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jueves, 14 de noviembre de 2024

¡Larga vida, Hervé Tullet!


El otro día, eché mano de este cuaderno de bitácora y me di cuenta de que nunca antes había destripado un libro de Hervé Tullet, así que hoy toca darle a la manivela, resarcirme de mi pecado y hablar un poco de este mago del álbum ilustrado que, como todos los monstruos saben, le ha dado mucho a los álbumes para primeros y no tan primeros lectores.
Nacido en 1958 en Normandía (Francia), Hervé Tullet estudió Bellas Artes y Artes Decorativas para más tarde trabajar como director de arte en varias agencias publicitarias. En 1991 nace su primer hijo y, tras diez años en el sector, decide dedicarse a la ilustración y participa en publicaciones como ELLE, Madame Figaro, Le Monde o The New Yorker.

En 1994 publicó su primer libro para niños, Comment papa a rencontré maman, en la editorial Le Seuil, un libro con el que da el pistoletazo de salida a una carrera imparable como autor de libros infantiles, dando vida a más de 80 libros traducidos a más de 30 idiomas.
Entre los espacios donde ha participado con sus talleres, se encuentran la Tate Modern, la biblioteca del Congreso, el MoMA y el Museo Guggenheim. Además ha realizado varias exposiciones en el Invisible Dog Art Center y en el Museo de los Niños de Pittsburgh, en 2018, realizó su primera retrospectiva en el Centro de Artes de Seúl, Corea.


La más conocida de todas sus creaciones es Un libro. Publicado en 2010, estuvo en la lista de los más vendidos del The New York Times en la categoría de libros infantiles durante más de cuatro años (hecho que avalan los dos millones de copias vendidas en todo el mundo).
Este álbum interactivo basado en el acto (o juego, según se mire) de pasar página y el uso del amarillo, el azul y el rojo, es una delicia para cualquier lector (independientemente de la edad), ya que es capaz de establecer un diálogo muy especial entre nosotros y ese objeto tan devaluado últimamente, además de elevarlo a una dimensión que supera a la de muchos videojuegos.


Si bien es cierto que es un ejercicio sorprendente donde la anticipación y la sorpresa van de la mano, también tiene que ver con la psicomotricidad, algo que muy pocos autores de la llamada LIJ habían desarrollado y que estableció un punto de partida muy interesante para otros nuevos productos que hoy día incorporan elementos parecidos en esa materialidad que acompaña al objeto-libro.


Partiendo de esta serie de premisas, se acaba de publicar en nuestro país su secuela, La mano mágica, un álbum que cambia de protagonista y se centra en el lector como creador de un universo que tiene su reflejo en el libro. Centrado en los diferentes tipos de trazos y los colores básicos, Tullet nos invita a despertar ese poder que todos tenemos oculto en las palmas y dedos de nuestras manos.



El segundo libro que les traigo en este pequeñísimo monográfico lo acaba de publicar para nuestro disfrute la editorial Librooks. Es ¡No confundas!, una obra estupenda que en 1998 recibió el Premio Bologna Ragazzi en la categoría de no ficción y que lleva unas cuantas ediciones por delante. Cosa que no me extraña porque, además de tener más de 140 páginas (¡Mejor! No sé qué pasa con los libros de este señor, pero uno no quiere que lleguen a su fin), es una maravilla a la hora de desarrollar conceptos opuestos o complementarios, antónimos de todo tipo y mucho vocabulario (hay tándem de palabras que me encantan… “verdadero” y “falso”, “orden” y “desorden” son mis favoritas)



Si bien es cierto que, comparativamente con los anteriores, la interactividad se reduce (si es que eso se puede decir de algún libro…), el lector-espectador recorre este imaginario gracias a unos agujeros que recorren las páginas y funcionan a modo de nexo de unión entre estas parejas de conceptos. Del mismo modo, Tullet sigue dando vueltas sobre su estilo colorista y un tanto ecléctico que combina diferentes medios para crear unas imágenes donde siempre cabe el humor.


El tercero y último de los libros que incluyo en esta multi-reseña es La expo ideal, un libro que parte del proyecto colaborativo que Tullet lanzó en 2018 para valorar el impacto de su filosofía e idiosincrasia creativa gracias a la participación de lectores de todo el mundo. Esta iniciativa, que en principio consistía en una serie de talleres visuales en forma de serie web y una exposición virtual colectiva, se materializó en el libro que nos ha traído Kókinos este otoño a las librerías.


De los tres títulos que aquí recojo, probablemente sea el más visual. En él se recogen la mayor parte de los recursos estéticos que suele utilizar el autor francés afincado en Nueva York. Páginas desplegables que recuerdan a leporellos, troqueles que seleccionan unos colores sí y otros no, series que suman y otras que restan, acumulativas o repetitivas, collages y fotografías, y los tres colores básicos se combinan en esta exposición en forma de cuaderno con gusanillo que, como otras obras de Kveta Pacovsca o Katsumi Komagata, nos sumerge en una amalgama de recursos visuales que inspiran y desbordan al artista que todos llevamos dentro.

viernes, 17 de mayo de 2024

Sueños imposibles


Que soñar es una delicia ya lo sabemos, sobre todo cuando la noche nos sorprende con historias agradables y nuestra mente se llena de cosas deseables. Volar a lomos de una libélula, esquiar sobre una montaña de fresas con nata o veranear con una familia de sirenas pueden hacer las delicias de cualquiera.
Una de tantas cosas curiosas que me dejé en el tintero cuando escribí A pierna suelta (las páginas eran las que eran) fue el de la evolución en la tipología de los sueños a lo largo de nuestra vida, me voy a resarcir en este post de hoy.


Como las ensoñaciones se construyen en base a imágenes, sensaciones y datos que almacenamos en nuestro cerebro, nuestros sueños van cambiando conforme vamos haciéndonos adultos. En la infancia, los sueños suelen ser más fantásticos, pero conforme envejecemos, el realismo se hace más patente en ellos y la probabilidad de construir un mundo onírico a base de situaciones que se acerquen más al mundo laboral, los viajes de placer o las cuitas familiares, es mayor.
Esto no quiere decir que un adulto no pueda soñar con un país gobernado por los unicornios, pues todo depende de lo que el sistema nervioso se nutra a diario. Si usted lee literatura fantástica o es un fanático de las series futuristas, este tipo de elementos también aparecerán en sus sueños.


Bien pensado, es una pena que los adultos solo tengamos desventajas, no solo en la vida cotidiana, también cuando dormimos. Ni siquiera los espacios imaginarios, o mejor dicho, oníricos, pueden hacer frente a esas vidas tan aburridas que nos marcamos. Quizá la mejor solución es darle un giro a estas y buscar en la subversión un arma que blandir en caso de aburrimiento manifiesto.


Y continuando con los sueños, nos adentramos en el mundo de Murdo, el protagonista del álbum de hoy publicado en nuestro país por la editorial Librooks. Con el subtítulo El libro de los sueños imposibles, Alex Cousseau y Éva Offredo nos acercan al universo de un personaje muy entrañable que nos inspira y seduce a partes iguales.


Si todavía pensáis que los yetis no existen, estáis equivocados, pues Murdo es uno de esos hombres de las nieves cubiertos de pelo que viven en lo alto de las montañas. Aunque muchos les endosan el adjetivo abominable, con Murdo están completamente equivocados, pues este ser, además de encantador, tiene un mundo interior la mar de enriquecido. Prueba de ello son esos sueños suyos en los que teje un jersey con las palabras de un poema, se esconde en un zapato o disfruta de un bocadillo de todo lo que pilla.


Poético a rabiar, el texto de este álbum narrativo nos presenta la vida y circunstancias de un personaje en el que cualquiera, independientemente de su edad, se puede ver reflejado sin perder de vista sus propios sueños a lo largo de sus 88 páginas. Acompañado de unas ilustraciones donde la curva, el azul, el rojo y el blanco conviven a la perfección, se dibuja una historia que atrapa, embellece el momento y nos deja volar sin rumbo.