Hoy decimos adiós al curso escolar, uno que no ha sido
precisamente un camino de rosas (laboralmente hablando, que en otros aspectos
estoy más que contento). Cansancio y hartazgo rebosan a partes iguales y un
servidor se merece un descanso de tanto tonto suelto.
No les negaré que estoy deseando poner pies en polvorosa y
poner unos cuantos kilómetros de por medio, pero lo cierto es que también voy a
disfrutar de mi cueva, que para mí es como un balneario, sin aguas termales
pero igual de tranquilo (y no les cuento lo acogedor que es mi sofá).
Igualmente he de confesarles que tengo varios proyectos
pendientes y me gustaría darles vida durante las próximas semanas de asueto,
que no todo va a ser sombrillas y maletas (¿Q debería dejarme a un lado el
trabajo y reposar el fandango lo mejor posible? Ya veremos… que de todo se
cansa uno…)
Ante mí se presentan infinitas posibilidades de disfrutar y
pasarlo estupendamente, aunque también es cierto que no todo depende del menda
lerenda, y los agentes ajenos -a veces adversos- se alían en tu contra y estás
deseando que empiece el curso para olvidarte del supuesto descanso estival.
Que sí, que las vacaciones, como la vida, tienen de todo y
pueden resultar de lo más aburridas, decepcionantes y horribles, así que lo
importante es recargarse de buen humor durante estos días previos, respirar
hondo, buenas siestas y estar preparado con un buen manojo de sonrisas para lo
que pueda venir.
Y como ya no tengo más ganas de darles la chapa, hoy les
dejo con un librito rimado muy simpático, de esos que te alegran el día sin
más. Porque Ratones de viaje, de Oli
y Natalia Colombo (Kalandraka) bien nos puede resumir unas vacaciones. Maletas,
traje de baño, una caravana, crema, sol y playa hacen las delicias de esta
troupe de roedores. ¡Tomen nota y déjense llevar! Suele ser lo mejor en estos
casos.
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