martes, 26 de febrero de 2019

¿Sube o baja la LIJ?



Todo sube y toda baja. Hace unos años los de Podemos estaban en la cresta de la ola, hoy son los de Vox los que les llevan la delantera (Veremos quienes ganan la próxima carrera electoral…). Cuando el Real Madrid no está en lo más alto, es el Barça el que tira millas (ojalá los sobrepase el Atlético, que ya estoy harto de tanta casta). Esto de las sucesiones también pasa con las divas del pop. Primero fue Madonna, le siguió Britney Spears, irrumpió  más tarde Beyonce, después Rihanna, apareció Lady Gaga hasta llegar a Dua Lipa. Así han ido unas y otras, subiendo y bajando.
La cosa no sólo va de estrellas de la canción pues la gravedad pone todo en su sitio (a menos que controlemos eso de levitar). Suben y bajan las grúas, también las norias y los ascensores. Suelen subir los aviones durante el despegue y suelen bajar durante el aterrizaje (esperemos que no sea de golpe). También sube el mercurio (cuando los termómetros se fabricaban con este metal fluido) en verano y desciende con las heladas del invierno. La savia bruta sube por el floema, y la elaborada baja por el xilema. También los humanos cuando crecemos, también los humanos cuando mermamos.


Hay cosas que siempre suben, como la hiedra cuando trepa por los muros, como las burbujas del champán, y cosas que siempre bajan, como las raíces que se entierran en las profundidades del suelo y los mineros que hurgan en las entrañas de los yacimientos.
Incluso la LIJ ha tenido sus periodos de crecimiento y de involución. No sé en qué momento estamos. Quizá la producción sigue subiendo, quizá los lectores continúen bajando, quizá se está acercando la fecha de caducidad, quizá nos hemos empeñado tanto en su difusión y transcendencia que hemos aburrido a cualquier aficionado potencial. Todo depende de cómo las fuerzas se opongan, de cómo sea su módulo, dirección y sentido. Así que mantengamos el equilibrio, nos lo dice Marta Comín en su libro Suben y bajan (editorial A buen paso).


Este libro ha pasado bastante desapercibido por los circuitos del álbum y necesita un hueco en el panorama del libro informativo (quizá no estricto pues la ficción también se abre camino en él) pues constituye una vía gráfica (y narrativa) inmejorable para establecer semejanzas, diferencias y variaciones respecto a las clásicas dicotomías que rigen nuestro lenguaje. Quizá pudiera dirigirse a prelectores y primeros lectores, sobre todo por la economía del lenguaje escrito y unas ilustraciones donde el contraste del colorido, la bidimensionalidad y lo recortado de las formas es muy patente, pero lo cierto es que cuanto más lo leo, más me encuentro en él, no sólo por lo evocador de las imágenes sino por el sentido cíclico que se observa en el orden natural y/o artificial, así que no se dejen engañar por su tamaño o apariencia, pues un adulto también puede ver su reflejo en él.
Por último vaticino que si se hubiera diseñado como boardbook, hubiera subido más… O quizá hubiera bajado… Quién sabe… Todo pasa, nada queda.

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