miércoles, 25 de mayo de 2016

De juguetes en los libros, una selección / About toys and picture books, a selection

 

Todos los artefactos inventados por el ser humano, incluidos los libros, tienen diferentes funciones, unas inherentes (en el caso del libro: leer o pasar páginas) y otras que pueden hacerse extensivas a diferentes tipos de objetos (coleccionismo acumulación de polvo o fetichismos).
A la hora de decantarse por unos u otros, cada uno tiene sus preferencias, véanse zapatillas deportivas (lo admito, soy un poquito macarra), latas de conservas (también catacaldos), antiguallas (¡Lo que disfrutamos María José y yo con una chatarrería! ¡Viva la quincalla!) o los juguetes, esos que, además de llenar las habitaciones infantiles, se toman como excusa en multitud de libros para niños. Y de eso va la selección de hoy: de juguetes en los libros.
En primer lugar tenemos que ser conscientes de que la historia del juguete, como extensión del juego, se desarrolla paralela a la de la humanidad. Son esos artilugios que siempre han acompañado en la crianza de los niños, que los han entretenido e instruido, para enseñarles el mundo desde una escala menor. Por ello, cabe decir que el juguete es un instrumento anterior al libro, mucho más si hablamos de libros infantiles, un objeto presente en nuestras vidas desde hace un par de siglos.
Bastantes son los autores que se han servido de estos elementos para conducir (utilizo este verbo porque en muchos casos es el mas apropiado) las mentes infantiles desde una perspectiva literaria debido a la fácil identificación que el pequeño lector realiza con estos objetos de lo cotidiano, de su imaginario.
Osos de peluche, soldados de plomo, muñecas, juegos de mesa, marionetas o vehículos sobre ruedas hacen las veces de mediadores entre el mundo infantil y el medio adulto, entre lo literario y lo real, para hacer llegar al lector los mensajes más variados o construir en el respuestas propias ante conflictos ajenos. Es bastante llamativo que en la mayoría de las historias que hoy les propongo en esta selección, sus protagonistas pasan de ser meros elementos pasivos e inertes, a formar parte activa del mundo que les rodea, se vuelven sujetos animados en los que la conciencia toma partido. Esto es algo que se puede extrapolar al mundo infantil, en el que el sujeto pasa de ser un mero receptor dentro de un entorno adulto, a un actor con voz e intereses propios y que es capaz de equivocarse. En otros casos, los juguetes son la excusa perfecta para divertirse, dejar volar la imaginación y transportarse fuera y dentro del papel, construyendo mundos imaginarios en los que moverse a sus anchas.
Dejando a un lado las similitudes entre la ilustración infantil y los juguetes (¿Encuentran semejanzas entre el Juul de Gregie Maeyer y Koen Vanmechelen y los juegos infantiles de construcción? ¿Dirían que las ilustraciones de Enrique Quevedo se inspiran en los antiguos mecanos?), me he querido centrar en argumentos y elementos evidentes de los libros ilustrados para realizar el siguiente listado.
Aunque en un principio intenté organizar los siguientes títulos en diferentes categorías, aborté la misión ya que, a pesar de que algunos eran fácilmente clasificables, otros muchos eran más complejos y trataban infinidad de temas. Es por ello que he decidido obviar estas tipologías y me he decantado por hacer una serie de apuntes sobre cada título. Además, también he señalado aquellos títulos que tenían cabida en esta selección pero que sólo podemos encontrar editados en otras lenguas extranjeras.
Disfrútenla y, sobre todo ¡jueguen!


Ungerer, Tomi. Otto, la historia de un osito de peluche. Ediciones B. (Historia occidental siglo XX).



DiCamilo, Kate y Ibatouline, Bagram. El prodigioso viaje de Edward Tulane. Noguer. (Viaje iniciático; Segundas oportunidades; Amor).



Müller, Jörg. El soldadito de plomo. Lóguez. (Segundas oportunidades)



Hissey, Jean. El viejo oso. Zendrera Zariquiey. (Segundas oportunidades; Amistad)



Stevenson, James. La noche después de Navidad. Anaya. (Segundas oportunidades)



Deedman, Heidi. ¡Demasiados juguetes! La casita roja (Segundas oportunidades)



Schubert, Dieter. Monky. Ekaré (otra edición antigua en Lumen). (Segundas oportunidades)



Blake, Quentin. Clown. Red Fox (Amistad; Segundas oportunidades; No está editado en castellano pero al ser un libro sin palabras no importa).



Van Allsburg, Chris. Jumanji. Fondo de Cultura Económica. (Aventuras)



Harper, Piers. El oso del abuelo. Juventud. (Ensoñaciones)



Percival, Tom. El mar lo vio. Andana. (Segundas oportunidades, Familia, Aventuras)



Freeman, Don. Corduroy. Puffin Books (Diferencias de clases; Segundas oportunidades)



Schaapman, Karina. La casa de los ratones. Blackie Books. (Relatos)



Sakaï, Komako (basado en una historia de Margery Williams). El conejo de peluche. Corimbo. (Segundas oportunidades; Conciencia de la realidad)



Frances Hodgson Burnett. Racketty-Packetty House and other stories. Dover (Relatos; Aventuras; Sólo en inglés).



Ferrell, Sean y Santoso, Charles. No me gusta mi koala. Picarona. (Cariño filial)



Emily Gravett. Mi mono y yo. Picarona. (Imaginación)



Guillaume Guéraud y Beatrice Alemagna. Omega y la osa. Kókinos (Aventuras; Imaginación)



Anthony Browne. Gorila. Fondo de Cultura Económica. (Ausencia paterna)



Vincent, Gabrielle. La pequeña marioneta. Zendrera Zariquiey. (Expresiones e imitaciones)



Hans Christian Andersen. La pareja de enamorados o El trompo y la pelota. Varias editoriales. (Amor y superficialidad)



Kitty Crowther. ¿Entonces? Corimbo (Compañeros / Buenas noches)



Jandl, Ernst y Junge, Norman. Ser quinto. Lóguez. (Miedo a lo desconocido)



Antonio Ventura y Federico Delicado. La noche de los juguetes. Tramuntana (Aventuras; Acompañando en la noche)



Norac, Carl y Dautremer, Rébecca. Sentimento. Edelvives. (Ser diferente)



Hughes, Shirley. Peluche. Flamboyant. (Disputas infantiles)



Cooper, Helen. Historias de juguetes. Juventud. (Relatos)



Cooper, Helen. El niño que no quería dormir. Juventud. (Acompañando en la noche)



Ichikawa, Satomi. ¿Hay osos en Africa? Corimbo. (Un mundo diverso)




Hoffman, E.T.A. El cascanueces. Olañeta (Clásico; Aventuras; Ver ediciones ilustradas por Roberto Innocenti, Lisbeth Zwerger -en castellano ambas- y Maurice Sendak -en inglés-)



Carlo Collodi. Las aventuras de Pinocho. Ilustraciones de Roberto Innocenti. Kalandraka. (Clásico; Viaje iniciático)



Andersen, H. C.. El soldadito de plomo. Varias editoriales (Clásico; Viaje iniciático; Ver edición ilustrada por Page Tsou, Monica Laingruber o Fred Marcellino)



Milne, A. A. Winnie de Pooh. Ilustraciones de E. H. Shepard. Valdemar. (Clásico; Aventuras; Relatos)



Krauss, Ruth y Sendak, Maurice. Osos. Kalandraka. (Complejo)



Ponti, Claude. El álbum de Adela. Lata de Sal. (Imagiario)


Documentos de ampliación




martes, 24 de mayo de 2016

Encuentros de palabras y versos como colofón


Mientras el traqueteo del tren se convierte en la melodía del camino, uno se emboba con el paisaje y empieza a darle al coco, a lo que acontece. Como a lo del pasado sábado...
Me crucé la península cargado de libros (¡Lo que pesa el cartoné!) hasta dar con mis huesos en la comarca del Somontano. Barbastro, para más datos. A media mañana abrí la maleta y fui ¿sacando?... ¡Qué va! ¡Contando! Una a una las historias que había buscado. Y mientras, yo me hablaba, ellos se leían y todos nos ibamos escuchando. Así son los libros, que, desde Huesca a Albacete, van conversando de patos y muertes a las que algunos se muestran reticentes, de bombines y otros utensilios desternillantes, de cómo las rectas conquistan a los puntos, de vacas que la diñan al principio para vivir en muchos finales, del pastel que cocina el bueno de Miguel, de olas salvajes y juguetonas, de hilos que tejen nuestros días, de ratones que miran el mundo con otros ojos, o incluso, de otras geografías.
Lo único que me faltó, y que una voz potente se encargó de recordarme, fue algo más de poesía. Y como el aquí lector, aunque cachondón, también hace las veces de respondón, les ha traído a los docentes del Alto Aragón, un poema como colofón, que, como bien dice Cris Ramos,

A los maestros...
Para que todo mensaje
que pase, pueda volver,
y el amor siga volando
como suele suceder.

***

El maestro escribía
con letra redondeada
la propuesta del día.
Ni un rumor ni una risa,
sólo las bien peinadas
frasecitas en tiza.

El maestro quería
una carta explicar:
cómo armar su escritura
qué pensar, qué anotar.

Pues la carta -decía-
tiene un efecto tal
que hace que los lejanos
se vuelvan a juntar.

[…]

María Cristina Ramos.
En: Papelitos.
Ilustraciones de Claudia Legnazzi.
2004. México: Fondo de Cultura Económica.


viernes, 20 de mayo de 2016

Pintando el tiempo que se va...


Con un fin de semana de contratiempos a la vuelta de la esquina, bien me valdría agenciarme un buen reloj y gestionar el tiempo de manera ligera, ese que a veces suena a corto y que otras corre largo. Al final tendré que echar mano del sol o en su defecto, pintarme uno de arena.

Si no tienes reloj,
en tu muñeca
te pinto uno.

Con la hora que tu quieras.
Sin tener que darle cuerda.
Más ligero que la seda.
Y con una gran esfera.

Si quieres un reloj,
yo te pinto uno
en tu muñeca.

Fran Nuño.
Te pinto un reloj.
En: La hora de los relojes.
Ilustraciones de Enrique Quevedo.
2011.Vigo: Faktoría K de Libros.


jueves, 19 de mayo de 2016

Abrazos sin prejuicios (incluidos los editoriales)


Bien por lo evidente, bien por el contenido, solemos juzgar con cierta ligereza todo lo que nos rodea. Unas veces se perfila como anecdótico (es lo que hay que hacer: no dejarse engañar por las apariencias) y otras trasciende al tiempo (una pena teniendo en cuenta que siempre nos perdemos algo), pero los prejuicios siempre están presentes. Y no crean que sólo llenan los rincones más mundanos de la vida, sino que incluso están presentes en los resquicios culturales... No obstante, cada día que pasa constato más que los juicios poco fundamentados no valen nada, y que las parcelas humanas, o bien acaban engullidas por alguna ¿mala? y fértil yerba que se sale del tiesto, o siguen girando en torno a quien levante más la voz (¿A eso lo llaman pluralidad? Que me meo...).
Como muestra, ejemplifico con las opiniones que se vierten sobre un servidor... Charlatán, malhablado, cínico, básico, provocador, y hasta comercial, son apelativos con los que amigos y enemigos se despachan de lo lindo. Menos mal que, como no soy río, me vuelvo cuando quiero, respondo (¡pobres cuerdas vocales!), les doy unas palmaditas en la espalda, unos besicos y, aquí sigo, sin poner la otra mejilla, dando guerra y capotazos...


Extrapolándolo al mundo de los libros ilustrados me gustaría llamar la atención sobre un punto.... Últimamente, parece ser que sólo las editoriales denominadas “independientes” son las únicas capaces de publicar libros de cierta calidad (se ve que lo de ir a su aire les proporciona más objetividad y ojo clínico, además de cierta heroicidad y estoicismo), pero el caso es que, a pesar de ser denostados en los circuitos y sectores especializados y críticos, los grandes grupos editoriales siguen editando buenos libros, aunque sea a tenor de los primeros. 
No hay que negar que muchos gigantes editoriales están cegados por los productos comerciales y de gran rentabilidad (¡Que levante la mano quien no!), pero tampoco creo que sea una cuestión inherente a ellos, sino a cualquier empresa que quiera seguir creciendo y dando de comer a sus empleados. Es más: Goliat sigue mirando hacia David para proveerse de buenos productos, de libros geniales, algo muy necesario en un mundo de sinergias que algunos rechazan, e incluso abominan por su estrechez de miras (¡Qué malo es eso...!).



Así que no se pongan a la defensiva. Ni todo es tan oscuro, ni todo tan claro, y la industria editorial necesita de todos para dar voz a buenos productos que, de otra forma pasarían desapercibidos. Yo lo llamo “grandes oportunidades dentro de pequeñas editoriales con un éxito comercial visible”...
Como muestra, les traigo un botón: Abrázame, de Simona Ciraolo y editado en castellano por el SM, es un álbum ilustrado que seguramente muchos tacharán de ñoño, estéticamente pobre y simplista, sólo por haber sido editado por uno de nuestros gigantes editoriales. Pero lo que no saben es que fue Flying Eye Books, un sello infantil inglés (Nobrow) tildado de independiente debido a su gran apuesta por el álbum gráfico y el circuito de librerías especializadas, quién adquirió los derechos mundiales de este álbum debut hace unos años. Con ello quiero decir que me apuesto el cuello y no lo pierdo, a que más de un detractor que lo ha conocido en alguna gran superficie de nuestro país, se hubiera corrido del gusto mientras lo leía en el pequeño establecimiento que la casa editorial tiene en el hipster y londinense Shoreditch. 
Despelótense, les dejo... mientras tanto, no se preocupen, que como aquí el único independiente y poco prejuicioso (tengo los míos, pero me río/olvido con/de ellos fácilmente) soy yo, les traigo este exquisito y tierno libro que, con mucho humor (ácido en ocasiones) y unas ilustraciones fabulosas realizadas por una gran profesional que ha estudiado bajo la tutela de Marta Altés y Martin Salisbury, nos enseña que todos los abrazos, son necesarios. Y al que le pinche (guiño al libro), que se rasque.


martes, 17 de mayo de 2016

Narradores orales, ¿patrimonio verbal o literario? Realidades LIJ


A tenor de la publicación por parte de la editorial andaluza Tres Tristes Tigres de Érase un álbum ilustrado de Guridi (Raúl Nieto) concebido como entrañable tributo a la narración oral y los cuentacuentos (me parece la denominación más acertada..., cuentero o cuentista no son de mi agrado), me ha venido a la cabeza cierto debate que relaciona la literatura infantil con los narradores orales, unos profesionales que han adquirido cierta importancia dentro del mundo LIJ. Cabe decir que, a pesar de que ha sido un tema discutido muchas veces dentro del panorama de los libros para niños, nunca viene mal retomarlo y dar así cabida a nuevas aportaciones y/o consideraciones. Ahí voy...
Hasta finales del siglo XX, la literatura infantil había sido una parcela explotada por un grupo reducido de autores patrios o extranjeros que recurrían a formas de literatura “clásica” dentro de la cosmovisión dirigida a los pequeños lectores. A partir de finales de los noventa y la primera década del nuevo milenio, vimos surgir multitud de nuevos autores que, aupados por las editoriales emergentes y/o independientes, así como por el género del álbum ilustrado, proporcionaban una nueva visión en el mundo editorial dedicado a los niños. De entre estos nuevos escritores resaltó un llamativo grupo de narradores orales, esos profesionales que desde el trabajo personal y la sombra habían ido recuperando viejos cuentos y leyendas, o creando historias propias, que se erigía como un nuevo núcleo profesional dentro de la LIJ que aportaba nuevas visiones y formas de expresión escrita frente a los típicos que presentaba el patrimonio literario infantil.


Sobre esta simbiosis entre mundo verbal y mundo literario hay que destacar que es en el género del álbum ilustrado -sobre todo, no de manera exclusiva- donde se alcanzaron los mejores resultados, probablemente apoyados por el valor narrativo de las ilustraciones (N.B.: no puedo elaborar una teoría que dé explicación a este hecho pero podría deberse a que el lenguaje artístico probablemente sustituya a otros elementos propios de la narración oral como son la expresión facial, la gesticulación, el vestuario, el atrezzo o la ambientación). El resultado fue notable e infinidad de obras que buscaban dar alas a nuevas formas de ver el mundo o re-escribir viejas narraciones, vieron la luz a través de editoriales como Kalandraka o OQO.
Probablemente esta realidad tenga diferentes motivos. Por un lado el sector de la narración oral buscó diversificar su profesión hacia nuevos derroteros, abrir otras puertas, enfrentarse a nuevos retos y, por supuesto, buscar formas diferentes con las que ganarse el sustento (en este punto subrayaré para quienes lo ignoren que, excepto casos contados, ningún autor se hace rico con la LIJ). Por otro se debió a la existencia de un vacío -editorial, verbal o literario, llámenlo como quieran-, que necesitaba ocuparse en aras al buen funcionamiento del negocio LIJ y que muchos aprovecharon para dar rienda suelta a sus aptitudes. También hay que señalar la estrecha relación que el narrador oral establece con el público infantil, con los niños: está con ellos, capta su atención, sabe lo qué les gusta y se entienden de modo recíproco (N.B.: En este punto sería bueno acordarse de aquella generación de maestros escritores de los setenta y ochenta, otro sector profesional que tánto fue valorado por el mercado editorial de LIJ). Por último también me gustaría apuntar hacia una dirección comercial o empresarial: es bueno para una editorial contar con autores doblemente rentables ya que la de narrador oral es una profesión nómada e itinerante (aumentamos el alcance geográfico de esas obras a través de publicidad gratuita) y está muy relacionada con el mundo de la palabra y la cultura (consumidores potenciales).


Quizá a muchos les haya exasperado constatar que estos profesionales coparán las oportunidades de ver publicadas sus creaciones, originando así cierta opinión errónea y en parte comprensible, de que sólo ellos fueran capaces de escribir para niños, pero lo cierto es que, personalmente, tras leer algunos libros y haciendo caso omiso a lo puramente comercial (llevo unos meses sumido en una burbuja), constato que el patrimonio literario es de todos (o de nadie, según se mire) y que podemos encontrar narradores que son excelentes escritores (prueba de ello es que todavía siguen trascendiendo) y otros cuya carrera literaria se ha quedado en agua de borrajas.
No negaré que algunos han buscado un hueco en este negocio gracias a sus contactos empresariales y las relaciones con los lectores, pero también les hago ver que, tras aquellos años de bonanza para las editoriales del ramo y la actual crisis económica, creo que esta tendencia, aunque pervive, ha aminorado la marcha, y la industria LIJ de nuestro país cada vez se sirve menos de estos profesionales a la hora de apostar por nuevas visiones en cuanto a álbum ilustrado se refiere. Bien por no obtener los resultados de ventas esperados, bien por haber sido sobre-explotados o por necesidades y/o preferencias en cuanto a mercadotecnia, las casas editoriales empiezan a acudir a buenos escritores que, dejando a un lado su origen, se centran en dos cosas: LEER y ESCRIBIR.