Mostrando entradas con la etiqueta Babette Cole. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Babette Cole. Mostrar todas las entradas

lunes, 16 de enero de 2017

Babette Cole o la (in)trascendencia de la LIJ


Cuando en la tarde de ayer llegó a mis oídos la noticia de que Babette Cole, una de esas autoras contemporáneas y eternas de álbumes infantiles, había fallecido, no pude evitar pensar en la poca trascendencia social que tiene la LIJ...
A pesar de que muchos lectores y entendidos en esto de los libros para niños no comulguen con el estilo y/o el tipo de libros que esta ilustradora firmaba, no me podrán negar que su papel dentro del mundo editorial infantil ha sido muy importante, no sólo por ser una pionera en eso de tratar temas tabú como la sexualidad, la muerte o los estereotipos sociales en libros que supuestamente debían ser inofensivos y algo dogmáticos, sino por hacerlo desde una perspectiva humorística transgresora y, la mayor parte de las veces, también respetuosa.




Lo peor de todo viene cuando, pese a la cantidad de niños que se han reído a carcajadas con sus aguerridas princesas, han aprendido a leer con sus clases de sexualidad, o se han sentido identificados con sus amores prohibidos (Cole vendió en vida más de tres millones de ejemplares de sus aproximadamente setenta títulos en todo el mundo), no exista un reconocimiento a la altura de las circunstancias en los medios de comunicación (N.B.: Un dato que me llamó mucho la atención fue que, hasta que no pasaron bastantes horas tras su muerte, Wikipedia, ese sitio que se caracteriza por la inmediatez, no añadió a su biografía el triste dato).


Da igual que se apague la vida de genios como Maurice Sendak o Leo Lionni, de escritores como Juan Farias o Monsterrat del Amo que tanto bueno han hecho por los niños, de reconocidos ilustradores patrios como Ulisses Wensell, o divulgadores de los libros infantiles como Ana Pelegrín. El caso es que la LIJ importa muy poco, más todavía cuando constatamos el escaso reconocimiento a todos aquellos que le van sumando grano a grano. Seguramente no sea un caso aislado entre otras muchas parcelas culturales, sobre todo aquellas que se refieren al entorno infantil. Quizá esta pataleta no llegue más allá de la vuelta de la próxima esquina, pero llama la atención que un sector con tanto interés comercial no reciba una mirada más atenta en el entorno de la información, sobre todo en la televisión y la prensa plurales (¡Menos mal que hay algo en la especializada! ¡Qué mínimo!...).



Ya sé lo que me van a decir... “Si es que, Román, somos invisibles, a nadie le interesamos, poquito podemos hacer contra el fútbol o Gran Hermano...” ¡Y un pijo! Es cierto que los niños nos interesan mucho pero a la vez muy poco, que de la LIJ sólo queda un residuo en el ser humano, quizá el más importante, pero poso al fin y al cabo, y que hay otras prioridades, sobre todo aquellas que se refieren al mundo adulto. Pero también es cierto que los monstruos solemos ser herméticos, retraídos y endogámicos. Hemos hecho mucho con los blogs, con las redes sociales, pero aún nos queda otro tanto para salir al mundo, para abrir nuestro espacio. A veces sonamos plastas, redundantes, relamidos... En una palabra, un coñazo.
Ya que el de adiós de otros grandes no nos ha hecho despertar, espero que el de Babette Cole, una mujer que supo conectar con el público a base de divertimento y buen humor, nos sirva para reaccionar, para montar el circo de la LIJ, ofrecer algo de espectáculo. En definitiva, sacar los los libros infantiles a la luz, con una sonrisa, disfrutando.



miércoles, 16 de abril de 2008

Sexo... y Babette Cole


Y besarte. Y fundirnos como chocolate con chile. Y buscar en la humedad de tu mirada esa pizca de picardía que yergue las partes más ocultas de mi cuerpo. Y reír con las cosquillas de tus caricias. Lamer tus labios, primero el de abajo, más tarde el superior, mientras entornas los ojos y me pides más calor con tu mano. Bailar con nuestras cabezas tomando como eje la unión de ambas narices, la tuya y la mía. Empezar los abrazos para no concluir jamás. Elevando la temperatura de nuestra carne en una constante fricción que busca el placer mutuo. Hurgas bajo la textura de mi ropa, anhelando el contacto con mi piel. Te estremeces bajo mi tacto, delatado por el sudor que te cubre. Palpo bajo tu abdomen y noto tu sexo enhiesto, lo que me agita sin medida. Juego con el cerrojo de tu pantalón, sonriente y ansioso por descubrir el placer que ha de penetrar en mi interior. Acerco mi boca a tu ombligo y lo rodeo con un trazo de mi lengua. Tu respiración se acelera y contemplo esa boca entreabierta disfrutando de mi turno en el deseo. Coges mi cara entre los dedos y la aproximas a la tuya, buscando el nudo de nuestras lenguas. Introduces las manos bajo el algodón que cubre mi trasero, despacio, suavemente. Lo descubres mientras lo rozas con las yemas de los dedos. El magma que nos recorre las venas caldea la mañana, evapora el perfume que emerge de los resquicios de tu cuerpo. Y te siento. Y me sientes.

Una vez introducido el lector en la lid del sexo, hablemos de lo que nos ocupa: los libros.

Según muchos psicólogos, introducir al niño en el universo sexual es bastante sencillo: el niño es instintivo, descubre por sí solo y de manera experimental la sexualidad y su funcionamiento. No dudo de estas opiniones, pero soy algo escéptico. Cuando una sociedad (podemos tomar como ejemplo la que habita en España, formato de nación privada de libertad moral y expuesta durante siglos al yugo del pensamiento clerical) adopta una postura desleal a su condición animal, el mismo tabú se convierte en grillete del pensamiento colectivo. De ahí que el sexo, además de prohibido, sea tan morboso. Y ¿cómo una sociedad puede educar a los infantes y jóvenes en asuntos espinosos como el sexo, si vive lastrado por sus prejuicios? Hay que despabilar, amigo lector. Uno de estos ejemplos despiertos es Babette Cole, afamada autora de libros ilustrados, que con esos tonos pastel que caracteriza a sus creaciones se libera de los prejuicios en ¡Mamá ha puesto un huevo!, uno de sus mejores títulos, que aborda las relaciones sexuales bajo un prisma científico y desbordante de humor. Una recomendación: lea y practique.