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lunes, 20 de mayo de 2013

Caer en brazos de Morfeo



Con los elevados niveles de antihistamínicos que acarrea mi sangre, el trasnochar de este fin de semana y una agenda excesivamente apretada (¿quién me iba a decir que la vida en un pueblo tan alejado de toda civilización iba a terminar siendo tan activa?... Al final y como siempre, todo depende de la actitud de uno mismo…), mi agotamiento ha llegado a cotas desconocidas… Supongo que la vejez también será un detonante de la lenta recuperación que sufro tras una buena farra -los años no pasan en balde… Seguida de una tarde de manta y película, y una plácida noche de ronquidos y profundo descanso, ha llegado la mañana, una en la que el sueño ha sido la tónica. Y no he debido ser el único que se ha dejado la energía en estos días de ¿descanso?, a juzgar por las ojeras y cara hinchadas de mis alumnos, esos jóvenes que invierten las más de cuarenta y ocho horas que forman el fin de semana, en un tiempo de ocio y locura descomunal.
Lo mejor de todo viene cuando, como una orquesta sinfónica, empezamos una melodía algo asonante de bostezos y legañas. Cuando uno abre la boca, otro se despereza, cuando aquel se retuerce en la silla, aquel otro deja caer el cansancio sobre el pupitre. Dos bostezos más y alguna lágrima soñolienta. Un panorama no muy alentador que se repite cada lunes… Lo peor de todo es que, en vez de ánimo, esa retroalimentación nos hace sentirnos con más y más pereza, hasta el punto de caer rendidos sobre alguna superficie horizontal.
Para ser conscientes de la gran tarea que supone hacer frente a no sucumbir al sueño cuando los demás te regalan un bostezo tras otro no hay mejor ejercicio que leer Te desafío a no bostezar, con texto de Hélène Boudreau e ilustraciones de Serge Bloch (Barbara Fiore Editora), un álbum ilustrado algo humorístico y sencillito, que recoge nuestra debilidad para caer en los brazos de Morfeo, ese dios de la noche que nos renueva, nos llena de vitalidad y da recogimiento.