viernes, 28 de junio de 2019

Cerrando el cuaderno...



Y hasta aquí, mi cuaderno de bitácora de este curso. Ciento treinta y dos entradas. No está mal teniendo en cuenta que este tinglado depende de una única persona con tiempo y recursos limitados… Montones de álbumes, bastante poesía, algo de narrativa y cómic. Curiosidades, selecciones y puntos comunes. No podían faltar los temas candentes ni el humor (bueno o malo, de ambos tiene la vida). 
Aunque estoy contento de mis once años en la red y de mi modesta contribución al universo de la LIJ, empiezo a notar el cansancio, no sólo en mí,  sino en un ecosistema literario que está cambiando hacia algo en lo que no sé si puedo/quiero participar. Resumiendo: me voy de vacaciones y no sé qué me deparará el futuro.
Disfruten de las personas que tengan al lado y de los lugares que visiten. ¡Feliz verano a todos!

Lo que pasa en mi cuaderno
no lo acabo de entender.

Escribo en mi cuaderno
agujas y dedales.
Con unas coso versos
con otros, manantiales.

Escribo en mi cuaderno
comentas de papel.
En ellas pongo auroras
que borran su cordel.

Escribo en mi cuaderno
relojes con sombrero.
En ellos las agujas
se visten de jilgueros.

Escribo en mi cuaderno
borrones asustados.
Son huellas y recuerdos
de tiempos ya pasados.

¿Escribo en mi cuaderno
caricias inventadas?
Quizá no escriba mucho.
Tal vez no escriba nada.

Antonio García Teijeiro y Juan Carlos Martín Ramos.
En: Versos y viceversos.
Ilustraciones de Juan Ramón Alonso.
2019. Pontevedra: Kalandraka.



jueves, 27 de junio de 2019

¿Vacaciones tranquilas?



Hoy decimos adiós al curso escolar, uno que no ha sido precisamente un camino de rosas (laboralmente hablando, que en otros aspectos estoy más que contento). Cansancio y hartazgo rebosan a partes iguales y un servidor se merece un descanso de tanto tonto suelto.
No les negaré que estoy deseando poner pies en polvorosa y poner unos cuantos kilómetros de por medio, pero lo cierto es que también voy a disfrutar de mi cueva, que para mí es como un balneario, sin aguas termales pero igual de tranquilo (y no les cuento lo acogedor que es mi sofá).
Igualmente he de confesarles que tengo varios proyectos pendientes y me gustaría darles vida durante las próximas semanas de asueto, que no todo va a ser sombrillas y maletas (¿Q debería dejarme a un lado el trabajo y reposar el fandango lo mejor posible? Ya veremos… que de todo se cansa uno…)


Ante mí se presentan infinitas posibilidades de disfrutar y pasarlo estupendamente, aunque también es cierto que no todo depende del menda lerenda, y los agentes ajenos -a veces adversos- se alían en tu contra y estás deseando que empiece el curso para olvidarte del supuesto descanso estival.
Que sí, que las vacaciones, como la vida, tienen de todo y pueden resultar de lo más aburridas, decepcionantes y horribles, así que lo importante es recargarse de buen humor durante estos días previos, respirar hondo, buenas siestas y estar preparado con un buen manojo de sonrisas para lo que pueda venir.
Y como ya no tengo más ganas de darles la chapa, hoy les dejo con un librito rimado muy simpático, de esos que te alegran el día sin más. Porque Ratones de viaje, de Oli y Natalia Colombo (Kalandraka) bien nos puede resumir unas vacaciones. Maletas, traje de baño, una caravana, crema, sol y playa hacen las delicias de esta troupe de roedores. ¡Tomen nota y déjense llevar! Suele ser lo mejor en estos casos.



martes, 25 de junio de 2019

Regalos de cumpleaños


Ayer fue mi cumpleaños (el real, que el de este sitio ya lo celebramos en febrero) y no me regalaron nada. No se asusten porque la verdad es que no me hace falta mucho. No es una necesidad vital eso de recibir. No voy desnudo ni descalzo y tengo que llevarme a la boca, así que, non ti preocupare, bambini.
No me molesta que no me agasajen, pues la mayor parte de veces que me regalan algo no sé qué decir. En primer lugar está el pudor (me da cierta vergüenza, pues no me educaron para desempeñar papeles protagonistas y sólo sé sonreír como un chino y poner cara de gilipollas). En segundo lugar hay que decir que la mayoría del personal regala por regalar, y ando harto de ropas y colonias. Y la tercera razón se debe a mi propia naturaleza, una un tanto rara y monstruosa que agradece sobremanera lo creativo, imaginativo y bizarro.


No hay ni qué decir que los caprichos siempre son bienvenidos. Unos calcetines molones, unos auriculares inalámbricos, una buena caja de Polychromos o Caran D’Ache (son más caros pero los pigmentos cubren el papel que da gusto), unas sandalias resistentes, el esqueleto interno de un erizo de mar, un retrato de vanguardia, un desayuno a domicilio (este detalle me lo hicieron una vez mis amigos y me eché a llorar) o un libro… No es tan difícil contentarme, ¿verdad?
También es cierto que muchas veces nos regalan algo que de primeras no nos dice mucho, pero luego le encontramos el puntillo. Algo en lo que nunca antes hubiésemos reparado, prendas que no nos atrevemos a lucir, cosas que no sabemos utilizar o aficiones que nunca hubiéramos descubierto por nosotros mismos, tienen que ver con los regalos que nos hacen otros.


Para que piensen en todo esto y mucho más, les traigo hoy Mi amigo futbolista, un álbum muy entrañable de Edward van de Vendel y Alain Verster, publicado en castellano por Thule, en el que se nos habla de fútbol y de amistad. En él, Mateo, el hijo de una familia de granjeros, recibe por su aniversario dos regalos, un balón de fútbol y un cerdo. Está entusiasmado con un buen partido e intenta que Barto, su porcino amigo, comprenda las reglas del juego y pueda disfrutar con él, pero no es posible. Aunque cunde el desánimo, todo dará un giro gracias a la afición de Barto por rebozarse en el barro.
Si a una historia sutil y agradable le unimos las ilustraciones de Alain Verster que, elegantes, sutiles y llenas de un aire evocador (recuerdan a las de Kaatje Vermeire y otros autores de la escuela flamenca), nos permiten hurgar en detalles curiosos (ver todos las fotos de futbolistas famosos o encontrar campos de fútbol a doquier) y llenarnos de su delicado sabor, el libro merece mucho la pena. ¡Ah, y no olviden que los mejores regalos suelen estar a nuestro lado!


viernes, 21 de junio de 2019

De sanación marina y versos robados



Con ganas de olvidar los últimos marrones del curso (que no ha habido pocos) he pensado que me voy para el Mediterráneo a celebrar San Juan y prenderle fuego a todo lo insano, que ando un poco harto de tonterías, sobre todo de las gratuitas. 
Tumbarme sobre la arena, notar cómo me broncea la brisa, el rumor de las olas, el crepitar de las hogueras… ¡Eso sí es vida! Lo único que espero es que no aparezca ningún incauto para robarme la poesía, pues yo, de lánguido, lo justo y necesario.

Buscando experiencias fuer-
con su traje de hombre-ra-
se sumergió una maña-
esperando tener suer-

Quería ver un pez espa-
entre las aguas, no en tie-
o inspirarse en un pez sie-
nadando en la mar sala-

Y se puso tan conten-
al ver que, mientras nada-
enseguida se acerca-
Pero, ¡zas!, en un momen-
estos dos peces perver-
cada uno por un la-
en un tris le habían corta-
los finales a sus ver-

Flotando están los peda-
en el Mar de los Sarga-

Nono Granero.
El poeta submarinista se acercó demasiado.
En: Tarde en el acuario.
Ilustraciones de Carmen F. Agudo.
2019. Pontevedra: Kalandraka.


miércoles, 19 de junio de 2019

El eterno problema de la vivienda



El asunto de la vivienda se está volviendo a poner jodido. Los alquileres por las nubes, las nuevas construcciones se agotan en un pispás, y los préstamos hipotecarios se animan. Créanme, se acerca un nuevo boom del ladrillo, cosa que no nos ha de extrañar pues es una cuestión cíclica que anima la inflación y los mercados (interesa, vamos…).
Yo, por mi parte no creo que contribuya a esta nueva fiebre. No me miren extrañados si les digo que muchos conocidos se han puesto al quite, no sólo para mejorar su estatus (eso de haberse comprado un piso en lo que ellos consideran un barrio de segunda, lo llevan mal muchos arribistas), sino para invertir sus ahorros. Que cada uno con sus cuartos hace lo que le place, es una verdad impepinable, pero el aquí firmante pasa de notarios, tasadores, bancos y contribuciones, porque una casa, aunque te puede rentar, también es un gastazo de tiempo y cuartos.


Es evidente que lo que están viviendo muchos en las grandes ciudades es vergonzoso, rozando lo miserable. En Madrid, Barcelona o Bilbao (por citar algunas de nuestro país) la cosa está muy mal. Unos le echan la culpa a la ley de la oferta y la demanda, otros a la gentrificación, a la mala gestión municipal, al capitalismo exacerbado… Me da igual quien tenga la culpa, el resultado es el mismo: cajas de cerillas, grilleras, trasteros o pisos patera a precio de oro… ¿A eso le llamamos vivienda digna? Anda y no me jodan…
Sé lo que me digo pues he vivido en todo tipo de cuchitriles, en casas descuidadas, sin calefacción, ascensor y otras comodidades que hoy se consideran básicas. También he buscado piso en las grandes ciudades (el verbo opositar se queda corto). He tenido con lidiar con caseros, administradores, constructores, vecinos y compañeros de piso. Que sí, que es ley de vida, pero entiendo que mucha gente, sobre todo la que tiene pocos recursos, como estudiantes, mileuristas o jubilados, estén hasta el moño del tema.


También he de decirles que el problema no se resuelve con viviendas de protección oficial ni de precio tasado, sino con políticas y leyes que echen el freno a maniobras especulativas, tanto individuales, como empresariales, pues tampoco considero que haya que regalarle la vivienda a nadie, pero sí facilitarle el acceso a un espacio vital donde pueda desarrollarse, algo que nos ilustra estupendamente el libro de hoy.
El arquitecto y los animales del bosque de Kunihiko Aoyama (editorial Errata Naturae) es uno de esos libros preciosistas que nos van encandilando mientras pasamos página. Unas ilustraciones de corte clásico y llenas de detalles que, además de posibilitarnos la búsqueda y la contemplación, nos trasladan al mundo fantástico creado por un enano arquitecto y toda la fauna que habita en el bosque.


Partiendo de un argumento sencillo (el enano quiere construirse una casa y le salen voluntarios para echarle un cable a cambio de un espacio en ella), se articula un relato divertido que nos puede llevar a diferentes discursos. Hay que decir que me encanta, tanto el rigor zoológico, como poder contemplar la evolución de esa estructura de madera que se va elevando en cada doble página. Un regalo ideal para futuros (y presentes) arquitectos y enamorados de los juegos de construcción.



martes, 18 de junio de 2019

Contar y contar



A un par de semanas de las vacaciones de verano, empiezo a contar los días que restan para dejar a un lado la tiza, el bolígrafo rojo y el cuaderno de notas, y adentrarme en el universo de la piscina, la playa o la montaña. Lo peor de todo vendrá cuando haya que hacer la cuenta atrás para el inicio del nuevo curso escolar… pero hasta entonces ¡mejor olvidar!
No pasamos la vida contando hacia atrás, también hacia delante. Todos sabemos lo que es soplar una vela más y, por qué no, también quitarnos alguna que otra primavera (sobre todo cuando rozamos decenas que pesan más de la cuenta). A quien no le guste contar billetes que levante la mano, que yo se los cuento ipso facto, pues no es lo mismo  una cartera reventona (¿Es mejor la pinza o el monedero? Algún potentado que responda, por favor), que ir aflojándola.


He de admitir que lo que menos me gusta del mundo es contar abdominales, sentadillas o flexiones, así que prefiero olvidarme y dejar de hacerlas cuando ande exhausto… Quizá sea una buena estrategia para superarme, pues parece ser que cuando contamos, nuestro cerebro se cansa antes.
Los presos cuentan los días, las embarazadas las semanas, los calendarios los meses, los contables los trimestres, los universitarios los semestres y los jubilados los años. El caso es contar. También se cuentan los añillos del tronco de los árboles, los puntos que tiene una mariquita, las cartas de una baraja, los cuentos de Andersen o lo que tarda en rugir el trueno tras el relámpago. Contamos mucho, muchísimo, tanto que hoy les traigo un libro para contar.


Y es que en Números escondidos de Imapla (sobrenombre de Inma Pla) y editado por Juventud, además de contar los números del 1 al 20 y alguna que otra historia que esconde cada uno de ellos, nos invita a jugar. A jugar con las palabras, a jugar con los colores, a jugar con las formas, y de paso relacionar conceptos que nos harán cada vez más fácil comprender el universo de la aritmética básica.
Si a este título unimos el Abecedario escondido (un librito igual de estupendo que reseñé AQUÍ), tenemos un tándem inmejorable para primeros lectores que a través de rimas sencillas, juegos de búsqueda y aspectos lúdicos e imaginativos acercan la lectura a la primera infancia desde el mundo enriquecido de esta estupenda autora gráfica. 
¡Ah! ¡Y prometo vídeo!



viernes, 14 de junio de 2019

Peter Pan en los jardines de Kensington, el principio de una leyenda



Como cualquier amante de la Literatura Infantil guardo una estrecha relación con personajes como Alicia, Momo, Dorothy o Pinocho, pero si tuviera que elegir alguno, ese sería Peter Pan. Sí, supongo que ya lo habían imaginado, más todavía teniendo en cuenta que soy de esos monstruos que siente una enorme debilidad por el universo de la LIJ anglosajona. Es por ello que estoy más que contento de que Edelvives haya publicado una inmejorable edición de esta historia de James Matthew Barrie con ilustraciones a cargo de Antonio Lorente y el mismo prólogo de la edición de Peter Pan y Wendy de la ya descatalogada colección Laurín de Anaya a cargo de Juan Tébar.
Contento por esta edición de lujo que ha entrado a formar parte de mi biblioteca personal, tengo que añadir que me ha parecido acertadísimo incluir en él, Peter Pan en los jardines de Kensington.
Aunque todos conocemos Peter Pan y Wendy -la idea que todos tenemos de la historia se basa en esta obra-, son pocos los que conocen Peter Pan en los jardines de Kensington, una precuela que ha sido poco editada en castellano pero que es muy necesaria para entender la idiosincrasia del segundo libro protagonizado por Peter Pan.


Esta historia nació en una obra anterior de Barrie que llevaba por título El pajarito blanco (1902), una novela dirigida al público adulto y de carácter un tanto satírico donde el escritor incluyó una serie de capítulos que pretendían aligerar un poco esa vis crítica de la obra en cuestión, concretamente los capítulos trece a dieciocho en los que se habla del origen de Peter Pan.
Dándose cuenta de que esta historia podría tener como destinatarios a los niños, J. M. Barrie la publicó en 1906 bajo el título que hoy conocemos, Peter Pan en los jardines de Kensington, después de crear su obra de teatro Peter Pan o el niño que no quería crecer y que bebía también de esa historia primigenia incluida en la novela.
Son dos las inspiraciones de esta historia. Por un lado la omnipresente familia Llewelyn Davies, pues es a partir de 1897-1898 (dos años antes de escribir estas páginas) cuando Barrie entró en contacto con George y Jack mientras disfrutaban al cargo de su niñera Mary Hodgson de los citados jardines. Por otro hay que hablar del poema Kensington Gardens de James Tickell, la primera obra que, aunque un tanto espesa, hace alusión a los seres mágicos que habitan estos jardines y a la que también rinde homenaje la estatua de Peter Pan que se erige en dicho lugar (y con la que Barrie no quedó muy satisfecho… averigüen la razón).
Muchos hablan de esta pequeña novela como una obra menor de Barrie, pues es cierto que a veces resulta algo compleja y no capta la atención del lector como su secuela Peter Pan y Wendy, pero a mi forma de entender la idiosincrasia del personaje y todo su complejo entorno, es muy necesaria.


En primer lugar entendemos por qué Peter siente una animadversión extrema hacia el ecosistema adulto, hacia sus necesidades y enseñanzas. Peter Pan se siente traicionado por su madre, un estado emocional que todos hemos sentido alguna vez ante las decisiones de nuestros progenitores, que si bien es cierto que aquí son extremas, también pueden ser comprensibles desde el prisma adulto, desde la posición de una mujer que suple la pérdida de un hijo.
El segundo punto en el que hay que detenerse es en la figura de Maimie Mannering, la antecesora de Wendy. Maimie es una niña que, perdida en los citados jardines, acaba haciéndose amiga de Peter para comprometerse con él. Una vez esta se da cuenta de que su madre la echa mucho de menos, regresa con ella y deja al protagonista sólo, no sin antes regalarle una cabra (véase aquí una alusión al dios Pan de la que luego Barrie prescindiría). Gracias a este pasaje entendemos lo complejo de la posterior situación con Wendy, pues Peter es abandonado una y otra vez por aquellas personas que quiere y admira (curiosamente todas mujeres… ¿Podríamos asimilar esta situación a algún complejo psicológico del autor?).


En tercer lugar hay que llamar la atención sobre el mundo de las hadas y los duendes, de esos seres que habitan los jardines y a los que Barrie, además de idearles un ecosistema propio, pone en tela de juicio. Su comportamiento es algo reprochable pues está a caballo entre lo infantil –juguetones y despreocupados- y lo adulto –vengativos e irritables-, algo que nos permite mirar a estos seres desde un punto menos positivo que el que nos han hecho creer los estudios cinematográficos y los cuentos.
Como guinda del pastel quería llamar la atención sobre una nota curiosa que ensalza la capacidad creativa de Barrie, esa que logra hacernos creer lo increíble, pues en muchas guías y portales turísticos dan como cierta una historia que se menciona al final de la obra. Según Barrie, las dos tumbas que se pueden encontrar en estos jardines fueron erigidas por Peter Pan para honrar los cuerpos de dos niños fallecidos en ellos y tal y como rezan las iniciales grabadas en ellas, “W. St. M.” y “P. P.”, que corresponden a Walter Stephen Matthews y Phoebe Phelps respectivamente. Romperé la magia cuando les diga que en realidad son dos mojones de término que marcan los límites de “Westminster St Margaret” y el “Parish of Paddington” hoy conocido como “Metropolitan Borough of Paddington”.


Para finalizar mi recorrido por esta obra y atendiendo a las ilustraciones, he de decir que han dado completamente en el clavo al elegir al artista almeriense, pues se recrea en unos personajes que no son niños ni adolescentes (me gusta porque parece dirigirse a otro público que no sea el puramente infantil), con ese halo de misterio, incluso algo perturbadores, con mucha fuerza y melancolía. En parte me recuerdan la intensidad que tienen las imágenes de Arthur Rackham para la primera edición de la obra y que afianzaron todavía más la idea de ese mundo complejo y mágico que es la niñez, donde no todo es de color de rosa, sino que se puede sufrir y reír a partes iguales.

jueves, 13 de junio de 2019

Unos cuantos títulos de narrativa y cómic pre-vacacional



Una vez hechas las selecciones de boardbooks y álbumes informativos (den a los enlaces y disfruten de ellas), toca despedir la Feria del Libro de Madrid con algunas sugerencias de narrativa y cómic.
Aunque la mayor parte son de última hornada, traigo alguna cosita de hace unos años, incluso más antigua, que me he leído durante los últimos meses, pues los libros, aunque ajados por el tiempo, no pierden su esencia con el paso de los años.
Sin más dilación aquí les dejo con esta pequeña colección. He intentado ordenarlos por edad recomendada (ya saben que soy poco partidario de estas clasificaciones pero entiendo que les pueden ser útiles) y en dos grupos claramente diferenciados.
¡Espero que les guste y coincidan con algunas de mis valoraciones!


Allan Ahlberg. Los niños que se olieron algo raro. Ilustraciones de Katharine McEwen. Loqueleo Santillana. Empiezo por uno de los libros de esta tanda que más me ha divertido. En esta nueva entrega de la familia Gaskitt la cosa se pone enrevesada y se mezclan una buena cantidad de hilos conductores a cada cual más disparatado. Está claro que Alhberg le tiene tomada la medida a este tipo de  historias donde el sinsentido hace disfrutar a pequeños y grandes.


Edith Nesbit. El último dragón y otros cuentos. Ilustraciones de Rocío Martínez. Nórdica. Necesitábamos que alguna casa editorial se echara hacia delante y dejará florecer algunos cuentos de Edith Nesbit, una de las autoras de LIJ más comprometidas con el mundo de la imaginación y la fantasía. Dragones, princesas, caballeros…, hay de todo en estas cinco historias ambientadas en épocas que, aunque ficticias y coloristas (me han encantado las ilustraciones), nos ayudan a cavilar sobre la realidad que vivimos hoy.


Andrés Pi Andreu. Lo que sabe Alejandro. Ilustraciones de Luis Castro Enjamio. Milenio. Mi cita con este libro en un tren de Madrid a Málaga fue maravillosa. Antes de abrirlo me informé sobre su autor y no dudé en echarlo en la mochila para que me amenizara el viaje. Fue así como me encontré con el barrio cubano donde vive Alejandro, con su madre, su padre, su abuelo, sus amigos y, sobre todo, con su visión del mundo. Con la mirada clara y unas palabras inocentes y precisas, Alejandro, además de poeta, es muy humano, y eso, amigos, ya merece una parada y montones de elogios sobre este cuaderno de notas.


Daniel Hernández Chambers. La chica que coleccionaba sellos y el chico que esperaba un tren. Ilustraciones de Xavier Bonet. Anaya. Di con este libro en la mesa de una biblioteca y lo cierto es que su título me llamó mucho la atención. Empecé a leerlo allí mismo. La historia hablaba de la hija de un cartero aficionada a la filatelia que lo acompañaba a la estación a por la saca repleta de cartas. Allí se encontraba con un compañero de la escuela que esperaba sentado un tren que nunca llegaba. A pesar de contar con un trasfondo triste, la historia ilumina una época gris que no podemos olvidar. Una historia de amistad con un brillo especial.


Diana Wyne Jones. Una vida mágica. Los mundos de Chrestomanci. Anaya. Ya saben que me chifla el género fantástico y cuando tuve entre las manos este libro de la autora de El castillo ambulante me lancé a devorarlo. El título pertenece a su serie Los mundos de Chrestomanci, que hace alusión a uno de los magos más poderosos. Tras la muerte de sus padres, los huérfanos Gwendolen y Gato se trasladan a vivir con el citado mago y su familia para estudiar magia. Tras unos desencuentros entre Gwendolen y su protector, la cosa empieza a complicarse desencadenando toda una batalla entre magos. Una inmejorable oportunidad para dejarse llevar por una historia de aventuras y crecimiento personal


A. F. Harrold. Una canción de muy lejos. Ilustraciones de Levi Pinfold. Blackie Books. Frank sufre acoso escolar y Nick es un inadaptado que se ven envueltos en una historia de amistad con grandes dosis de misterio gracias a cuatro capullos (para que vean que hasta los malos tienen su papel en la literatura infantil). Dos mundos paralelos unidos por una tierna canción se ven amenazados por las sombras más oscuras. Sólo puedo adelantarles que alguien tendrá que hacer un enorme y doloroso sacrificio para que esto no suceda… Ya he dejado el libro a tres pre-adolescentes y las valoraciones han sido muy positivas.


Timothée de Fómbelle. Victoria sueña. Ilustraciones de Albert Asensio. Nórdica. Victoria, como yo, vive en su mundo particular. Es lo que tiene habitar un pueblo demasiado tranquilo en el que nunca pasa nada. De repente toda cambia un día gracias a un libro sobre tres apaches y un cowboy que conduce el coche de su padre. No se pierdan el desenlace de una historia que habla del poder de la lectura, de la imaginación, de las relaciones familiares y las realidades sociales. Lo mejor de todo es que se lee en un ratito. ¿Se la van a perder?


Alex Nogués. La playa de los inútiles. Ilustraciones de Bea Enríquez. Akiara Books. Sofía está perdida. No sabe qué quiere hacer con su vida una vez se haga mayor. Los demás lo tienen claro pero ella prefiere ser una inútil. ¿Inútil? La cosa suena un poco dura pero leyendo este libro nos daremos cuenta de que su definición de esta palabra poco tiene que ver con la de su padre o su maestra. Un relato que ahonda en la belleza de las cosas sencillas, el enriquecimiento personal y las relaciones familiares desde un lenguaje infantil, cercano y clarividente. Un librito encantador que deberíamos leer todos, sin excepción, y que yo leí a la orilla del mar.


Begoña Oro. Pomelo y Limón. Ilustraciones de Ricardo Cavolo. SM. Aunque tiene unos años, le debía una reseña a este libro que ya va por las y tantas ediciones. Jorge y María se quieren. Mejor dicho, se aman, como se ama a los quince años. Y eso bien vale una lucha, en este caso contra sus progenitoras, contra su enemistad manifiesta, contra los demás y su curiosidad, contra todo lo que quiere eclipsar esos momentos de felicidad. Un lenguaje directo y sencillo, tema candente e ilustraciones coloristas, lo hacen idóneo para una tarde de final de curso (que lean todos, aprobados y suspensos). Me recordó tanto a mi primer y único (hasta el momento) gran amor, que no he podido evitar recomendárselo a manos llenas.


Alfredo Gómez Cerdá. Ninfa rota. Anaya. Aunque algunos han tachado este libro de oportunista (parece que los problemas del ahora nunca fueron del ayer… Gran error), aquí estoy yo para hablar de sus mieles, pues el tratamiento que Gómez Cerdá hace del abuso psicológico y físico en las relaciones de pareja entre adolescentes, me ha parecido maravilloso. El autor nos pone en el pellejo de Marina, una chica apocada y enamoradiza, y Eugenio, un cabrón educado en la miseria emocional. Sus primeros encuentros y la evolución (¿o debería decir “involución”?) de la relación se ven aderezados por la intervención de personajes secundarios (amigos y familiares) que ayudan a construir una difícil semblanza de estas situaciones que tienen mucho que ver con lo obsesivo. Lo dejé volar en una clase y ya va por el quinto par de manos. Espero que siga batiendo las alas…


Anna Mas Blasco y Anna-Lina Mattar. Almíbar. A buen paso. Mi abuela era una gran aficionada al melocotón el almíbar y solía acompañar con esta fruta los flanes de huevo. Es un sabor que guardan mis papilas gustativas en lo más profundo de la infancia. Algo similar le sucede a la protagonista de esta historia dirigida a lectores competentes en la que la dulzura y el color anaranjado de esa fruta llenan los últimos momentos junto a su abuelo enfermo de Alzheimer. Sutil, evocadora y necesaria metáfora intergeneracional.


Charles Darwin. Autobiografía. Ilustraciones de Iban Barrenetxea. Nórdica. Ya saben que siento verdadera pasión por este hombre, considerado uno de los mayores científicos de la historia. No obstante, les recomiendo que se lean esta autobiografía y constaten que detrás de este genio, había una persona un tanto peculiar y estrambótica, llena de manías y de ideas un tanto sui generis de las que él mismo era consciente e incluso se mofaba, algo que acompañado de las ilustraciones del genial Barrenetxea traslada al lector un especial reflejo de este gran hombre.


Miguel B. Núñez y Felipe H. Navarro. Catalina y la isla del cíclope. Narval. Me ha encantado el universo surrealista que se nos presenta en este cómic infantil (¿Han visto alguna vez una niña-rata y un niño-pollo hablando con un ojo gigante? Es el momento de hacerlo…), no sólo porque lo absurdo se adueña de nuestra sonrisa, sino porque consigue entretejer una historia de aventuras con seres de la mitología clásica. En definitiva, una buena oportunidad para pasarlo bien sin concesiones.


Elena Serrato. Puncho. Sallybooks. Cuando leí este libro me acordé de todos esos incautos de ciudad que se inician en el universo de la agricultura. Semillas que desaparecen, frondosas matas que no fructifican o plagas de todo tipo son su peor pesadilla. Si piensan que cultivar sus propias verduras y hortalizas sólo tiene que ver con el sol y el agua, aquí les dejo esta historia con mucha guasa que da buena cuenta de que todo tiene su intríngulis. No se olviden de regalarla a niños con aspiraciones agrícolas o a propietarios de huertos urbanos.


Joris Chamblain y Aurélie Neyret. Los diarios de Cereza. La lluvia de estrellas. Alfaguara. Este volumen pone punto y final a una de las series de cómic infanto-juveniles más exitosas de los últimos tiempos, pues como bien sabrán Cereza y sus aventuras han vendido lo que no está escrito entre las lectoras pre-adolescentes. En esta última aventura conoceremos los secretos de la protagonista, su trágico pasado, y el porqué de sus pesquisas y afición por la escritura. Dura y conmovedora, me parece una forma redonda y esperanzadora de terminar con esta historia.


Matteo Berton. Viaje al centro de la tierra. Adaptación de la novela homónima de Julio Verne. Thule. Viaje al centro de la tierra es uno de mis libros de inspiración científica favoritos, no sólo porque en él podemos encontrar numerosas alusiones a la geología de nuestro planeta y los materiales para su estudio, sino porque la fantasía embebe lugares que nunca han existido y que nos hacen cuestionarnos conceptos básicos. Con la publicación de esta novela gráfica tenemos la ocasión de ser fieles al espíritu de naturalista que se desata en la obra de Verne, así como de disfrutar de las aventuras que en él se nos narran. Una exquisita adaptación.


Andrea Wulf y Lillian Melcher. El increíble viaje de Alexander von Humboldt al corazón de la naturaleza. Random Comics. Muchos conocen a Darwin pero son pocos los que conocen la historia de Humboldt, uno de los más grandes naturalistas de todos los tiempos y padre de la geografía moderna. Recorrió toda Europa y gran parte de América y Asia central, describió multitud de especies de plantas y animales, estudió fenómenos relacionados con el vulcanismo y con la distribución geográfica de los seres vivos. En definitiva, un hombre que consagró su vida a la investigación de nuestro planeta, algo que refleja esta estupenda novela gráfica necesaria en cualquier biblioteca escolar.


martes, 11 de junio de 2019

Transformar el día



Para Ana Albarrán, que le encantan mis bandas sonoras.

Yo me desperezaba mientras Bill Whiters cantaba esa de “Lovely Day” (uno, que se despierta con el R&B de finales de los 70...) y pensaba que, de encantador, este día tenía más bien poco. Quizá hubiera sido mejor que sonara “Rescue Me” de Fontella Bass... La cosa fue mejorando durante la ducha, pues sonaba el “I’m Coming Out” de Diana Ross y parece que mis pies comenzaron a coger algo de ritmo mientras el agua escurría por mi anatomía. Mientras subía el volumen de “It’s Too Late To Turn Back Know”, saltaban las tostadas pidiendo algo de miel y nueces... Leche caliente, cacao y cerezas: tocaba mirar hacia delante ¡Nada más que hablar!


“¡Ups! ¡Si hemos cambiado de tercio!” pensé cuando comenzó a sonar la de “Come and Get Your Love”, un tema para bailar mientras hacía la cama y ponía todo más o menos parejo (no sea que acudiera algún ladrón y me tachara de desordenado). Stevie Wonder y su “Part Time Lover” me arrancaron una mueca canalla.
Me abotoné la camisa en la compañía de “Let’s Get It On”, un clásico suavecito de Marvin Gaye, y dejé que la brisa que entraba por la ventana me arrancará la primera sonrisa de la mañana. Los cordones de las zapatillas se ataron solos con el “Heat Wave” de Martha and The Vandellas y acordándome del calor sofocante que hace en el instituto me pregunté “¿Será mejor llevar sandalias…?” Dejé sonar un poquito el “A Deeper Love” que Aretha Franklin me regalaba antes de salir de casa. Las ocho menos cuarto. “Al final, no pinta tan mal el día…”


Y así, con ganas de comerme el mundo hemos llegado a Hoy, un álbum muy hermoso de Julie Morstad editado en castellano por la estupenda Lata de Sal (¡Ay, qué poco me topo con sus libros...!) que tenía que reseñar sí o sí. En este libro-álbum de la autora canadiense con un estilo dulce, romántico, de cierto aire vintage, y que recuerda a otros ilustradores como el japonés Gyo Fujikawa o el francés Alain Grée.
Aunque podía haberlo incluido en la selección de libros informativos de la semana pasada ya que combina elementos de la no ficción con la ficción (véanse esos muestrarios de ropa, desayunos o juguetes infantiles), he creído darle un hueco propio, pues es un libro que además de presentarnos el universo de los niños, nos hace reflexionar, crear mundos imaginarios, desbordarse en la imaginación de cualquier persona (¿Se han fijado que conforme pasamos las páginas vamos eligiendo lo que más nos apetece en ese momento?). No olviden detenerse en los detalles, sobre todo del vestuario (esta mujer es una enamorada del universo textil) y en algunos cuadros que cuelgan en las paredes (¿Adivinan la inspiración?).


En lo ficcional tiene mucha quietud, también trasiego, nos invita a la reconciliación con nuestro día a día desde el optimismo y la mirada infantil, pues nos retrotrae al pasado y, a modo de reflejo, nos hace esbozar esa sonrisa de antaño. También es canto a lo humano, a lo diverso.
En este Hoy no hay fuegos de artificio ni pretensiones, sólo nos acompaña en ese viaje de hoy que puede ser el de mañana.