sábado, 15 de enero de 2022

De lápices, gomas y otros matrimonios perfectos


Mis alumnos tienen una aversión horrible hacia el lápiz y la goma. No entiendo muy bien el porqué, ya que son los mayores aliados a la hora de equivocarse, algo con lo que los jóvenes han de convivir a todas horas. Será un tema de reafirmación personal (la tinta es menos lábil y su huella se hace permanente), será que están creciendo y ya no son los niños que cometían errores, será una cuestión de diligencia, pues eso de usar varios utensilios, además de parsimonia, va en contra del tiempo. Sea lo que sea, no lo entiendo, que yo me paso el día con la tiza y el borrador, otro matrimonio perfecto.


Un lápiz de dibujar
y una goma de borrar
se montaron una boda
a la penúltima moda.

Él se encasquetó un sombrero
de perfecto mosquetero
y ella se calzó un zapato
que la hizo sufrir un rato.

Él dibujo un gran banquete
con fricandó al cacahuete
y ella borró un pedacito
para ponerle arroz frito.

Al llegar por fin la fiesta,
él fue el director de orquesta,
y ella borró un tambor
que le causaba pavor.

Después de bailar un trecho,
él no cabía en el lecho
y lo tuvo que alargar
como un día sin jugar.

Y cuando ella se acostaba,
vio que el culo le sobraba
y hubo que borrar un canto
para liberarlo un tanto.

Él soñó el castillo aquel
donde el rey era como él,
y ella le borró el palacio
para hacerse más espacio.

Miquel Desclot.
La boda del lápiz y la goma.
En: ¡A que sí!
Ilustraciones de Christian Inaraja.
2021. Pontevedra: Kalandraka.


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