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sábado, 2 de diciembre de 2023

Sueños hechos realidad


En mi tercer año de carrera decidí matricularme en etología, una asignatura optativa que trataba el comportamiento animal desde muy diferentes prismas. A mitad del cuatrimestre, una de las profesoras se centró en el sueño y en los procesos que, como la hibernación, desarrollan ciertos animales. Quedé tan sorprendido que empecé a recopilar datos sobre todo lo que sucedía a la hora de dormir.
Muchos años después, cuando este espacio cumplió diez años, pedí a un buen puñado de ilustradores iberoamericanos que me prestasen algunos de sus trabajos para soplar las velas junto a esta exposición virtual. De entre todas las imágenes que me enviaron, fue la de Ana Rodríguez la que, junto a aquellas notas sobre el sueño, me llevaron a proponerle un libro informativo sobre estos procesos fisiológicos y todo lo que los rodea. 


Nos pusimos manos a la obra y fueron surgiendo ideas a lo largo de los tres últimos años. Capítulos dedicados al ciclo del sueño, la melatonina, los trastornos del sueño, las características de los sueños, las sustancias estimulantes, los sedantes o consejos para dormir adecuadamente. Conforme íbamos adentrándonos en estos procesos, se abrían nuevos caminos por los que transitar y diferentes formas de expresarlo. A pierna suelta. Pequeño manual del sueño iba creciendo.


El libro empieza con un niño que, harto de hacer cosas, se viste con su mejor pijama, apaga la luz y se dispone a dormir. Podemos encontrarlo pululando por el libro, haciendo todo tipo de cabriolas durante el sueño, hasta que llega la mañana y se vuelve a lanzar a la actividad. Alusiones al arte, a los personajes de cuento, a la literatura, incluso a un buen desayuno, son elementos que articulan este libro de no ficción.
Un poco harto de los libros infantiles con apenas texto (¡Que yo leí Robinson Crusoe con ocho años!), decidimos crear un manual del que se desterrasen los fuegos artificiales y cupiesen todas las edades. Así, niños, jóvenes, adultos y ancianos pueden utilizar el libro como punto de encuentro en el ámbito familiar, ya que es muy ecléctico y posee varios niveles de lectura. Ideas útiles, cuestiones sorprendentes, detalles graciosos y desmitificaciones. El libro se adentra en cuestiones de toda índole que se adscriben al universo de los sueños con mucha personalidad.


Algo a lo que también contribuyen unas ilustraciones cargadas de ternura, humor y metáforas. Luminosas e infantiles, ayudan a esa convergencia intergeneracional, un espejo en el que las tres edades nos podemos encontrar sin necesidad de hablar. Solo tenemos que disfrutar de la lectura en un tono distendido y ameno.


Lecturas acompañadas y lecturas autónomas. De buena mañana o a la luz del flexo. Por capítulos o de un tirón. Cualquier opción es buena con un libro que invita a realizar un diario de sueños, juega a las adivinanzas o sugiere espacios en los que hallar más información.


Por último dar las gracias a Arianna Squilloni y Teresa Benéitez por sus lecturas y alguna que otra idea, a Paula Alenda por la estupenda maquetación, a mi queridísima Patricia de Cos por algunos ajustes y la revisión ortotipográfica, y por supuesto a Cesáreo Martín de la Vega y Antonio Alcolea de la editorial Iglú por confiar en este proyecto que es un sueño hecho realidad.

martes, 28 de noviembre de 2023

La muerte es así


Ayer murió Miguel A. López, El Hematocrítico, una persona muy querida dentro y fuera de la LIJ que nos dejaba muy joven y llevándose un montón de buenas ideas con las que llenar los libros infantiles. Casualmente, ayer fue el día en el que también nos dejo Gloria Fuertes, la poeta y escritora que tanto hizo por los críos. 
No son los únicos. Se calcula que que cada día fallecen entre 100.000 y 150.000 personas en todo el mundo. Un dato que da bastante vértigo a todos los mortales. Pero claro, en eso consiste el juego de la vida, en nacer y morir. Murió Cleopatra, Julio César, Aristóteles, Juana La Loca y Hans Christian Andersen. Todos estamos condenados a un mismo final.


Lo difícil es imaginarse qué sucede después, adónde nos lleva la muerte, de qué seremos capaces, de qué no. Un sendero de no retorno (o al menos eso nos dicen las estadísticas). que sugiere muchas cosas y en el que, curiosamente, sí-pero-no queremos meter la patita. Y aquí tenemos a tres valientes que lo han hecho. 
Una filósofa (Ellen Duthie), una socióloga (Anna Juan Cantavella) y un ilustrador (Andrea Antinori) se adentran en los recovecos de la muerte, el fenómeno natural por excelencia sobre el que se deslizan montones de cuestiones que, en un susurro o gritándolas a los cuatro vientos, llevan lacerando a la humanidad desde su aparición sobre la tierra como animal racional.


En ¿Así es la muerte? se reúnen, como el subtítulo indica, 38 preguntas realizadas por niños de entre 5 y 15 años procedentes de diferentes países. Esta selección se llevó a cabo gracias a un proyecto internacional en el que se recopilaron más de mil preguntas (La gran parte recogidas en las guardas del libro, todo un detalle como reconocimiento a la ayuda prestada por estos pequeños colaboradores). Con la ayuda de una bióloga (Xaviera Torres) y una psicóloga (Montse Colilles), todos intentan (incluido el ilustrador) dar respuestas a cuestiones complejas o, al menos, establecer senderos por los que transitar en ese intrincado y desconocido mundo que es la muerte.


Filosóficas, históricas, biológicas o teológicas. Preguntas de todo tipo. ¿Cuándo sabemos si un muerto está realmente muerto? ¿Por qué se entierra a los muertos? ¿Cómo se hacen las lápidas? ¿Qué sentido tiene la vida si vamos a morir? ¿Es verdad que cuando te decapitan, tu cuerpo corre sin cabeza? ¿Qué hay después de la muerte? Son algunas de las cuestiones que recoge un volumen de factura exquisita en el que todos los elementos nos hablan al unísono y por separado.


Respuestas razonadas, desarrollos teóricos y metáforas humorísticas componen cada capítulo, que además cuenta con nuevas preguntas y enlaces a otros capítulos que favorecen la cohesión de una misma línea argumental, algo que gusta mucho en la editorial Wonder Ponder.
Del mismo modo, me parece muy adecuado que las autoras se hayan decantado por el género epistolar para alzar la voz, una que, sin caer en la condescendencia (muy típica cuando hablamos de un tema tan peliagudo como este), se aproxima de manera tierna y simpática a cualquier tipo de lector y no sólo al infante.


Visiones religiosas, aspectos científicos, humor negro y un sinfín de curiosidades se amalgaman en esta guía ilustrada que se deja de tabúes y eufemismos para tratar un tema universal que, innecesariamente, suscita reticencias en muchas familias. Guiños a la pintura, a la literatura, al cine y a la cultura pop, llaman la atención de cualquier espectador y nos abren la puerta del mundo de ultratumba, haciendo el viaje mucho más agradable.

martes, 26 de febrero de 2019

¿Sube o baja la LIJ?



Todo sube y toda baja. Hace unos años los de Podemos estaban en la cresta de la ola, hoy son los de Vox los que les llevan la delantera (Veremos quienes ganan la próxima carrera electoral…). Cuando el Real Madrid no está en lo más alto, es el Barça el que tira millas (ojalá los sobrepase el Atlético, que ya estoy harto de tanta casta). Esto de las sucesiones también pasa con las divas del pop. Primero fue Madonna, le siguió Britney Spears, irrumpió  más tarde Beyonce, después Rihanna, apareció Lady Gaga hasta llegar a Dua Lipa. Así han ido unas y otras, subiendo y bajando.
La cosa no sólo va de estrellas de la canción pues la gravedad pone todo en su sitio (a menos que controlemos eso de levitar). Suben y bajan las grúas, también las norias y los ascensores. Suelen subir los aviones durante el despegue y suelen bajar durante el aterrizaje (esperemos que no sea de golpe). También sube el mercurio (cuando los termómetros se fabricaban con este metal fluido) en verano y desciende con las heladas del invierno. La savia bruta sube por el floema, y la elaborada baja por el xilema. También los humanos cuando crecemos, también los humanos cuando mermamos.


Hay cosas que siempre suben, como la hiedra cuando trepa por los muros, como las burbujas del champán, y cosas que siempre bajan, como las raíces que se entierran en las profundidades del suelo y los mineros que hurgan en las entrañas de los yacimientos.
Incluso la LIJ ha tenido sus periodos de crecimiento y de involución. No sé en qué momento estamos. Quizá la producción sigue subiendo, quizá los lectores continúen bajando, quizá se está acercando la fecha de caducidad, quizá nos hemos empeñado tanto en su difusión y transcendencia que hemos aburrido a cualquier aficionado potencial. Todo depende de cómo las fuerzas se opongan, de cómo sea su módulo, dirección y sentido. Así que mantengamos el equilibrio, nos lo dice Marta Comín en su libro Suben y bajan (editorial A buen paso).


Este libro ha pasado bastante desapercibido por los circuitos del álbum y necesita un hueco en el panorama del libro informativo (quizá no estricto pues la ficción también se abre camino en él) pues constituye una vía gráfica (y narrativa) inmejorable para establecer semejanzas, diferencias y variaciones respecto a las clásicas dicotomías que rigen nuestro lenguaje. Quizá pudiera dirigirse a prelectores y primeros lectores, sobre todo por la economía del lenguaje escrito y unas ilustraciones donde el contraste del colorido, la bidimensionalidad y lo recortado de las formas es muy patente, pero lo cierto es que cuanto más lo leo, más me encuentro en él, no sólo por lo evocador de las imágenes sino por el sentido cíclico que se observa en el orden natural y/o artificial, así que no se dejen engañar por su tamaño o apariencia, pues un adulto también puede ver su reflejo en él.
Por último vaticino que si se hubiera diseñado como boardbook, hubiera subido más… O quizá hubiera bajado… Quién sabe… Todo pasa, nada queda.

martes, 25 de septiembre de 2018

Filosofando como niños



Cuando allá por los ochenta todavía existían las clases de ética, éramos pocos los que aparcábamos la religión para plantearnos otra mirilla a través de la que ver nuestra vida infantil. En primaria era el único que cursaba la asignatura de toda la clase y como por aquel entonces no había tanto separatismo (siempre he sido muy comprensivo con las mayorías), me dedicaba a mis fichas mientras los demás escuchaban sobre el ser buenos cristianos. Los mensajes no diferían mucho, lo único que cantaba es que yo pensaba por mí mismo las respuestas (todavía no sé cómo me dejaban sólo sabiendo lo bicho que era), mientras que el resto asentían ante el dogma.
Luego llegaron los noventa y el BUP. La cosa se fue animando en los circos (¡Ups!, quería decir clases) de Tomás Miranda. Todos pensábamos que la ética tenía que ver con los grandes problemas morales, pero descubríamos que, tras esa presupuesta trascendencia, se escondían preguntas que podíamos extrapolar a lo cotidiano, cuestiones que nunca nos habíamos planteado pero que estaban insertas en lo humano, en su naturaleza racional.
Debates, juegos de roles, intercambios de pareceres… Todo eso y mucho más, aunque todavía pervive de una manera más críptica en las aulas y depende mucho de los profesionales de la filosofía y del pensamiento, es lo que se intenta reforzar desde iniciativas como, Wonder Ponder, un proyecto de filosofía visual para niños que ha roto muchos de los esquemas que se presentaban en la educación de la ética y eso del pensar en las primeras edades.


Ante las denostadas humanidades, dos cabezas biempensantes, Ellen Duthie, filósofa, traductora y gran lectora de álbumes ilustrados (yo creo que aquí reside el germen de esta idea que plantea un camino hacia la filosofía utilizando lenguajes verbales y gráficos), y Daniela Martagón, ilustradora, entran en comunión junto a la editora Raquel Martínez Uña, para crear una serie de tarjetas en las que, a partir de una situación real o fantástica, se plantean diferentes caminos en las mentes creadoras de los críos y no tan críos (les puedo asegurar que dan de sí para jóvenes y adultos, ¡que la filosofía es para todos!) que giran en torno a una temática específica dependiendo de la caja.


Mundo cruel, Yo, persona, Lo que tú quieras y ¡Pellízcame! son las cuatro cajas/libro que se pueden encontrar hasta el momento. Temas como la realidad y la fantasía, el mundo virtual, la violencia humana, las leyes naturales, la empatía, lo propio y lo ajeno, la convivencia, o la consciencia de uno mismo, son los que estas creaciones pretenden abrir a los ojos de escolares de Madrid, Londres, Quebec, Santiago de Chile, Valparaíso, México DF, Ciudad del Cabo, Buenos Aires, Delhi o Tokio (¿Acaso la filosofía no es universal?), desde un lenguaje cuidado y una estética cercana.


Teniendo en cuenta esa perspectiva pedagógica que a veces me abruma (defecto profesional, ya saben), veo innumerables bazas a este proyecto. La primera es lo aperturista del mismo. Acostumbrados a las preguntas cerradas y las respuestas únicas, los niños están muy atontaos y dirigidos. Necesitan desplegar su propio abanico de posibilidades. Unas que, ilógicas o poco plausibles, son necesarias. Simplemente porque les invitan a la reflexión, a utilizar las herramientas de las que disponen, a plantearse nuevas estrategias, planteamientos diferentes, a utilizar su imaginación y un sinfín de destrezas más. Guiscan en su subconsciente y rompen esquemas fijados y preconcepciones para, después de un proceso intelectual, quizá llegar a las mismas.
Por otro lado no creo que cada caja sea independiente de la otra, sino que todas tienen algo que ver entre sí. Que estén delimitadas físicamente no quiere decir que el adulto no pueda establecer nuevos nexos entre ellas, e incluso continuar con otras preguntas que se sucedan en el diálogo personal y/o colectivo, algo en lo que ya cayeron las autoras prestando tarjetas vacías donde los espectadores pueden plantear, dibujar nuevos puntos de partida.
En fin, que como profesor de ciencias me parece una iniciativa deliciosa porque si algo denoto en esta infancia/juventud que se nos avecina es una falta de estrategias que les permitan pensar. Así que… ¡A por ellas! Presiento que les van a dar mucho juego a pesar del peligro que esto suponga (N.B.: Ya saben que la libertad de pensamiento suele ser subversiva, y eso, a veces, suscita reticencias).