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viernes, 27 de septiembre de 2024

La importancia del desayuno


El desayuno es la comida más importante del día. Que me lo digan a mí, que me pongo las botas a diario. Jamón serrano, tomate, aguacate, huevos fritos, leche, avena… No sé cómo mi peso sigue estable si me pongo como quiero. Y si da la casualidad que me topo con un buffet libre o un greasy cafe, la gente no da crédito al verme tragar tan de buena mañana.
De hecho, todavía no entiendo a quiénes son capaces de sobrevivir a una mañana de trajín con tan solo un café o un vaso de leche y cuatro galletas. Debería estar prohibido por ley desayunar de manera tan pobre. No es saludable. Mucho menos cuando hablas de niños y jóvenes, personas en pleno desarrollo que necesitan buena cantidad de nutrientes para correr, saltar, estudiar y hacerse vivos durante la jornada escolar.


Mi padre lo tenía muy claro: de casa no se sale sin un buen desayuno. Y aquí sigo, dándolo todo y animándoos a seguir el ejemplo con unos versos matutinos de Leire Bilbao, cuya obra está siendo traducida al castellano de manera exquisita por la editorial Kalandraka, con la inmejorable compañía de Maite Mutuberria y sus ilustraciones. ¡Que aproveche!

Y de sorbo en sorbo
bigote de leche.
Y de sorbo en sorbo
la barba de leche.
Y de sorbo en sorbo
un lago de leche
dentro de mi boca.
Que no se caiga
ni una sola gota.
La mala leche 
de mamá no se agota
tan de sorbo en sorbo
en el aire flota.

***

La cucharilla con el tazón
¡clin-clin-clon!
compone una canción.
¡Clin-clin-clon!
Hasta terminar el desayuno
nadie se levanta de la mesa.
Cuatro, tres, dos, uno…
¡Sacudamos la pereza!

Leire Bilbao.
En: Onomatopoemas y otros pequeños sonidos.
Ilustraciones de Maite Mutuberria.
2024. Kalandraka: Pontevedra.
 

viernes, 21 de junio de 2024

Hogares que son bosques


Se aventura el final de curso y toca darle una vuelta a la casa. Después del recogimiento de esos meses que han quedado atrás, empezamos a aventar nuestros hogares. Lavamos las cortinas y los edredones, quitamos el polvo, cambiamos la ropa de los armarios, sacamos brillo a los azulejos, guardamos los abrigos, limpiamos ventanas y persianas, abonamos las plantas y le damos una mano de pintura a manchas y desconchones. Una suerte de ritual que se repite cada año y nos prepara para el estiaje desde la frescura que se respira en una casa limpia y ordenada. Un espacio que, a modo de bosque umbroso, nos acoge en ese largo paréntesis que es el verano.


Ya llegará el otoño y caerán las hojas. Ya llegará el invierno con su manto blanco. Respiremos ahora en mitad de la calma, cojamos aliento para lo venidero. Detengámonos a escuchar el susurro de lo acontecido. Démonos un respiro. Reposemos sin recelo. Siempre tranquilos.

La flor de la maceta
dentro de casa, muy quieta.
Sueña cada mañana
con volver a ser montaña.

***

La partitura del verano
la teje la araña,
la interpretan chicharras,
los sapos y ranas,
la voz de los grillos
e intensas urracas.

Yo solo cierro los ojos
y escucho desde mi ventana:
teje la araña, teje
y la vida canta, canta.

Mar Benegas.
En: Para decir un bosque.
Fotografías de Ima Garmendia.
Ilustraciones de Laura Borràs.
2024. Barcelona: Yekibud.


viernes, 7 de junio de 2024

Profundo


Jondo procede de hondo. A veces me pierdo en lo jondo y otras en lo hondo. Quizá en la una encuentre más poesía, quizá en la otra me precipite de manera súbita. Una palabra que siempre acompaña al flamenco, ese arte que llevo disfrutando toda la vida gracias a mi padre. Quizá pueda hacerse extensivo a más parcelas de la vida, pues no todo habita la superficialidad y, en esa amalgama extraña de sentidos y sinsentidos, de palabras que pronunciamos y que quedan por pronunciar, de repente hallamos en la profundidad del abismo nuestro lado más monstruoso, más humano.

Lo hondo será mañana la zanja,
el hoyo, el barranco, el surco.

Será donde beban las raíces
en la tierra vieja.

Será la espesura del bosque,
la pisada en la nube.

Será donde perder pie en el río,
hundirse en la nieve recién caída.

Será el vértigo de lo negro.
Será una garganta.

Será un pozo donde mirarse a los ojos la luna
y las estrellas.

Isabel Cobo.
Lo hondo.
En: Mañana.
Ilustraciones de Raquel Marín.
2024. Pontevedra: Kalandraka.


sábado, 25 de mayo de 2024

Cambio de tercio poético


Hace unos días llegó a mis manos el libro ganador de la última convocatoria del premio de poesía infantil Ciudad de Orihuela, organizado por la concejalía de educación de esta localidad junto a la editorial Kalandraka, y he de admitir que me ha encantado.
Aunque muchos esperarían un libro de rima consonante donde los juegos de palabras, rimas y cadencias estén muy presentes, los monstruos tenemos que empezar a cambiar el chip sobre los poemarios dirigidos a un público que también evoluciona, necesita baños de realidad y demanda espíritu crítico.


Es así como aparece en escena un puñado de creaciones que se lanzan al refrigerio de este género esgrimiendo sutilezas y frescuras. Poesías que no quieren que las lean y otros golpes de humor, noticias y sucesos, alegatos sobre la contaminación ambiental, juegos infográficos, tipográficos y publicitarios... Si esto fuera poco para un poemario, esta edición le saca mucho más brillo añadiendo una serie de fotografías intervenidas a golpe de ilustración (¿o es al revés?), que operan en un sentido metafórico y caricaturesco.
Creo que la cosa va bien. Al menos, parece que los poemas para niños empiezan a parecerse al mundo en el que vivimos.

¿Tostado o quemado?

Las editoriales tienen un enorme horno
donde hacen sus libros,
pero no sé por qué esa manía de cocerlos de más.
Horas y horas me paso en las librerías buscando
un libro que esté poco hecho.
Nada que hacer.
Las letras todas negras,
todos los libros cocidos de más.

***

Lobo de cuento (Next Departures)

«Caperucita Roja»
CANCELADO

«Los tres cerditos»
CANCELADO

«Los siete cabritillos»
CON RETRASO

«Pedro y el lobo»
CANCELADO

«Tío Lobo»
CON RETRASO
CANCELADO
DELAYED

ATENCIÓN SEÑORES LOBOS, LAMENTAMOS INFORMARLES
NO HAY NINÚN CUENTO PREVISTO PARA ESTA NOCHE
PORQUE TODOS LOS NIÑOS
ESTÁN YA DORMIDOS.

Javier González.
En: Experto Excalador de Excaleras.
Ilustraciones de Lluïsot.
Fotografías de Flormujer.
2024. Pontevedra: Kalandraka.


domingo, 19 de mayo de 2024

¡Malditos noviazgos!


El tiempo me ha enseñado que las parejas, por separado, mucho mejor. Mira que me lo decía un compañero de piso. “Compartir con unos novios es muy difícil porque hacen piña y siempre salen ganando”. Por aquel entonces, yo era joven e inexperto y no sabía qué decir, pero con el tiempo he ido madurando la idea de que las parejas tienen una idiosincrasia muy diferente a la de los que vivimos en soledad. Sobre todo, cuando no hay familia, que eso es otra cosa.
Están sumidos en un ecosistema que solo ellos entienden y con unas variables muy particulares (pónganles el nombre que quieran). Lo peor viene cuando juegan en equipo sin percatarse de que la vida es un deporte individual. Que por mucho que se empeñen, cada uno tiene sus circunstancias, y si te enganchas con una brida a otra persona, acabas despeñado en la derrota. Todo, en su justa medida.
Fíjense en este par de lagartos. Llorando por un anillo… ¡Habrase visto…!

El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.

El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer
su anillo de desposados.

¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!

Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.

El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.

¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!

¡Ay, cómo lloran y lloran!
¡Ay!, ¡ay!, ¡cómo están llorando!

Federico García Lorca.
El lagarto está llorando.
En: Paisaje de un día.
Ilutraciones de Isol.
2024. Barcelona: Takatuka.


miércoles, 1 de mayo de 2024

Frustrados por el trabajo


Se calcula que un treinta por ciento de los trabajadores españoles no están satisfechos con su ocupación. Mientras unos aducen falta de incentivos, otros expresan sus frustraciones tras darse de bruces con la elección incorrecta. 


A veces pienso que todo se resume en esas falsas expectativas que todos tenemos durante nuestros años escolares, cuando, sumidos en nuestros ideales y ansias de triunfar, nos encontramos con una realidad que poco tiene que ver con ese estrellato que promulgan las redes sociales. 
Dinero, viajes por medio mundo,  crecimiento personal, estabilidad, mucho tiempo libre... La mayor parte de los puestos de trabajo no tienen nada de eso. Todo lo contrario. Mal pagados, estáticos, aburridos, esclavistas, inestables... ¿y necesarios? Creo que nadie nos hacemos la pregunta correcta cuando se trata del tema laboral, pues el trabajo, además de permitirnos sobrevivir, dignifica y edifica. 


Pensarán que es una frase muy manida, pero sinceramente, y aunque a un servidor también le encante rascárselos a dos manos, en muchas ocasiones y gracias a mi trabajo, me siento útil para otros seres humanos, presto un servicio a los demás y permito en el avance de nuestra sociedad. Todo (o casi todo) trabajo es necesario, incluso los artistas de circo o los barrenderos. Y eso, ya es bastante

Cuando la noche extiende
su capuchón de estrellas,
el circo también cierra
lentamente sus párpados,
y los artistas sueñan
con playas, con delfines,
con barcos, con sirenas...
Y sueñan que caminan
por las calles estrechas
-entre el ruido y la gente-
de una ciudad cualquiera
y que compran entradas
para ver las proezas
que hacemos las personas
de a pie: el poeta,
la médica, el sastre,
el pastor, la maestra,
la lechera, el mecánico,
el albañil, la obrera
o aquel que con su escoba
va limpiando la acera.
Cuando la noche arranca,
el circo sueña y sueña.

David Hernández Sevillano.
Sueño de circo.
En: Días de circo.
Ilustraciones de Neus Caamaño.
2024. Madrid: Bookolia.



sábado, 20 de abril de 2024

¿Libertad? ¿Dónde?


Lo que más me gusta de este blog, es que puedo decir lo que me apetezca. No sin consecuencias, claro está, pues ya saben ustedes que, quien dice lo que no debe, oye lo que no quiere. Y yo no voy a ser menos. La independencia tiene esas cosas y uno tiene que sopesarlas previamente.
Hay gente que prefiere cerrar el pico y seguir medrando a la chita callando. Y otros que, opinando, nos ponemos la soga al cuello sin haber dicho tanto. Todo depende de nuestras convicciones y de lo dispuestos que estemos a limpiarnos el culo con ellas. También del tacto y las intenciones, pues a veces hablamos sin maldad, por mero divertimento, y la piel fina de los demás nos juzga sin piedad.
Por mi parte, odio la tibieza, a ese tipo de personas que juegan en todos los bandos. No te miran a la cara, dicen y se desdicen, corruptos y taimados, tan esclavos y abundantes... Prefiero mi canto aunque suene vulgar. Al menos trina en libertad.

Cuando una canción
sale de un pico,
de un hocico
o de una boca,
nadie puede sospechar
lo que ocurre
con sus notas.

Podrían pasar de puntillas,
invisibles,
como si tal cosa.
O podría suceder
que se vuelvan contagiosas.

Quién sabe qué decía
la canción del pájaro toc.
De lo que no hay duda
es que su canto
sobrevoló cada rincón.

Y es que,
si la tonada
es pura y verdadera,
no hay muro que la detenga,
ni rejas
ni barreras.

Fran Pintadera.
La canción que voló.
En: La canción del pájaro toc.
Ilustraciones de Anna Font.
2024. Barcelona: Akiara Books.


sábado, 6 de abril de 2024

El fin de la primavera


El bullir de esta época se ha apagado en mí. Ese vigor, la alegría que experimentaba todos los años, se han marchitando de golpe. Una sensación de desánimo se hace patente día tras día, y, lejos de transformarla en verano, otoño o invierno, llena ese jardín que es la vida con una honda tristeza. Hay algo en la enfermedad que desdibuja el presente. Como la calima o unas gafas sucias, no te deja ser tú, a pesar de desearlo con todas tus fuerzas. Y recuerdas los tiempos felices en los que todo era como tenía que ser: primavera.

Tu andar vacilante
se hizo firme,
poco a poco,
en el jardín.
Las briznas frescas
cosquilleaban, nerviosas,
las plantas nerviosas
de tus pies.
Y esos pies curiosos te acercaron
al arbusto de las muñecas,
al sembrado de las pinturas,
al matorral de las canciones,
al árbol alegre de las retahílas.
Otros jardineros
te tejieron bufandas,
te contaron historias,
te llevaron, de la mano,
a cada flor.

Les diste nombre a todas:
rosa, clavel,
poesía,
lavanda, azucena,
padre, abuela,
hierbabuena,
dalia, lirio,
amapola,
ruiseñor…

En primavera
brotaron, a centenas,
margaritas, comienzos
y despertares.

Y tus ojos, admirados,
los veían crecer.

M. Carmen Aznar.
En: El jardín que habitas.
Ilustraciones de Raquel Catalina.
2024. Barcelona: Akiara Books.


domingo, 17 de marzo de 2024

Rimas y tarimas


Música y poesía. Poesía y música. Parece que siempre van de la mano. Ritmo, cadencia y melodía. La una me lleva a la otra y viceversa. Quizá esa sea la razón por la que ambas me llevan de la mano y me dejo deleitar por las dos, sobre todo acústicamente. Y me explico… Cuando leo poesía, he de hacerlo en voz alta y valorarla con propiedad, pues aunque las palabras reverberan en mi seno, hay algo de mágico en ellas cuando se pronuncian en voz alta. Lo mismo me pasa con la letra de una canción, que por muy bonita que sea, necesito acompasarla con las notas y ver cuánto tiene de bonita, aunque sea bailando en mi tad de la verbena.


También sucede que, como las canciones, algunos poemas no te gustan al principio, pero, cuanto más los escuchas, más te acostumbras a su sonsonete, como una letanía lejana que, poco a poco, va formando parte de ti. Pero lo que más me llama la atención es que cada poema y cada canción tienen la huella del artista, una marca indeleble que puedes reconocer a pesar de los años, un toque, su firma. ¡Para que luego digan que rimas y tarimas no tienen nada que ver! 
Por eso no me extraña que García Teijeiro se haya envalentonado para emular a doce mujeres en forma de verso. Un extraño tributo que reverbera la impronta de cada una de ellas. 

Hay cinco nubes
sobre mi cama.
Una es de azúcar;
otra, una dama.
Una es de nieve;
otra, con rayas.

La más pequeña
es muy graciosa.
Flota en el viento
cual gaviota.

Son cinco nubes
que me acompañan.
Cuidan mi sueño.
No piden nada.

Antonio García Teijeiro.
Para Beatriz Giménez de Ory.
En: Los ecos del viento.
Ilustraciones de Noemí Villamuza.
2024. Pontevedra: Kalandraka.


sábado, 9 de marzo de 2024

Serendipia poética


Es sábado y llueve afuera. Mientras tanto, una serendipia se abre camino en mi escritorio. Me colma de felicidad. A veces los libros son así. Geniales. Inesperados. Leo, leo y no me canso. Una suerte teniendo en cuenta que el mercado solo sabe ofrecernos productos banales y perecederos. Mucho compromiso y poca diversión. Me gustan las palabras, ver cómo juegan, cómo se retuercen. Menos intensas y más elásticas. Aire fresco es lo que necesito. Para eso te quiero, poesía.
Veintiocho creaciones que sobrevuelan la mesa mientras abro esa ventana que es este libro. No le está mal empleado el título. Que llegue pronto la primavera y, abierta de par en par, llene mi mundo del sabor de la brisa que borra todas las penas.

¿Y cómo sería
si por un día
fuera lógico…

que hubiera pingüirafas
con frac y largas gafas

y dos cocodrilantes
de trompas muy brillantes,

un trío de hipocruces
grandes, de pocas luces,

algunos dinogatos
comiendo de sus platos

y fueran visitantes
de un humanoológico?




Veo silencios que hablan
y no sé ni lo que dicen.
interpreto algunas pausas,
algunos andares libres.

Oigo que el verde anaranja
a pasos que ya no sigo
y, apoyado en la baranda,
mi andar se queda dormido.

Mientras se despierta un mundo
que leo largo y tendido,
espero a que alguien venga
antes que yo me haya ido.

Dani Espresate Romero.
En: Ventanas.
Ilustraciones de Marta Comín.
2024. Barcelona: A buen paso.


domingo, 5 de noviembre de 2023

Y el verbo se hizo niño


Ya saben que soy un fanático del lenguaje, del bueno y del malo (que tengo la sin hueso muy suelta). Siempre me ha gustado jugar con las palabras, su sonido, su significado, sus trampas. Desde bien pequeño me he divertido con dichos, jeringonzas, cancioncillas sin mucho sentido y alguna que otra retahíla.
Por esa razón andaba con ferviente deseo de hacerme con un ejemplar de la compilación con  la que Antonio Rubio nos ha dado en el clavo a muchos amantes de la tradicional oral infantil. Aunque hay montones de colecciones regionales y nacionales de estas producciones rimadas que a veces se acompañan de soniquetes y melodías, nunca está de más hacer hincapié en ese legado común de la infancia con un libro, que si bien no las recoge todas, consigue establecer un corpus muy útil para padres, educadores y mediadores.


Dividido en cuatro cancioneros, el maestro realiza recopila y clasifica por edades todas estas producciones rimadas. Nanas y rimas corporales para los más pequeños, juegos de todo tipo para críos de tres años en adelante, trabalenguas, galimatías y refranes a partir de seis años, y un ejercicio de recopilación para los más mayores. Un libro redondo a excepción de una nota final que no entiendo y que va en la línea de algo que hablé en este post
Como muestra del material que aparece en este magnífico librito, he elegido tres botones: un sorteo numeral críptico, un romancillo y una adivinanza que utilizaba con frecuencia durante mi infancia. Si quieren encontrar algunas de las suyas, ya saben lo que tienen que hacer: acudir a la librería más próxima y disfrutar de esta recopilación que no solo sirve para recordar el pasado de uno, sino para endulzar el futuro de otros.

Una, dola, tela, catola…,
quile, quilete,
estaba la reina
en su gabinete;
vino Gil
y apagó el candil,
candil, candilón;
cuenta las veinte,
que las veinte son:
policía y ladrón.

* * *

Estaba el señor don Gato
sentadito en su tejado,
marramiau-miau, miau, miau;
sentadito en su tejado,
cuando recibió una carta,
si quería ser casado,
marramiau-miau, miau, miau;
si quería ser casado,
con una gatita blanca
sobrina de un gato pardo,
marramiau-miau, miau, miau;
sobrina de un gato pardo.
Al oír esta noticia,
se ha caído del tejado,
marramiau-miau, miau, miau;
se ha caído del tejado.
Se ha roto siete costillas,
el espinazo y el rabo,
marramiau-miau, miau, miau;
el espinazo y el rabo.
Ya lo llevan a enterrar
por la calle del pescado,
marramiau-miau, miau, miau;
por la calle del pescado.
Al olor de las sardinas,
el gato ha resucitado,
marramiau-miau, miau, miau;
el gato ha resucitado.
Por eso dice la gente,
siete vidas tiene un gato,
marramiau-miau, miau, miau;
siete vidas tiene un gato.

* * *

Entre dos piedras feroces
sale un hombre dando voces.

Antonio Rubio.
En: Puer poeticus.
Ilustraciones de Concha Pasamar.
2023. Pontevedra: Kalandraka.


viernes, 17 de junio de 2022

Reflejos sobre uno mismo


El mar. Hubiera deseado pasar la ola de calor junto al mar. Pero no, me toca estar corrigiendo exámenes de recuperación. No sé para qué. Todo es tan yermo, tan inútil, que a veces uno se plantea para qué hacemos ciertas cosas si en realidad sirven de poco. Quizá todo sea como siempre y lo que verdaderamente importa es estar aquí, en el mundo. O quizá no. Preguntarse en voz alta. Responderse en un susurro. Dejarse mecer. Observar lo bello. Transformarlo en algo más hermoso. Ver cómo se reflejan las estrellas. Sobre nosotros. Sobre el mar.


Las personas nacen sin nombre
Luego viene alguien y dice:
Tú te llamas Raquel
Y ya está
Las estrellas también nacen sin nombre
Luego viene Raquel y dice:
Tú eres Cástor, tú eres Pólux, tú eres Maia
Y las estrellas se llaman Cástor, Pólux y Maia
Las estrellas no tienen apellido
Las estrellas no tienen dirección ni bicicleta ni teléfono
Las estrellas están siempre en el cielo
Los peces están siempre en el mar
Raquel no está nunca en el mismo lugar
Raquel está en la casa, en el parque,
En el mar, en la biblioteca,
En el mercado, en la bañera
El parque no está en el mar
El mar está en el corazón del pescador
Raquel está en el cielo
Raquel es una estrella
Y ya está


Micaela Chirif.
Las estrellas.
En: El mar.
Ilustraciones de Armando Fonseca, Amanda Mijangos y Juan Palomino.
Premio de poesía A la orilla del viento 2019.
2019. México: Fondo de Cultura Económica.


domingo, 6 de febrero de 2022

De amores, bichos y otras bestias


Últimamente me ha dado por pensar en las falacias del amor. No por los demás, que también, sino por las mías propias, que no son pocas. Aun siendo verdaderas, tendemos a idealizar las relaciones, las personas, nuestros sentimientos, como si fueran únicos y eternos. Pero no lo son: son los de ese momento. Si se quedan, que lo hagan, y si no, que se vayan. Hay muchas formas de amar y permanecer. Que a veces estar no es sinónimo de ser.


Te busqué entre los grillos
saboreando vino.
Y me encontró la noche
en el camino.

Te busqué entre los grillos
con un vaso vacío.
Esperaba llenarlo
con el rocío.

Las estrellas se mecen
en una copa,
duermo y los grillos duermen
entre mi ropa.

El amor suena a grillos

***

Cuando desperté,
el dinosaurio
todavía estaba allí.
Le abrí la puerta,
pero su sombra
se quedó junto a mí.

La sombra del dinosaurio (y de Monterroso)

Leire Bilbao.
En: Bestiapoemas y otros bichos.
Ilustraciones de Maite Mutuberria.
2021. Pontevedra: Kalandraka.



viernes, 28 de enero de 2022

Ofendidos por nuestras propias miserias


Que Peter Dinklage, el actor acondroplásico de Juego de tronos, piense que Blancanieves es un cuento "retrógrado y discriminatorio" por el mero hecho de que él sea enano, nos debería preocupar, sobre todo cuando este tipo de ejemplos victimistas empiezan a ser más que habituales en cualquier ámbito, e incluso terroríficos. Agárrense los machos que ahí va una buena anécdota… 
Como el currículo de cierta asignatura optativa recoge que debemos desarrollar el sentido crítico, todos los años vemos en clase el documental Supersize Me, una producción sobre las consecuencias de la comida basura con poca vis científica pero con gran impacto mediático, para analizarla a posteriori.
Tras la primera sesión, se me acercó una alumna y me dijo que ponía en mi conocimiento que el día anterior se había marchado a su casa con un ataque de ansiedad provocado por los comentarios ofensivos que se hacían en el documental hacía personas que, como ella, sufrían obesidad, y me pedía que la dejásemos de ver.
A mí, que llevo muy mal la censura, se me abrieron los ojos como platos y le dije que si no quería ver el documental, era libre de marcharse. El Bachillerato es una etapa no obligatoria de la educación reglada y por tanto, puede cursarla o no. Sinceramente, no entendía su queja. Yo no había manifestado mi acuerdo con esas opiniones, ni creía que debiera privar a sus compañeros de verlo y establecer un debate, solo porque ella no quisiera enfrentarse a una situación incómoda. 
Me pareció una pataleta sin pies ni cabeza alentada por el sistema de ofendidos que se está instaurando en estas sociedades occidentales de la piel fina. Por otro lado, y si tan orgullosa está de su condición, podría haber denunciado al programa de "Escuelas saludables" que desarrolla la administración educativa por hacer apología de la ingesta de comida sana, o al profesor de educación física. Pero no, siempre hay que ir a lo fácil...
Todos tenemos miedos, complejos y problemas que encaramos con mayor o menor empaque, pero querer capar el mundo para que nada ni nadie nos incomode, me parece una opción tan ilógica, como egoísta. Es como si la Cenicienta del siguiente cuento le pidiese indemnización al príncipe azul… Pa' habernos matao.

Cenicienta estaba gorda
y lo pasaba fatal
pues siempre se le rompían
los zapatos de cristal.

Iba cada noche al baile
y en un rincón se sentaba,
pero siempre daban las doce
y el príncipe no llegaba.

Porque aunque ella fuese por dentro
más hermosa que una flor,
es un cuento eso que cuentan
de la belleza interior.

Que cuando te has de poner
las braguita con tenazas
ni el hada madrina puede
conjurar las calabazas.

Si quieren contarte un cuento,
tú mejor hazte la sorda,
pues nunca el príncipe azul
sacó a bailar a la gorda.

Aunque ella estaba en forma
(forma de telecabina)
empezó a tomar su leche
poniéndole sacarina.

Incluso el hada madrina
intentó quitarle el pan
haciendo de su varita
una barrita de all-bran.

Pero la varita mágica
Cenicienta la fue a usar
para hurgarse en la garganta
y empezar a vomitar.

A los veinte la ingresaron
por debajo de los treinta,
se le había ido el color,
tenía la piel cenicienta.

Si quieren contarte un cuento
es mejor que no lo creas,
que nunca el príncipe azul,
quiso bailar con las feas.

Como los días pasaban
sin ver al príncipe guapo,
Cenicienta aceptó un día
Salir a cenar con un sapo.

A sus amigas les cuenta
que no es tanto lo que pierde
cambiando a un príncipe azul
por un lindo sapo verde.

Moraleja

Mira, mira, niña tonta,
mira que yo no te miento:
por cada príncipe azul
hay sapos verdes sin cuento.

Dino Lanti.
Cenicienta kilos y medio.
En: Cuentos cruentos.
Ilustraciones de Pere Ginard.
2015. Barcelona: Thule.


sábado, 15 de enero de 2022

De lápices, gomas y otros matrimonios perfectos


Mis alumnos tienen una aversión horrible hacia el lápiz y la goma. No entiendo muy bien el porqué, ya que son los mayores aliados a la hora de equivocarse, algo con lo que los jóvenes han de convivir a todas horas. Será un tema de reafirmación personal (la tinta es menos lábil y su huella se hace permanente), será que están creciendo y ya no son los niños que cometían errores, será una cuestión de diligencia, pues eso de usar varios utensilios, además de parsimonia, va en contra del tiempo. Sea lo que sea, no lo entiendo, que yo me paso el día con la tiza y el borrador, otro matrimonio perfecto.


Un lápiz de dibujar
y una goma de borrar
se montaron una boda
a la penúltima moda.

Él se encasquetó un sombrero
de perfecto mosquetero
y ella se calzó un zapato
que la hizo sufrir un rato.

Él dibujo un gran banquete
con fricandó al cacahuete
y ella borró un pedacito
para ponerle arroz frito.

Al llegar por fin la fiesta,
él fue el director de orquesta,
y ella borró un tambor
que le causaba pavor.

Después de bailar un trecho,
él no cabía en el lecho
y lo tuvo que alargar
como un día sin jugar.

Y cuando ella se acostaba,
vio que el culo le sobraba
y hubo que borrar un canto
para liberarlo un tanto.

Él soñó el castillo aquel
donde el rey era como él,
y ella le borró el palacio
para hacerse más espacio.

Miquel Desclot.
La boda del lápiz y la goma.
En: ¡A que sí!
Ilustraciones de Christian Inaraja.
2021. Pontevedra: Kalandraka.