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viernes, 18 de octubre de 2013

Semana de la LIJ Alemana (V): Rimas... Poesías...



Desde los exitosos Josef Guggenmos o James Krüss, pasando por Peter Hacks, Fredrick Vahle, Edmund Jacoby o los mísmisimos Friedrich Schiller (Der Handschuh) o Goethe, la poesía (Gedichte) en alemán (no tan prolífica como la castellana), es bastante consciente de que los niños, además de canciones, retahílas y leyendas (bastante comunes por aquellos lares desde que el tiempo es tiempo), se sirven del lenguaje para comprender el mundo próximo, palpable, y a veces, demasiado actual. Con una poesía moderna y críptica en ocasiones (no nos olvidemos del doble sentido), el poeta germano rompe una lanza en los nuevos tiempos y se deja llevar por su afán de instruir, algo muy evidente en la desunión que las dos Alemanias (oriental y occidental) también extrapolaron a su cultura y forma de educar a los lectores de uno y otro bando, bien fuera con rimas, imágenes o cuentos de hadas.
Esperando que hayan disfrutado de una semana de letras (y música) germanas y con sendos poemas de la RFA y la RDA que me regalé este verano durante mi estancia en la Baja Sajonia, me despido hasta la semana que viene. Auf Wiederlesen!

Hier ist zu sehen und zu lesen,
was Zirkusclowns wohl sind für Wesen.

Wenn sie in die Manege latschen,
muβ jedes Kind vor Freude klatschen.

Sie könne die Trompete blasen
und bohrn zum Spaβ in ihren Nasen.

Wilfried Blecher y Wilfried Schröder.
Kunterbunter Schabernack.
1968. Berlin DFR: Georg Bitter Verlag.

Sie teilen sich beim Lesen
daβ mirs im Kopfe schwirrt:
in eins, das immer dicker
und eins, das dünner wird.

Wenn ich die letzte Seite
mit flinker Hand umwende
vereinen sie sich beide
zu einem Buch am Ende.

Walther Petri.
Bucher sind Zauberwesen.
En: Tohuwabohu.
Ilustraciones de Gisela Neumann.
1986. Berlin DDR: Der Kinderbuchverlag Berlin.

jueves, 17 de octubre de 2013

Semana de la LIJ Alemana (IV): Lectores... Instituciones... Editoriales...


Aunque desde Europa y basándose en informes educativos, pedagógicos, e incluso veterinarios (que aviso, me paso por el forro…), quieran vender una imagen de la boyante, avanzada e instruida Alemania, poco tienen que hacer con un país que copa el 20º lugar de PISA 2012 en la materia que aquí nos ocupa, la lectura. Un puesto que, frente al 33º de la lúdica y despreocupada España, esa que muchos tachan de ignorante y analfabeta,  no se traduce en éxito rotundo, sino en una evidencia más de que algo preocupa en el viejo continente.
A pesar de lo poco que brilla el sol, los centímetros de nieve que cubren sus calles y los grados bajo cero que sufre Germania, sus habitantes no invierten las horas de este encierro invernal en leer a Von Chamiso o Hegel, algo que cabría esperar de un país que tanto alardea de sus mínimas tasas de paro juvenil, un sistema educativo altamente instructivo y una tradición humanística más que palpable.
Es una evidencia que el mercado editorial infantil germano lleva en alza unos cuantos años a tenor del incremento en las ventas (representan el 15% del total) y de la venta de licencias internacionales de títulos infantiles (un aumento del 24% y siendo las editoriales españolas el mayor comprador de éstas), pero no se engañen... Endiosada por las nuevas tecnologías y la ingeniería de última generación, la Alemanía rural e industrial sufre de manera tardía el colapso cultural que germinó en una España abonada por la explosión inmobiliaria (eso que llevamos de adelanto), ya que, a excepción de los grandes núcleos de población como Hamburgo, Frankfurt o Berlín, donde se concentra una juventud culturalmente inquieta y ávida de saber, así como instituciones como el Arbeitgemeinschaft Jugendliteratur und Medien (AJuM), la sección del IBBY en este país, el colectivo de editoriales de LIJ alemana, la Biblioteca JuvenilInternacional de Munich o el Museo de Libros Ilustrados de Troisdorf, la lectura es la misma y aburrida castaña pilonga que en cualquier otra parte.


Lo que sí estoy dispuesto a reconocer es que,  aunque no sea oro todo lo que reluce, el protestantismo, esa religión práctica y utilitaria, juega un gran papel en el desarrollo centroeuropeo y nórdico de estos días, y haciendo mella en la sociedad premia el esfuerzo en vez de la penitencia semanasantera, algo que denota el alto número de usuarios (sobre todo aquellos de hasta doce años de edad) y préstamos que realizan las bibliotecas alemanas durante todo el año (por un lado, los alemanes utilizan el gasto social que suponen sus impuestos y por otro amplían su oferta de ocio más allá de bares y restaurantes). En definitiva, un trabajo que, aparte de en la ciudadanía y las instituciones, muchas de las veces recae sobre la intrincada red editorial que ayuda a autores nóveles, apuesta por nuevos productos y recupera otros que han caído en el olvido. De entre la enorme cantidad de empresas que engordan el suculento bocado LIJero, son Beltz & Gelberg, Ravensburger, Carslen, Cecilie Dressler, Kinderbuchverlag Wolff, Nord-Süd o Peter Hammer, las más conocidas del sector, uno que, a día de hoy, supone una gran baza para los pequeños lectores que desafían los smart-phones y demás distracciones que impiden ojear un libro y, de paso, disfrutar.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Semana de la LIJ Alemana (III): Autores... Ilustradores...

Si ayer hablábamos de escritores, hoy toca un análisis sintético de la ilustración alemana. Un análisis que comienza con artistas de los siglos XVII al XIX, como son Albrecht Durer (para mí, el primer ilustrador) o Adrian Ludwuig Richter (grabador que imaginó los cuentos de los hermanos Grimm) y obras como el Pedro Melenas de Heinrich Hoffmann (todo un clásico), la ilustración alemana sufre un gran punto de inflexión en el siglo XX que comienza con las líneas adultas de George Grosz o Heinrich Kley y las más suaves y aniñadas del austriaco Ludwig Bemelmans (Madeline). 



Al contrario de lo que sucede con las letras, las imágenes que acompañan los textos literarios para niños no beben en exceso de las tradiciones nórdica e inglesa como cabría esperar, sino que sus influencias se encasillan en un apartado de ruptura, simbolismo y abstracción que procede de la Francia impresionista y expresionista.
En cuanto a las técnicas y materiales podemos decir que, a pesar de la influencia que la ilustración anglosajona de preciosismo y acuarela ha tenido en toda Europa, las escuelas germanas (excepto la austríaca Lisbeth Zwerger) han preferido técnicas más sencillas que abandonan el realismo (a veces también el figurativismo) y se decantan por la sencillez de las formas y los mensajes encriptados. También hay que señalar que los artistas eligen técnicas más próximas al público infantil como son los lápices de color, las ceras, el collage y los acrílicos y témperas, algo que podemos constatar en la obra de grandes ilustradores alemanes como Wolf Erlbruch, Susanne Rotraut Berner o Jacky Gleich.
Por otro lado, la estética del tebeo, la historieta y la caricatura es un valor seguro para muchos ilustradores que, como Jutta Bauer, Norman Junge, Nadia Budde, Helme Heine, Manfred Bofinger, Ali Mitgutsch o Janosch, dan mucha importancia a un vínculo entre lector y autor que parte de la risa y del humor.




A pesar de que la ilustración de libros para niños germana tenga una estrecha relación con la ilustración europea, también hay romper una lanza por ella y por figuras como Quint Buchholz, Nikolaus Heidelbach, Binette Schroeder, Klaus Ensikat o Jörg Müller que, desde la vanguardia y la modernidad, constatan la influencia que los movimientos culturales y artísticos que tanto influjo ejercieron en la Alemania dividida, también han aportado su grano de arena a una pequeña revolución en el campo de la imagen literaria.



Si bien es cierto que los anteriores son valores a resaltar, también hay que decir que muchos de estos trabajos (sobre todos los de la segunda mitad del siglo XX) carecen de movimiento y dinamismo, plasman imágenes que no ofrecen continuidad al ritmo narrativo, algo que supongo puede estar relacionado con la relación que otrora parte del territorio alemán mantuvo con los movimientos artísticos de la ex U.R.S.S., pero que poco a poco se repone con artistas como Peter Schössow, Anke Khul, Susanne Janssen o Friedrich Karl Waechter.



martes, 15 de octubre de 2013

Semana de la LIJ Alemana (II): Autores... Escritores...

Como en cualquier familia, la LIJ alemana, mantiene un nexo común con la del resto de países de la vieja Europa, a la vez que posee una serie de rasgos que la caracterizan y se basan en ciertos aspectos que esbocé ayer.


El punto de inicio de este tipo de literatura es, inevitablemente, la tradición oral que en este caso mucho se ve moldeada por las leyendas nórdicas y una cierta influencia de una Centroeuropa medieval. No es hasta el trabajo recopilatorio de Wilhem y Jakob Grimm que la literatura para niños da un paso de gigante en la cultura germana, dueña y señora de un territorio más vasto que hoy día, empezando a mirar hacia el mediterráneo dadas sus relaciones con Italia y España. Es sobre esa tradición cuentera de corte fantástico y moral sobre la que se cimentan las bases de una narrativa para niños que, complementada por la cercanía del danés Andersen, se mantiene estática hasta el siglo XX en el que sufre una revolución marcada por dos grandes eventos: las Guerras Mundiales y la división de las dos Alemanias.


Es por todos sabido el gran impacto que supone en la cultura occidental el triunfo de Adolf Hitler en las elecciones de 1933, así como en todos los eventos posteriores que se suceden en la Segunda Guerra Mundial y que sirven de base para los relatos de Judith Kerr o todos los autores polacos adoptados por el mundo editorial germano, víctimas del holocausto judío que sirven a la memoria literaria y colectiva de estas masacres.



Así, una Alemania derruida, odiada y dividida, debe reconstruir una nueva forma de pensar, algo a lo que contribuyen las nuevas corrientes que, entre socialismo y liberalismo, ven germinar autores que, como Eric Kästner o Paul Maar, dan a luz personajes como Emil o Sams, que suponen una revolución en el campo de los libros para niños alemanes (y que bebe de la sueca Pippi Langstrumpf de Astrid Lindgren). Así emergen historias libertarias y rebeldes que encandilan al pequeño público. Así mismo, Ursula Wölfel, Gudrun Pausewang y Michael Ende, empiezan a abonar el terreno para hablar de una verdadera LIJ en alemán fantástica y surreal que llena las librerías durante los años setenta y ochenta.
Si a ello unimos las grandes corrientes migratorias que, desde ex territorios coloniales y los países mediterráneos, sobre todo los limítrofes con Oriente Próximo, repueblan la Alemania de las oportunidades de postguerra, estas historias infantiles se llenan de exotismo y problemas sociales derivados de una multiculturalidad (“Migrantenliteratur”) que bulle en las grandes ciudades a ambas orillas del Rhin. Es así como el africano Hermann Schulz, el turco Rafik Schami o la finesa Marjaleena Lembcke abanderan este tipo de literatura social.




Durante la década de los noventa y principios del siglo XXI, el álbum ilustrado hace su aparición de la mano de nuevos autores como Heinz Janisch, Axel Schleffer, Werner Holzwarth o el holandés Martin Baltscheit que, abandonando una imagen acomplejada y conciliadora, se sirven del humor (más propio del Benelux), para captar nuevos y libres lectores que, con Cornelia Funke, Andreas Steinhöfel, Jürg Schubiger o Daniel Napp, aúpan la nueva literatura infantil alemana, más laxa y divertida.

B.S.O.: Annett Louisan. (2007). Kleine Zwischenfälle.

lunes, 14 de octubre de 2013

Semana de la LIJ Alemana (I): Ideas... Pinceladas...


A Marifé.
A los españoles en Alemania.

Teniendo en cuenta que la historia es de naturaleza repetitiva, que el españolito tiene que emigrar a otros lares para ganarse una vida que en su patria se le niega a tenor de las circunstancias, y que uno de esos destinos laborales es Alemania, no podía dejar pasar la oportunidad de dedicarle unas cuantas entradas a la literatura infantil que se mama en dicho país, tan querido, y a la vez tan odiado.
Como cualquier otra faceta de la vida, como parte de la cultura, la Literatura es otra mera extensión de la idiosincrasia de los pueblos, una que se cimienta sobre la historia, el carácter y las perspectivas de sus habitantes. Mientras que en España, el panorama literario se construye sobre las leyendas medievales, la omnipresente Guerra Civil, su transición, y los conflictos entre sociedad y religión, los libros para niños germanos tratan temas que van desde la cultura nórdica y centroeuropea, unas I y II Guerras Mundiales que pasan por el vergonzante nazismo y el recordado holocausto judío, las diferencias, similitudes y conflictos entre los regímenes de las antiguas RDA y RFA, unas ideas de multiculturalidad y tolerancia basadas en la inmigración que trajo la segunda mitad del siglo XX, y los principios morales de orden, resignación y sacrificio que aúpan al protestantismo, piedra angular de esta nación.
Aunque son muchos los refritos de literatura clásica (desde Goethe a Heine) que se pueden encontrar en la librerías alemanas (en eso no hay mucha diferencia con las editoriales españolas), la literatura para niños, alejándose del sentido crítico, opta por demonizar el pasado más reciente de su historia y construir en los jóvenes lectores un nuevo acervo casi imaginario de respeto y aceptación global, repleto de dogma “buenista” que, intentando escapar de un pasado no muy boyante en el que mucho tuvieron que ver los eternos conflictos centroeuropeos, redimen del pecado y eximen de culpa a las generaciones ¿lectoras? de ese futuro esplendor automovilístico y tecnocrático (a juzgar por las ventas desorbitadas del e-book) que desde el viejo continente se prodiga por todas las televisiones.



Alemania mira al futuro gracias a Angela, los mini-jobs y el apoyo de los países colindantes, mientras que los demás le vamos a la zaga para picotear entre las sobras de una Europa paupérrima, pero ¿hasta cuándo esta hegemonía?... El paro aumenta, la educación crepita, el P.I.B desciende paulatinamente y los libros infantiles, ese indicador de pequeñas ideas y grandes intenciones, mueren con lentitud. Vox populi que anuncia una cura de humildad que, a pesar de desmoronar esa fuerza que exhalan los pueblos germanos, imprima una pizca del corazón que nos sobra a los mediterráneos.