Mostrando entradas con la etiqueta Daniel Piqueras Fisk. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Daniel Piqueras Fisk. Mostrar todas las entradas

lunes, 3 de mayo de 2021

Estrategias para el triunfo


El que la sigue, la consigue. O al menos, eso dice el refranero. El caso es que hay muchas formas de alcanzar el éxito. Se puede lograr a base de trabajo y esfuerzo (con paciencia y saliva, ya saben…), un método que siendo el más indicado para la satisfacción personal, también es el menos utilizado. Que eso de la constancia y la voluntad, del erre que erre, desgasta mucho.


Es por ello que más de uno echa mano de la picardía, algo que no debe extrañarnos, pues esta cultura nuestra donde el malandrín saca más beneficio que el hombre honrado, nunca ha perdido adeptos. ¡Y mira que han pasado décadas desde que vieron la luz el Lazarillo, La Celestina o Rinconete y Cortadillo…! La cosa no cambia en la sociedad española. Todo lo que sean travesuras, astucia y ardides, nos va como anillo al dedo.


Eso sí, no debemos confundir la picaresca con la maldad. Si bien es cierto que solo hay un paso entre la una y la otra, la principal diferencia es que los malos son capaces de pisotear a quien se interponga en su camino con tal de alzar la copa de la victoria. Les importan un comino la ristra de cadáveres que dejen a su paso o las guerras que se desaten por su culpa. Lo tienen más claro que el agua.


También toca hablar de la lástima y el patetismo, algo que pinta bien para pedigüeños o niños en edad escolar (ya saben, se les presupone débiles e inspiran cierta compasión), pero que produce mucha vergüenza ajena cuando se trata de gente crecidita y supuestamente válida. Victimismos y llorones, no gracias.


Para terminar este recorrido por las estrategias con las que obtener el triunfo tenemos la terquedad. Niños, madres y abuelos son especialistas en esto. Y no porque lo intenten una y otra vez, sino porque son capaces de aburrir a las piedras con tal de que alguien les sirva sus deseos en bandeja. Mantras repetitivos, tonos de voz odiosos y chantajes emocionales son las armas que esgrimen todos estos cansinos.


Y así llegamos a hasta La rata que daba la lata por una patata, un libro sin desperdicio de Rafael Ordóñez y Daniel Piqueras Fisk. Publicado esta primavera por la editorial almeriense Libre Albedrío, esta historia de una rata que quiere, anhela, ansía y se desvive por una patata, he de admitir que me ha robado más de una sonrisa. Ella no para de preguntar por su patata. A la cabra, la lechuza, el cangrejo y la hormiga, pero nada, no hay suerte. Está tan obsesionada que termina dándole un patatús. Menos mal que llega el pingüino y le receta la mejor de las medicinas…
Con unos personajes muy bien caracterizados, el formato a caballo entre el álbum y el cómic (territorio favorito del ilustrador), y una narración muy rítmica en la que además lo absurdo se adueña de cualquier resquicio, gusta a cualquier lector, más todavía a los niños, pues como bien he dicho, son los reyes en eso de salirse con la suya a base de dar la lata. Y si es con alguna que otra carcajada, mejor que mejor.

viernes, 3 de junio de 2016

Extrañando lugares desconocidos


Ayer, mientras estudiaba alemán (estoy peor que mis alumnos... ¡Que el cielo se apiade de mí esta tarde!), me topé con palabras como “Gefühl”, “Schadenfreude”, “Spiegel”, “Waldeinsamkeit” o “Zwischenraum”, unos vocablos que los germanos dicen con un golpe de voz pero que tienen un dilatado y poético significado (como ustedes pueden obviar casos y declinaciones, les animo a internarse en el diccionario y deleitarse con ellas). De entre todas estas, mi favorita es “Fernweh” o lo que quiere decir “el sentimiento de extrañar un lugar en el que nunca has estado”. ¿Bonito, eh?
No sé ustedes, pero un servidor, cuando fuimos presentados (-Román, Fernweh; Fernweh, Román), no pudo evitar imaginarse a Fernweh dentro de un libro... No sé si los libros te enseñan cosas (últimamente parece de des-enseñan), nos hacen más libres (algunos parece que llevan grilletes de tanto leer) o mejor persona (hay lectores que son seres horribles), pero lo que sí tengo claro es que son capaces de trasladarte a otros espacios en los que parecemos flotar, nos alejan de nuestras realidades y viajamos con la imaginación a destinos todavía no explorados o que debemos re-descubrir (hay sitios que, aunque conozcamos físicamente, parecen otros al pasar las páginas, y viceversa), y por supuesto, a otros estados anímicos.


Les confieso que me lo paso bomba cuando leo algun libro y salgo volando. No es algo que me suela suceder con frecuencia, pero si encuentro algún título que tenga ese extraño poder, no hay más que decir. Podríamos hablar de nuestro Quijote, de las Grandes Esperanzas de Dickens, de Eça de Queirós y su primo Basilio, de los Dublineses de Joyce, del Ruido y la furia de Faulkner o el Ébano de Kapuscinski, pero lo cierto es que, cuando el calor aprieta, algo de lo que empezamos a percatarnos este finde semana con previsiones de lo más calurosas, lo que apetece es irse al mar y abandonar las junglas de asfalto y cristal.


Por ello, teniendo en cuenta que necesitan cierta evasión y no pueden darse el capricho de coger el coche e irse de un lado a otro, he creído conveniente trasladarlos a las blancas y hermosas playas que sirven de marco a Glup, una exquisita novela gráfica (creo que la denominación de cómic, se queda un tanto corta en este caso) infantil de Daniel Piqueras Fisk y editada por Narval.
Con el azul del mar por bandera, una niña se zambulle en un largo viaje lleno de amigos, de recuerdos familiares, de las sorpresas que nos ofrece lo desconocido y, sobre todo, de la luz de las estrellas.


Así que, ya saben, mientras pululan por el Paseo de Carruajes del Retiro este fin de semana y recuerden con cierto anhelo el oleaje del mar, regálense un baño en este libro lleno de agua, el elemento perfecto para mojarse la sonrisa y refrescarse el alma...
Nada mejor para encontrarle sentido al llamado Fernweh.