Por
fin se ha dado el pistoletazo de salida a ese gran escaparate “lijero” conocido como Feria de Bolonia. Coincidiendo este año con el periodo vacacional (a más de uno
le ha venido de perlas para darse un garbeo por la Liga Norte italiana) y con
la celebración del Día del Libro Infantil
(próximo jueves) se intuye un evento un tanto animado (que por cierto no
veré este año…, es lo que tienen azulejos, ladrillos, cemento y escombro,
¡quién me mandará!).
Además
de la gran cantidad de actividades, presentaciones de libros, coloquios, mesas
redondas, ágapes, encuentros repentinos, exposiciones y el muro publicitario de
la entrada (me chifla ese lugar atestado de carteles improvisados, tarjetas de
visita y, sobre todo, de anuncios ilustrados), la Bologna Children's Book Fair no deja de ser
una feria comercial en la que priman los negocios.
De
entre todos los profesionales que van a buscarse la vida, siempre me llaman la
atención los ilustradores que, tras esperar largas colas, intentan hallar la oportunidad
que les haga despuntar en próximas temporadas en esto del libro infantil. A pesar de lo hermoso que tiene
buscar un sueño, no hemos de olvidar la realidad con la que topan estos
profesionales…
Para
evitar peligros y desilusiones innecesarias, he aquí una serie de consejos (aparte de hacerse visibles en el muro de los ilustradores, obligación para todos estos artistas, me aventuro a cuestiones más prácticas), mi decálogo para el
ilustrador que visita Bolonia (por primera o undécima vez, ya saben que el
hombre tropieza y tropieza hasta cotas insospechadas) con ánimo de abrirse
hueco en el negocio editorial:
1º. Saber qué editoriales estarán en la feria. El elenco de editoriales y agencias asistentes a este tipo de ferias
se hace público con el suficiente tiempo de antelación, por lo que la visita ha
de ser preparada con anterioridad.
2º. Clasificarlas en grupos con ciertas similitudes. Editoriales
internacionales, grandes grupos nacionales, casas independientes que publican en varios
idiomas y otras que se dedican a ámbitos más restringidos, editores locales, de
occidente u orientales… Todas las empresas tienen sus particularidades y
debemos saberlas antes de sumergirnos en ellas.
3º. Estudiar el fondo editorial de cada una de ellas (hay editoriales más eclécticas y otras más especializadas en un tipo de libro o ilustración) y ver si nuestro estilo tiene cabida en alguna.
4º. Pedir información a otros colegas de
profesión sobre estas editoriales
para conocer de antemano sus bazas, los puntos débiles o, simplemente para
descartarlas de nuestra selección. En las redes sociales hay lugares donde se puede intercambiar información
y opiniones sobre ciertos editores y agencias de ilustración: use la experiencia previa de otros.
5º. Elegir y solicitar cita con antelación y optimizar así nuestra estancia allí. Una agenda bien estructurada es más práctico
que acarrear sin rumbo nuestro portfolio (no soy partidario de dar tumbos a lo pavo por la inmensidad de aquellos pabellones).
6º. Establecer una serie de prioridades (“¿Con qué tipo de editorial queremos trabajar?" y "¿Qué tipo de trabajo buscamos?”
Son las preguntas básicas a las que debemos responder, después vendrán otras que, a mi
juicio, son secundarias).
7º. Preparar un portfolio adecuado para
tal efecto (aquí poco he de decir pues hay grandes profesionales dentro de escuelas de ilustración y facultades de bellas artes que pueden orientarles mejor que yo).
8º. Presentarnos, mostrar nuestro trabajo, ofrecer nuestros servicios, y, en caso de interesarse por él, debemos escuchar las condiciones de trabajo y tomar nota de las mismas para consultarlas con gente de confianza y asesores en la materia. No es oro todo lo que reluce. Sopese pros y contras.
9º. Dejar pasar un tiempo. A veces la
toma de decisiones en caliente nos puede llevar a equívocos poco
satisfactorios. Es preferible ser paciente, no ser arbitrario y dejar que la aguja se pose en nuestra brújula interior.
10º. No frustrarse. Hay que seguir
buscando oportunidades. Hay un gran campo de acción y muchos tipos de
editoriales en las que, seguramente, encaje nuestro estilo. Si algo bueno tienen
todas las ferias es que están llenas de ilusión.