de personas que configuran su comunidad de seguidores.

-Regularidad/Inmediatez:
No debemos olvidar que estos lugares son bitácoras y que permiten estar al día, no sólo de novedades editoriales, sino de temas de actualidad literaria, celebraciones en torno a los libros, presentaciones y otras actividades, es por ello que mantener un ritmo constante de publicaciones y estar al tanto de lo que sucede, ayuda en un buen bookstagram.



Contenidos específicos

-Gráficos:
Por un lado tenemos las imágenes, que para mí, deben tener tres requisitos fundamentales: ser originales, creativas y estéticas (Nota: No debemos olvidar que Instagram nació como una red social para amantes de la fotografía y este punto es esencial). Si además de esto, se relaciona con el libro de alguna manera (no es una árida imagen publicitaria) y sugiere otros discursos, mejor que mejor. Los amantes de las literaturas gráficas sabemos que las imágenes pueden decir muchas cosas por sí solas, y en la mano del bookstagramer está el buscar detalles, coincidencias, inspiración, curiosidades o incluso erratas que den valor a la obra sobre la que se habla. En algunos casos efectistas, en otros con menos fuegos de artificio, pero el caso es llamar la atención de los seguidores sobre esa imagen y presentar la obra de un nuevo modo, sin pasar desapercibida.
Por otro lado tenemos los vídeos en los que, además de las características anteriores, yo añadiría la de ser sintéticos (existe la limitación temporal en los de la bandeja de entrada) y estar bien editados.

-Textuales:
Reseñas, resúmenes, citas,  referencias bibliográficas, datos de interés, contenidos relacionados con la imagen, opiniones, enlaces y hashtags, son detalles que no se le pueden escapar a un buen bookstagram, más todavía cuando lo que intentamos inculcar es el gusto por la palabra, por la lectura, y de esta manera también aupamos la lectura instrumental a través de hipertextos.


Y teniendo en cuenta estas premisas (siento no tener tiempo para un análisis más exhaustivo y objetivo), llego a unos cuantos bookstagramers que, aunque no recojan todas ellas en cada uno de sus perfiles, pueden ejemplificar varias y sirven como orientativos a la hora de seleccionar/recomendar un bookstagram aceptable. Animándoles a seguirlos y de activar las notificaciones para cada uno de ellos (incluido el mío, jejeje), les dejo con mi selección particular donde abundan -¡cómo no!- los dedicados a la literatura Infantil y Juvenil.


Parejas de buenas lecturas y helados con buen criterio.


Guardas, tapas y camisas de álbumes con mucho que decir.


Estanterías y librerías a rebosar de libros.


Una bitácora excelente de libros para niños y gente que gusta de serlo


Buenas lecturas teatralizadas e interpretadas en imágenes


Canal de YouTube en portugués sobre LIJ con un gusto exquisito


Presentación de álbumes ilustrados del mundo anglosajón actuales desde Australia


Librería argentina especializada en LIJ con un instagram más que interesante.


Sugerencias de lectura de gente como tú y yo desde los andenes de metro de Nueva York, Londres, Ciudad de México y El Cairo.


 Clásicos desde Corea en bellas atmósferas


Presentaciones de libros coloristas sin objetividad (que también es un criterio).


Fantásticas propuestas con mucha relación con los álbumes y la ilustración infantil


Desde Sau Paulo con muchas propuestas de álbum ilustrado


Literatura infantil y álbumes de todo tipo con buena selección en portugués


Todas las imágenes y vídeos que acompañan a este artículo, exceptuando las capturas de pantalla de los diferentes perfiles que se han seleccionado, pertenecen a @dondevivenlosmonstruosblog / Román Belmonte.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Educar la mirada hacia la lectura y la LIJ


Isabel Hojas

Desde que Salvia, la recolectora de rimas, hiciera un comentario en esta entrada refiriéndose a la importancia que la educación de la mirada LIJ tenía, empecé a preguntarme e indagar en el proceso que había ido formando mi propia mirada hacia la Literatura, en general, y la Literatura Infantil, en particular. Tras bastantes meses apuntando recuerdos e ideas al respecto me he propuesto resumir de manera más o menos organizada quiénes intervienen en mayor y menor medida en el desarrollo de estas capacidades, cómo lo hacen, cuál es el proceso tradicional para acercarse a la lectura, cómo se puede recuperar el gusto por ella, y qué futuro le espera.


Marla Fraaze

Educar a leer, leer para educar

Lo primero de todo es atender a la relación entre LIJ y educación... Y cuando digo "educación" no me refiero a esa tras la que se parapetan los políticos para justificar su adoctrinamiento y hacer lo que les plazca con los nuevos ignorantes, sino a algo más profundo. La educación tiene mucho que ver con todo lo que se refiere a las miradas, es decir a la opinión que se forma en cada uno de nosotros sobre lo que nos rodea desde la niñez. Por tanto, la educación, tomada como entidad global no sólo tiene que ver con los contenidos y preceptos que intenta inculcar la escuela, sino como un sinfín de instituciones más, léanse familia, amigos, el ámbito laboral o los medios de comunicación, que marcan la idiosincrasia particular del individuo. La educación embebe nuestra vida desde la cuna, y desde entonces, absorbemos como esponjas lo que nos apetece consciente o inconscientemente (no se equivoquen, los niños son mucho más libertinos que nosotros aunque intentemos encorsetarlos) para formar una mirada propia sobre la que basaremos nuestros juicios (que pueden ser de muy variada naturaleza, desde personales hasta culturales, políticos o médicos). Es por ello que la lectura debe formar parte de ese proceso educativo integral, no sólo como necesidad primaria educativa, sino como vehículo de aprendizaje que utilizaremos el resto de nuestra vida.


Jessie Willcox Smith

Familia y ejemplo

Son tres a mi parecer, los agentes que intervienen de manera activa en la educación de la mirada LIJ. En primer lugar tenemos a la familia, el actor, a mi juicio, más importante para desarrollar, no sólo una opinión crítica respecto a la LIJ, sino a la hora de inculcar el hábito lector en los niños/jóvenes, en reconocer el libro como objeto y artefacto, como vehículo y entidad. Padres, madres, hermanos, tíos o abuelos son los primeros responsables de sembrar el hábito de la lectura, primeramente ejemplificándolo y seguidamente, tutorizándolo y auditándolo. De nada vale poner ese disco rayado que suena “Nene lee, lee, lee...” si en esa casa no lee nadie, y tampoco me gusta esa cantinela de “Tu lee, lo que sea, pero lee.” Y así pasa, que algunos sólo leen periódicos deportivos o revistas de marujeo. Evidentemente, el origen, el nivel socio-económico, y sobre todo, el cultural de cada familia, estimulan o no esa inclinación por el mundo del libro (que es de lo que se trata principalmente, nunca de inculcar dogmas). 
Sí, queridas familias, la lectura catapulta nuestra imaginación, se comparten pareceres y objeciones, amplía el mundo, y nos proporciona más formación, más herramientas para realizar múltiples actividades o solucionar problemas, en definitiva, para subsistir. No se equivoquen: no creo que leer nos haga mejores personas (alguno me degollaría si dijera que muchos lectores son malos y retorcidos), ni más especiales; si acaso, más libres (Je,je... No sé porque se me vienen a la memoria ciertos libros sagrados o el mismísimo Mein Kampf... Así que lo de la libertad, también está difícil...).


Flavia Zorrilla Drago

La escuela y la competencia lectora

En segundo lugar tenemos la escuela, esa institución a la que pertenezco. Creo que los docentes, además de tener un gran peso en este equilibrio (a mi juicio somos el eje de la balanza), nos sentimos entre confusos y encorsetados. El desconcierto nos llega cuando pensamos que la mayor parte de responsabilidad en la tarea de crear lectores recae sobre nosotros, algo que no debería ser así, ya que el ámbito escolar debe formar, encauzar y ofrecer posibilidades a los alumnos para el desarrollo de la lectura, una vez que la semilla que deposita el ámbito familiar empieza a germinar. 
Si a lo anterior unimos la ingente cantidad de objetivos que se marcan desde el marco legislativo, ese que debería dejar a un lado el paternalismo y/o buenismo de estado para centrarse en otras luchas más importantes como es la formación del profesorado en materia de LIJ, la implicación de los docentes en lo que llamamos leer, ese verbo que no soporta el imperativo, es cada vez más difícil. 
Por otro lado y considerando la orientación pedagógica de la Literatura Infantil, debemos ser críticos con nuestros espejismos y dejar de mirar al libro por la carga de contenidos, valores o emociones que podamos enseñar con él. Esa visión maniquea de la vida (¿una reminiscencia del constructivismo?) no hace ningún bien a nuestros alumnos, ya que en parte crea cierta tendencia al odio visceral que muchos le tienen a la letra impresa. No obstante y respecto a la faceta académica o instrumentalizada de los libros, como manuales o libros de texto, libros que debemos englobar en la categoría de no ficción, no cabe discusión: su lugar es la escuela y están hechos para enseñar y aprender, y si aúpan la lectura placentera, mejor que mejor.
El último punto es denotar que los niños y adolescentes invierten una media de 5-6 horas al día en colegios e institutos, por lo que no hay que desdeñar el gran conocimiento que los docentes tienen sobre los gustos e inclinaciones de sus alumnos a la hora de leer, algo que parece ser obviado por muchos especialistas en LIJ que pregonan sin haber entrado en contacto jamás con éstos.


Andrés Meixide Gayoso

Bibliotecas o diversidad de lecturas

El tercer pilar sobre el que descansa la educación de la LIJ y la lectura son las bibliotecas (N.B.: A esto se debe seguramente que muchos planes de lectura diferencien la esfera cultural de la educativa, ese desdoble de recursos y empeños que no se comprende desde un punto de vista monetario -doble gasto-, pero sí quizás desde un prisma funcional). 
Construir bibliotecas es importante, pero más importante es abrirlas y darles vida. De nada nos sirve que una biblioteca se encuentre yerma, que no interactúe con sus usuarios a través de su fondo y sus trabajadores. Estoy harto de ver bibliotecas vacías -de público y novedades-, y de bibliotecarios que sólo se dedican a prestar y colocar libros. Esta una realidad que puede tener dos orígenes, por un lado la reducción del gasto gubernamental (está claro que la Cultura, entendida como bien común, se encuentra cada vez más desinflada), y por otro destacar (siento que justos paguen por pecadores) que son muchos los bibliotecarios “institucionalizados”. Personas que acuden al lugar de trabajo, desempeñan su papel dentro de la corrección y ¡nada más! 
Los bibliotecarios deben afianzar el gusto por los buenos libros, por desentrañar nuevas formas de mirar la literatura, por aupar géneros olvidados, por mostrar detalles escondidos, relacionar títulos aparentemente dispares, y ofrecer nuevas posibilidades y alternativas, una tarea que sólo se consigue siendo un gran lector y sembrando la pasión por los libros con cierta magia (no son necesarios fuegos de artificio pero sí tener capacidad comunicativa y de organización). A veces basta con hablar de libros, que no es poco...


Yuko Shimizu

Otros mediadores de lectura

A pesar de que familias, docentes y bibliotecarios establecen los cimientos para la educación en LIJ (siendo lectores todos ellos, ¡ojo!), no cabe menospreciar el papel que especialistas, libreros, editores, escritores, ilustradores y demás actores, desempeñan en esto de la mirada LIJ ya que deben tener muy claro para quien trabajan. 
Es muy distinto currar para echarse algo a la boca, a trabajar por pura advocación. Quizá lo primero sea tan lícito como lo segundo, pero eso de ganarse el sustento haciendo lo que te sale del fandango te llena (de libertad, amor propio, decepción o frustración... no todo es tan maravilloso), más todavía cuando estableces un contrato tácito aunque non scripto con lectores que buscan una experiencia estética a la altura. 
El editor deberá velar por el formato de sus libros, uno acorde con el producto ofrecido, seleccionar narraciones y poemas con valor literario, y preocuparse por dirigirlo adecuadamente al público; el escritor tiene uno de los mayores compromisos, el de pergeñar literatura notable sin subrogarse a los intereses creados; el ilustrador debe interpretar y complementar el lenguaje verbal con el artístico, elevar el suyo propio, todo ello sin olvidarse de la calidad; el librero tendrá que saber moverse entre la diversidad y los buenos libros, así como orientar adecuadamente en la compra; y el especialista deberá dejar sus prejuicios e inclinaciones para poder ofrecer una adecuada selección de libros que ayuden al crecimiento lector de quien siga sus indicaciones.


Karin Jurick

Todo lo que rodea a la lectura

El medio ambiente, el resto de estímulos que nos rodean, los menos controlables e irracionales, también tienen que ver con la LIJ y la lectura... Los individuos no vivimos aislados sino que estamos sujetos a una serie de factores: novios, amigos, conocidos, conversaciones que no nos incumben, los medios de comunicación (sobre todo televisión, páginas web, redes sociales, aplicaciones de mensajería instantánea), el cine, la cultura visual en la que podemos citar los videojuegos o la pintura, la música, el teatro, la religión, la ubicación geográfica, el sistema político, un trauma, algo chocante, la muerte de un familiar, los complejos ajenos o personales, los estereotipos e incluso los prejuicios, los iconos y los símbolos. Todo se encuentra relacionado y puede configurar el ecosistema de un lector competente y capaz.
Podemos citar el condicionamiento y repercusión que las películas de animación han tenido sobre la percepción de los libros ilustrados en el siglo XX, ejemplificada por la omnipresente factoría Disney®, una que marcó un antes y un después en la mirada que los niños han desarrollado frente a formas y líneas. Debemos señalar igualmente los movimientos y corrientes artísticas como fuente de inspiración y ejecución en las tendencias de ilustración (cada época tiene las suyas... abstracción, cubismo, figurativa, dadaísmo, expresionismo, impresionismo, cultura naíf, etc.), que modelan y acercan la mirada LIJ colectiva, algo que también ocurre con los diferentes géneros literarios (hay épocas más proclives a la novela de aventuras, el cuento de hadas o la poesía romántica). No tiene la misma mirada LIJ un niño que viva en Oriente Medio que otros de Vietnam o Inglaterra (sólo tienen que visitar cualquier feria de libro infantil de carácter internacional, exponerse a las diferentes ilustraciones y contarme qué les resulta más cercano), ni tampoco vivir en una sociedad occidental capitalista que hacerlo en los suburbios de Nairobi (¿Quiénes entenderán mejor El soldado de plomo de Jorg Müller? Seguramente el mensaje captado sea diametralmente opuesto).


Tom Gauld

El sesgo de la lectura

Protagonistas y secundarios configuran un inmejorable reparto en el que, como en todo lo que tiene que ver con lo humano y mundano, hay que denotar el sesgo, ese que inclina la balanza hacia uno y otro lado... No es lo mismo ser criado en el seno de una familia de corte intelectual o culturalmente activa que en otra donde primen los negocios, no es lo mismo tener un profesor que denote cierto gusto contemporáneo que otro que defienda a ultranza los clásicos, no tiene nada que ver que compremos los libros de nuestros hijos en la papelería del barrio o en una librería especializada, ni tampoco es lo mismo echar mano de una biblioteca doméstica que pulular dos tardes a la semana por las estanterías de la biblioteca pública.


Pawel Kuczynski

El camino de la mirada lectora

Sobre el proceso que sigue nuestra mirada LIJ a lo largo del tiempo, poco puedo decir en líneas particulares (no soy especialista en didáctica de la Literatura Infantil y Juvenil, y seguramente habrá otros más duchos en el tema), pero me atrevo a decir que no creo que esta deba ser lineal (¿a quién le gustan los túneles?), sino que debe tomar una forma arbustiva, tridimensional (yo lo asemejaría a una semiesfera) en la que uno pueda moverse hacia delante o hacia atrás, pero también pueda dar un paso lateralmente, es decir, en direcciones y sentidos variados.


Inés Vilpi

En líneas generales y concretando más, el proceso educativo tradicional hacia la LIJ podría ser el que sigue:
a) El primer vínculo debe partir de lo puramente verbal, de la oralidad. Juegos de palabras, nanas, retahílas y canciones de ida y vuelta para comenzar a instrumentalizar el lenguaje y fomentar la creación de un ideario particular.
b) A ello le seguiría la adquisición de destrezas en lecto-escritura (leer para escribir, escribir para leer), ejercicio que se afianza con la narración oral de cuentos y leyendas, tradicionales, clásicas y actuales, técnicas de animación lectora, la lectura en voz alta y el uso de otros lenguajes, como el musical o el artístico (aquí toma un papel importante el género del álbum ilustrado), que sirvan de apoyo a la contextualización de un amplio marco referencial, tanto propio (real o imaginado), como ajeno.
c) El lector continúa formándose y adquiere autonomía, es aquí cuando tenemos que proponer un amplio abanico de posibilidades. El lector necesita arriesgarse, experimentar, explorar, decidirse, elegir, triunfar y fracasar.
d) Es así como seleccionará y formará su ideario, tendencias y biblioteca mental particular, definiéndose finalmente como lector.


Geertje Grom

¿Cómo rescatar a los lectores perdidos?

Pese a que todo lo anterior es muy bonito y suena muy bien, nadie se plantea la elevada tasa de no lectores que hay entre los jóvenes, unos para los que muy pocos especialistas, estudiosos o mediadores han desarrollado estrategias con las que devolverlos a los libros. Los “lectores perdidos” (una denominación que acuñé hace tiempo), aquellos niños o adolescentes a quienes la lectura les importa una mierda tras haber adquirido las habilidades necesarias para llevarla a cabo, son el producto de múltiples causas que van desde el contexto familiar al llamado “fracaso escolar” (N.B.: Es curioso, pero los alumnos que chocan con el sistema educativo suelen aparcar también la lectura placentera), pasando por la escasez de estímulos y los cambios hormonales. Su mirada literaria es incluso más importante que la de los principiantes y deberíamos prestar atención a proyectos con los que, a modo de anzuelos, recuperarlos. Estos señuelos pasan por uno mismo (la madurez hace milagros) o echar mano de otros lenguajes, que van desde el puramente paraliterario (condensa mensajes igual de válidos pero más fácilmente alcanzables) al lenguaje gráfico (ya se está haciendo desde el libro ilustrado y las pantallas de los portátiles), el digital (no hablo del e-book...) o la misma interfaz de usuario (¡Qué bien me comunico con mi coche!). Sin duda esta es una realidad que, aunque a algunos les pone nerviosos, empieza a coger cuerpo en muchos planteamientos educativos (véanse los países nórdicos) y supongo que, con el tiempo, se abrirá hueco en ese camino que ha de recorrer la mirada LIJ.


Emma Ersek

Epílogo

Como colofón y esperando que estén de acuerdo, he de apuntar a que nadie tiene una receta infalible para conseguir una mirada LIJ “óptima”, “deseable” o “recomendable”. Está claro. Pero sí me aventuraría a decir que el niño o joven que se ve sumergido en un ambiente propicio y literariamente diverso, tiene más posibilidades que otro para desarrollar esa mirada literaria. Con ello no quiero decir que existan excepciones a tenor de un amigo curioso, una bibliotecaria comprometida por la causa, unos maestros chispeantes, o un padre y/o madre devoradores de libros (hay veces en las que creo en el puntualismo de Gould y Eldredge aplicado a estos derroteros lectores), pero sí he de confesarles que un servidor ha tenido la gran suerte de contar con todos ellos, y poder ver hoy los libros a través de sus ojos pero con mi mirada.


David Pintor