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martes, 26 de noviembre de 2024

Historias nocturnas


Durante las semanas pasadas han ido llegando a la redacción de este blog un buen puñado de libros ambientados en el maravilloso mundo de la noche y como la temporada pasada y la anterior elaboré una pequeña selección de libros dedicados a la cena, las buenas noches, las historias nocturnas o los intríngulis del sueño, este año vuelvo a hacer lo propio con libros que tratan estos temas tan recurrentes en la LIJ y que tanto gustan a pequeños y grandes antes de acudir a la cama. Sin más dilación aquí les dejo con ellos. Y no pierdan de vista esta entrada porque seguramente vaya sumando alguno más a lo largo de este curso.


Empezamos con Cuernamanteca, un libro de Magali Bonniol y Pierre Bertrand, editado por entreDos. Esta historia empieza a la hora de la cena, esa en la que Pedro se niega a tomarse la sopa, algo que trae de cabeza a toda la familia. Su padre le advierte que si no se la termina, la bruja Cuernamanteca vendrá en mitad de la noche y lo asustará hasta que se tome la sopera entera. Pedro no hace ni caso y se va a la cama con el estómago vacío como otras muchas veces. Pero esa noche, el armario se abre con un chirrido espantoso y aparece en la habitación la temida bruja que empieza a crecer y a enfurecerse. ¿Acabará Pedro comiéndose la sopa?


Con elementos muy recurrentes de los cuentos de hadas (esa bruja tan estereotipada, un héroe muy ingenioso y rimas consonantes que suenan a hechizo), los autores nos presentan una historia cotidiana aderezada con la mejor de las fantasías que bebe de la literatura infantil más subversiva (el triunfo de Pedro ante las normas del universo adulto queda muy claro). De dimensiones apaisadas, seguro que este álbum les arranca más de una sonrisa cuando busquen una cuchara…


Seguimos con Buenas noches, Álex Álvarez, un clásico de Gunilla Bergström recuperado por la editorial entreDos. Publicado por primera vez en 1972, nos cuenta la historia de un chiquillo de cuatro años que ha encandilado a millones de lectores. Como cualquier otro, no para ni un segundo. Tan pronto se porta bien, como se convierte en un demonio, ríe a ratos y llora otros. Primero, el cuento, después, lavarse los dientes, luego, un vaso de agua… ¡No deja en paz a su padre! El hombre solo quiere que se quede durmiendo y deje de dar la lata. ¿Será capaz de ello?



Con mucho humor, la autora sueca nos presenta una de esas situaciones tan comunes en los hogares con niños pequeños. Así pasa, que los padres viven esclavizados por sus hijos, unos que no saben diferenciar juegos y obligaciones. Menos mal que al final será Álex Álvarez quien ponga ese puntito de ternura a un libro sin pretensiones que solo pretende robarnos una sonrisa con una realidad muy recurrente.


Buenas noches, cariñito, un álbum de Muriel Zürcher y Stéphane Nicolet (Petaletras), también se adentra en el momento de las buenas noches. A Cariñito (no les digo más...) le han contado un cuento, le han dado el beso de buenas noches y se dispone a dormir. De repente, alguien llama a la puerta. Es su madre preguntándole si ha ido al baño. Que siiii. Vuelven a llamar. Es su padre cantándole una nana. Termina y se va. ¡Toc, toc! ¿La van a dejar tranquila de una vez? ¡Ella solo quiere dormir!



Aunque utiliza el mismo escenario narrativo que el anterior, el mensaje es completamente opuesto, pues realiza una crítica a ese modelo de paternidad actual que tanto ha calado en muchas familias donde el sobre-proteccionismo y el empalague alcanzan cotas insospechadas. Apelativos edulcorados y mucho diminutivo ridiculizan a unos padres que se muestran excesivos e impertinentes ante una hija que tiene más sentido común que ellos.


Conejito de luna de Choi Young Ah y editado por Libros del Zorro Rojo es otro de esos libros que nos sumergen en el mundo de la noche de la mano de un conejito que intenta devolverle a la luna un pedazo que se le ha desprendido por culpa de una estrella fugaz. El conejito intenta alcanzar a nuestro satélite utilizando mucho ingenio, pero no consigue acercarse tanto. ¿Conseguirá llevar a buen término su reto?



Basado en una leyenda tradicional que pulula por muchos países asiáticos, este libro nos habla de cómo enfrentarnos a las adversidades, aunque sea a trancas y barrancas. La autora coreana nos presenta una historia sin palabras utilizando elementos del cómic y esas ilustraciones a caballo entre el anime, la técnica digital y el dibujo tradicional donde el paisaje y la naturaleza cobran mucha importancia. Alternancia de planos, secuencias y movimientos, mucha carga emotiva y un final lleno de júbilo juegan a favor de un libro muy agradable.


Como en una selección de libros nocturnos no podía faltar uno sobre miedos infantiles, para terminar les traigo ¿Quién dijo miedo?, el bautizo editorial de Ana Sánchez Garea, gracias a la editorial gallega Pepa A Loba. A Eli no le gusta la oscuridad y su padre le pide que cierre los ojos al tiempo que le va enumerando los montones de cosas hermosas que suceden cuando el sol se apaga. Brillan las luciérnagas, se oye el crepitar de las hogueras, estallan los fuegos artificiales e incluso florecen algunas plantas.



Con mucho virtuosismo, la autora da vida a unas ilustraciones muy evocadoras donde los planos generales y los primeros planos van dibujando estampas bucólicas y realistas que dan valor a esos momentos en los que la luz se abre paso en la oscuridad y la llena de significado. Momentos festivos, otros más íntimos, donde hay mucha belleza y también sorpresa. Aprender a poner en valor las cosas por poco que nos gusten, también es necesario a la hora de conocer el mundo que nos rodea y despejarlo de supuestos peligros y miedos infundados.
¡Buenas noches, queridos monstruos!

lunes, 23 de septiembre de 2024

Gente amargada


Hay gente que, de tanto fijarse en los demás, vive amargada consigo misma. Si los demás no hacen lo que ellos quieren o lo que se esperaría que hiciesen, ya la hemos liado. Viven molestos por todo, aunque lo que llevemos el resto entre manos no les repercuta en nada. Y si eso sucede, por mínimamente que sea ¿es para ponerse así? Pregunto. Cualquier excusa es buena para liártela, su máxima aspiración vital. Y luego: a vengarse.
Si salimos, que deberían cerrar todos los bares sin excepción. Si te compras un coche, quieren que los erradiquen de la faz de la tierra. Si te casas, que ojalá te divorcies pronto. Si les avisas de que llegas un poco tarde a la comida, tienen un hambre voraz y ni te esperan. Si te gusta la Navidad, que la prihiban. Y así todo. Lo peor de todo es que convierten esa actitud en una forma de vida, por lo que, ni viven, ni dejan. Todo un despropósito en lo que a existencialismo se refiere y que les aboca a la soledad más absoluta.


Lo peor de todo es que esta fauna florece como setas, más todavía en el mundo del coaching, las personas vitamina y el self care. Estoy deseando que la Marian Rojas Estapé nos dé uno de sus mítines sobre la gente amargada, a ver si alcanzo a entender la base fisiológica de este fenómeno. El tono con el que hablan, el rictus que se gastan, sus quejas constantes, crispados, volátiles y ofensivos… Lo que más anonadado me tiene es esa satisfacción que recorre sus higadillos haciendo que otras personas se sientan mal. ¿Estará su oxitocina a los niveles de la discontinuidad de Mohorovicic?
Ni ellos mismos saben de dónde viene ese estado de pobreza emocional. Se creen que lo controlan todo y con joder a los demás, solucionan cualquier brete, pero lo cierto es que a mí no me gustaría sobrevivir (que es lo que hacen) de esa manera. Con la cantidad de cosas malas que hay en la vida, no sería capaz de alimentarlas todavía más. Pero bueno, allá ellos...


Yo, lo único que tengo claro es que forman parte de un variado elenco de actores secundarios de los que prescindo en esa obra de teatro que es mi devenir. Y si hay que soportarlos por obligación, cuanto más lejos y menos trato, mejor. Prefiero hacer eso que ponerme a su altura y actuar como el protagonista del libro de hoy.
Un paseo con Kiki, un álbum de Davide Cali y Paolo Domeniconi (editorial Petaletras), nos cuenta la historia de Tristán y su mascota Kiki, un enorme Tyrannosaurus al que pasea por el barrio con total normalidad. Lo chungo viene cuando este reptil gigante no le pasa una a nadie y se va zampando a todo el que no le viene bien. A una vecina, a unos chavales, a la maestra, al policía… Bueno, es verdad, no a todo el mundo… ¿A quién respetará Kiki?


Con una narración sin muchas florituras, los autores de este libro construyen una historia que se puede interpretar desde dos visiones muy diferentes. Por un lado Kiki puede ser la mascota imaginaria de un niño que canaliza su ira a través de él. Y por otro Kiki, además de ser real, obedece a sus instintos primarios de animal salvaje que finalmente se deja domesticar gracias al poder del amor. ¿Y ustedes? ¿Qué piensan?
Con un estilo realista que recuerda al estilo de ilustradores como Chris Van Allsburg o Loren Long, el artista italiano juega con los planos y con el formato para construir una narrativa muy sugerente en la que el lector también se vuelve partícipe del apetito voraz de ese dinosaurio que parece un poco amargado o se venga de los amargados. Elijan ustedes.

viernes, 20 de septiembre de 2024

Observando...


Lo asumo. Soy demasiado observador y me fijo en todo tipo de detalles. Unos me llevan a lanzar todas estas saetas discursivas, los menos me remueven sentimentalmente, otros desearía no haberme detenido en ellos y el resto siempre me conduce a diferentes reflexiones sobre lo que me rodea.
Cada vez hay menos gente que mira a su alrededor. No miran el cielo cuando salen de su casa todas las mañanas, ni tampoco a la cara de sus hijos durante la comida, ni siquiera en las reiteradas ausencias de su pareja durante los últimos dos años y medio.


Esta sociedad que, más que aire, respira pantallas, se encuentra tan carente de estímulos externos que prefieren justificar esa falta de observación con teorías infundadas que repiten como mantras. Cada uno se busca sus excusas para seguir soterrado por esa maraña de cuestiones inútiles, insulsas e inertes que le impiden ver la realidad. Y mientras tanto, dejan que la vida pase de puntillas por ellos.
No es que a un servidor le guste percatarse de todo. No. Solo hay que examinar aquello que es relevante, porque ¿para qué fijarse en lo inútil? A veces, también está bien eso de emular a los avestruces y no ser consciente del sinfín de disparates que laceran el sentido común. Es mejor obviar detalles mínimos que te retuercen los tuétanos a caer en un estado de amargura sempiterno.


Con todo y esto, aún quedan libros que invitan a la observación de lo que nos rodea desde la sorpresa y el descubrimiento que supone esa mirada infantil que tanto agrada a los monstruos. Por poner un ejemplo, les invito a disfrutar con el Cosas así, cosas asá de Bernadette Gervais, recientemente publicado por la editorial Petaletras.
Si buscan cosas que se abren, cosas que son suaves, cosas que huelen mal, cosas que brillan o cosas que se funden, este es su libro. También si quieren saber qué característica comparten las palomitas de maíz y las pulgas, una amapola y una pompa de jabón, una horquilla y una langosta o una guindilla y un erizo.


Con su estilo tan característico, la autora francesa nos regala este imagiario donde las representaciones de las cosas que nos rodean están organizadas por diferentes temáticas que se suceden en cada doble página. De esta forma, el lector, al tiempo que descubre nuevos objetos y afianza conceptos que ya conoce, busca puntos comunes que establecen relaciones desde la supuesta disparidad.


Colorista a rabiar, interpela al espectador, le regala mucho asombro, le insufla muchos conocimientos e incluso juega con su subconsciente de una manera casi poética en la que las asociaciones de ideas amalgaman un ideario en el que caben muchas posibilidades. Ideal para comenzar el curso académico. Se lo digo yo, que a observar no me gana nadie.

P.S.: Siento que las imágenes pertenezcan a la edición francesa, pero es que no hay otras en la red…

martes, 18 de junio de 2024

Excusas y más excusas


Cuando el final del curso se acerca, muchos empiezan con las prisas… “¿Te puedo entregar mañana los ejercicios de la recuperación?” “¿De qué iba ese trabajo opcional para subir nota?” “¿Mañana en el recreo puedo hacer el examen del herbario?” “Profe, mi padre quiere hablar contigo para justificarte unas faltas de hace dos meses.”
Yo, que me gusta ponerlos contra las cuerdas, les aprieto un poco las tuercas y no doy mi brazo a torcer a la primera de cambio. Si no, todo sería demasiado fácil… “Podías entregármelos hasta hoy, ¿qué te ha pasado?” “Lo dejé muy bien explicado en ese guión que os entregué hace un mes y medio, ¿es que no lo tienes?” “Mañana justamente tengo otro examen en el recreo, ¿por qué no lo haces hoy? Si total, de hoy a mañana, lo que no te sepas ya…” “Sin ningún problema, pero dile a tu padre que las faltas deben justificarse con la mayor brevedad posible.”


Al instante, toda una lluvia de excusas empiezan a pulular por el aula. Que si una marabunta de termitas gigantes ha devastado todo mi escritorio, que aquel guión fue interceptado por los servicios secretos de Mozambique al pensar que se trataba de un documento de espionaje, que mi madre creyó que los ejemplares de su herbario eran un precioso ramo de flores secas y se lo ha regalado a la vecina del segundo o que el ordenador de mi padre fue devorado por un caimán durante un viaje de negocios a Uruguay.
Tanta inventiva me alegra doblemente. Primero, porque da buena cuenta de que los chavales siguen utilizando el cerebro, y segundo porque tienen el descaro suficiente para enfrentarse a esta vida. Así que, en loor a todos ellos, hoy les regalo un libro que ya tiene unos meses, pero que bien merece salir a la palestra.


Es que me crucé con…, es un libro escrito por Agnès de Lestrade, ilustrado por Joao Vaz de Carvalho y publicado en nuestro país por Petaletras que nos cuenta la conversación entre un padre y su hijo en la que el segundo le propina todo tipo de excusas inverosímiles al primero por haber llegado tarde a una cita. Y es que en el camino, el crío se ha topado con una mariquita que levantaba pesas, una hormiga sobre un orinal, una trucha corriendo o un tucán que se lavaba los dientes.


Con mucho humor, un buen puñado de animales y sencillos pareados, los autores siguen la estela de otros libros de pretextos infantiles (véase el ya clásico No he hecho los deberes porque…) para sumergirse en la subversión infantil y el mundo surrealista. Tomen nota y regálenlo a padres incautos que siempre tienen (o no) ingenio para salirse con la suya.

lunes, 13 de mayo de 2024

Vidas cruzadas


Llamamos novela coral a la obra de narrativa, generalmente ficcional, que está protagonizada por varios personajes con similar protagonismo y que se encuentran conectados en ese todo que constituye el argumento.
En la literatura para adultos hay muy buenos ejemplos de novela coral. La colmena, Suite francesa, Mientras agonizo o La asombrosa tienda de la señora Yeom se perfilan dentro de una categoría que, a pesar de tener mucho que decir, es un estilo bastante minoritario. Esto puede deberse a muchas razones. La más relevante quizá sea esa dificultad para crear/seguir la línea argumental y establecer los nexos de unión entre los protagonistas.


Al principio, quizá sea complicado situarse en múltiples planos personales donde los diferentes puntos de vista suponen cierta agudeza intelectual, pero con el paso de las páginas, el relato se llena de matices que propician una experiencia estética todavía más enriquecida que la de otro tipo de novelas.
Si bien es cierto que la novela coral no es tan identitaria como la convencional, sí es más caleidoscópica, algo que se agradece en unos tiempos tan revueltos como los actuales, en los que etiquetas y ofendiditos no permiten el ejercicio libertario que se presupone en las sociedades avanzadas.
Cuando lidiamos con otras miradas, con otros reflejos dentro de un mismo contexto literario, también participamos de estos, algo que se agradece en una realidad sectaria como la que vivimos, donde la corrección política, la superioridad moral y el aleccionamiento buenista laceran al más insignificante de los seres humanos.


Es bueno denotar que, en cierto modo, todos estamos conectados. La de la humanidad es una historia conjunta y nuestras vidas se entremezclan en un maremágnum de alegrías y sinsabores del que participamos todos desde nuestras circunstancias, pero sin obligaciones ni responsabilidades.
Para dar visibilidad a dos álbumes corales y ejemplificarles un poco sobre estas conexiones invisibles que nos unen a otros desconocidos, hoy les atizo con Un paraguas de mariposas blancas de Frahad Hassanzadeh y Ghazaleh Bigdelou (editorial La Maleta) y Las personas son hermosas de Baptiste Beaulieu y Qin Leng (editorial Petaletras), dos libros que contienen dos historias colectivas muy apetecibles.


El primer álbum sucede durante el Nowruz, una fiesta de origen persa que acontece el primer día de primavera. El mercado bulle de actividad y en la calle se agolpan los coches. Atousa espera a que la señora Shirin remate su vestido, Ardalan y el señor Parvizi hacen cola en la barbería y Maryam y Alí intentan vender todas sus flores antes de que caiga la bola y anuncie la llegada del Año Nuevo. Pero, como en toda buena historia que se precie, suceden un montón de percances que hacen del fin de año una suerte de despropósitos. ¿Llegarán todos a tiempo a sus hogares?


A caballo entre el álbum y el cómic, este libro delicado donde las carambolas tienen mucho que decir, se llena de contratiempos narrativos que tirando y aflojando de la acción, lo convierten en una historia llena de tensión. Ambientada en una tarde lluviosa, esta ciudad de Oriente Próximo, se llena de tonos grises que, de manera repentina, quedan eclipsados por elementos rojos y amarillos. Me encanta el uso de luz y la gran variedad de planos utilizados, pero sobre todo esa mariposa amarilla que sobrevuela una historia tan cotidiana como encantadora.


La segunda propuesta nos cuenta la historia de Papou y su ojo clínico, uno que ha ido entrenando durante toda una vida dedicada a la medicina. Mientras se dirige a la Torre Eiffel con su nieta, le enseña a mirar en el interior de las personas con echarle un vistazo a su fisionomía. Cada ser humano esconde una historia. Solo hay que aprender a desentrañarla. Haciéndolo, nuestra percepción sobre los demás cambiará ipso facto.


Hakim, Maryline, Lionel, Rebecca o Antoine son los nombres que llenan las páginas de un libro que se desliza entre las conjeturas y la realidad (¿Será verdad todo lo que cuenta el abuelo? ¿Sabrá la vida de todas esas personas?). Sus jorobas, su delgadez extrema o su cuerpo rechoncho sirven de excusa a este médico jubilado para acercarse a la belleza que guarda nuestra vida interior. 


Aderezado con un París lleno de luz, color y gentileza, este paseo acompañado de gente (des)conocida con un ligero sabor al ¿Quién es quién?, me ha sacado una sonrisa, más todavía si hago el ejercicio propio de hurgar en los entresijos de mi propia historia, una que, seguro, no dejaría indiferente a nadie por mucho que se haya cruzado conmigo.

miércoles, 27 de marzo de 2024

Lobos que acechan


El lobo, ese animal en torno al que se han desarrollado los cuentos de la vieja Europa, empieza a llenar de nuevo el medio natural gracias a la reintroducción en ciertas áreas donde se había extinguido y las políticas proteccionistas.
A pesar de todo lo bucólico que le rodea, no hay que tomarse a cachondeo a este mamífero, pues como nos lleva avisando la tradición oral muchos siglos, lo del lobo es bastante serio, y aquí, este biólogo, se lo va a demostrar.


Aunque los europeos pensamos que es un animal propio de nuestras fronteras, el lobo tiene su área de distribución repartida entre Norteamérica, Europa, gran parte de Asia continental y el norte de África. Todos ellos pertenecen a dos especies, el lobo gris (Canis lupus), que presenta varias subespecies como el lobo ártico o el ibérico, y el lobo rojo (Canis rufus). Si bien es cierto que algunos autores también hablan del lobo abisinio o etíope (Canis sinensis), no existe un consenso científico al respecto.
Atendamos a su dieta… Si bien es cierto que los lobos son animales carnívoros, también se podría definir como oportunista, ya que a veces pueden consumir bayas y frutas, alimentarse de carroña, e incluso cometer canibalismo. ¿Y por qué hace esto? Básicamente, porque pasa mucha hambre, y a falta de pan…


El lobo es un animal gregario, es decir, vive con otros lobos en grupo, lo que llamamos manada. Una manada es una asociación (casi) familiar que está formada por entre seis y veinte individuos, generalmente un lobo macho, una hembra y los hijos de estos. Cuando hay varios machos en una manada, se establece una jerarquía, es decir, hay rangos. El que gobierna la manada es el macho alfa, el que le sigue es el beta, el siguiente, el omega, etc.
Los miembros de una misma manada cooperan entre sí, tanto en la obtención de alimento (cazar en grupo, sobre todo animales grandes), como en la crianza (por ejemplo, los machos proveen de alimento a las crías regurgitando su propia comida). Para todas estas interacciones utilizan su olfato y, sobre todo, señales sonoras. Sí, el aullido sirve para comunicarse entre ellos y poco tiene que ver con la luna llena. Así que si alguna vez oyes un lobo aullar, sal corriendo porque detrás vienen un montón.


A pesar de esta cooperación, seguramente y más de una vez habréis oído que los lobos se matan entre ellos. No es un mito. Aunque no es lo normal, puede suceder por diferentes causas. Se relaciona con luchas de poder entre los machos de una misma manada, la falta de alimentos o con fenómenos reproductivos (si una hembra pierde a la prole, se quedará antes preñada de un nuevo lobo).


Y para terminar esta mini-clase de lobos, aquí os traigo un par de historias protagonizadas por ellos. La primera es El cordero que dijo basta, un álbum de Didier Jean y Zad que rescata de los anaqueles la editorial EntreDos.
Un rebaño de ovejas vive en la pradera que hay entre la cerca y el acantilado. Aprovechando esta situación, el lobo comienza a zampárselas. Llega la primera. Al resto no le importa porque está enferma. La segunda. Tampoco llama la atención porque es la oveja negra que a nadie le cae bien. Una tras otra van cayendo hasta que el cordero más joven pone algo de cabeza en el asunto y convence a las demás para llevar a cabo un plan. ¿Lograrán poner en su sitio al lobo?


Con unas guardas a modo de prólogo y epílogo, unas ilustraciones texturizadas (esta técnica me recuerda al pastel o la cera), imágenes a modo de viñetas, cierta óptica cinematográfica, y unos elementos narrativos excepcionales (Me encantan como hablan las sombras), este álbum consigue trazar un inmejorable camino a la hora de dialogar sobre el poder de la colectividad humana, utilizando una situación cercana desde el universo animal.


La segunda lleva por título Un lobo en la negra noche… En este libro de Sandrine Beau y Loïc Méhée que ha publicado la editorial Petaletras las pasadas semanas nos cuenta la historia de un lobo que está en la cama. En mitad de la negra noche, abre un ojo. Luego el otro. Abre sus fauces. Se destapa. Asoma una garra, luego la otra. Se levanta y…


Con una secuencia de imágenes cuyo fondo va pasando del negro al amarillo, los autores nos amenizan una historia cotidiana a modo de sketch o comedia de situación en la que la oscuridad y las penumbras juegan un papel esencial. La cadencia en la voz narrativa y el suspense, se adueñan del lector para que, al final, suelte una carcajada gracias al efectismo escatológico. En definitiva, un lobezno muy gracioso y sorprendente.

martes, 5 de marzo de 2024

Toda una vida


Últimamente ando bastante sensible a los cambios. No es que yo sea una persona a la que cualquier disloque saque de sus casillas, pues entiendo que a lo largo de la vida existen multitud de circunstancias con las que tarde o temprano nos toca bregar. Pero sí que creo que soy más consciente de que me aproximo a un término en el que lo negativo eclipsa a lo positivo. ¿Cosas de la edad?
Cuando era más joven, todo era alegría. Quizá por ese empoderamiento que ofrece la juventud. Estás lleno de energía, nada te amedrenta, te puedes comer el mundo. Una sensación que, conforme pasan los años, se va tornando menor. Esa fuerza existencial que te movía otrora, pierde fuelle. Ya no hay ligereza en tus pisadas y giras alrededor del sol con otra cadencia.


No es malo. Tampoco bueno. Simplemente llega otra etapa vital en la que empiezas a restar importancia a lo mundano, las necesidades banales y los caprichos evanescentes. Te conformas con terminar la semana, cumplir otro año e hincharte de cordero a la brasa. Un buen plan viendo cómo está el percal.
Se acaban muchos sueños porque tienes otras responsabilidades, ya no es momento de ciertas cosas, o bien porque ya no tienen sentido, o bien porque se han desdibujado. Hay limitaciones. Pero ¿qué más da? Hay otras. Diferentes, pero igualmente válidas. Solo toca cambiar la perspectiva para integrarlas en un nuevo contexto, que al fin y al cabo es de lo que trata el paso del tiempo.


Algo parecido debe sucederle a Granita, el personaje que da nombre al álbum de Magali Clavelet y acaba de traernos a España la editorial Petaletras. Todos sabemos que las manzanas sirven para comérselas. Crudas, en tarta, cubiertas de caramelo o en forma de mermelada. Aun así, ninguna manzana madura echa a correr para que no la atrapen. Un momento… No todas. Granita decide coger el petate e irse muy lejos. Viaja por un montón de lugares. Desde Nueva York hasta Japón. Granita tiene montones de experiencias. Pero el tiempo pasa y Granita empieza a echar de menos su hogar y decide regresar. ¿Habrá alguien allí? ¿Estará el manzano? ¿Y el resto de sus hermanas?


Con gran sencillez, esta historia se acerca al ciclo de la vida desde la perspectiva de una fruta. Sin embargo, la autora recorre hace hincapié en esos cambios de pensamiento que se producen en la protagonista. Cómo es capaz de conectarse con su presente y sus necesidades. Durante la juventud viaja y se empapa de montones de experiencias, en la madurez regresa a su lugar de origen para compartirlas, y en la vejez vive con la tranquilidad de que todo ha merecido la pena.
Una mezcla entre ficción y no ficción que, además de tener cierto aire a una guía de viajes, se adentra en el desarrollo vital de un individuo que podemos ser todos nosotros, y en nuestra mano está dejar que suceda o tomar otras múltiples alternativas.

lunes, 11 de diciembre de 2023

Tipos de parejas


En mitad de un puente en el que parece ser que ningún madrileño se ha quedado en casa (muchos provincianos hemos optado por nuestros cortijos), me he dedicado a observar las realidades que se cruzan en mi camino. Los fenómenos de las luces navideñas, las pescaderías o las conservas me han sugerido muchas cosas y hoy me voy a centrar en el universo de las parejas.


Las calles están llenas de muchos tipos de parejas. Las hay muy evidentes, de estas que se profesan todo tipos de arrumacos y caricias, y que van todo el día cogidas de la mano. Al otro lado tenemos a las enemistadas. Esas que se dedican improperios y todo tipo de palabras insanas para avivar la llama de un fuego hace tiempo olvidado.


Las que más me entusiasman son las parejas siamesas. Uno se mimetiza con la una y la una con el otro. El mismo estilo, los mismos colores, corte de pelo y complementos. Si ambos son hombres o mujeres, te hacen dudar. ¿Clones o gemelos? Buscar pareja y encontrar un reflejo. Es para ahondar en lo peliagudo que nos lleva a eso.
Siempre he preferido lo diverso. Púberes con talludos, flaquitos con obesos, bigardos y tapones, rubias y morenos. Ahondar más en los contrarios que se enriquecen y complementan, en vez de hallar las mitades de una misma esfera. Hacer del mundo una macedonia, que cualquier fruta que añadamos, la ensalce más sabrosa.
Ni que decir tiene que, a pesar de las apariencias, cada pareja vive a su manera, se entiende como quiere, como puede y como le dejan. A fin de cuentas, de eso va el juego y nadie tiene la receta perfecta.


Y así llegamos a HipopOpuestos, un álbum de Janik Coat que ha publicado este otoño la editorial Petaletras, un nuevo sello que ha nacido para traernos libros con cierta enjundia a este espacio de monstruos.
Popov es un hipopótamo (ese animal tan feroz y peligroso que extrañamente la literatura infantil y el ideario colectivo han convertido en dócil y adorable. Curioso…), pero no un hipopótamo cualquiera, pues es capaz de mutar. Puede hacerse grande o pequeño, ligero y
pesado, tiene lunares o rayas, blanco o negro, lleno o vacío.


En este libro de contrarios (y antónimos) dirigido a prelectores y primeros lectores, la autora experimenta con los colores, las dimensiones, las perspectivas y las posibilidades de los troqueles y los materiales para presentar parejas conceptuales que, si bien son opuestas, se complementan gráficamente. Del mismo modo, se decanta por parejas de conceptos algo sui generis a la hora de hablar de hipopótamos (nítido y borroso u opaco y transparente, por ejemplo) que nos roba una buena tanda de sonrisas.


Se establece un juego de disparidades entre palabras e imágenes que recuerda a otros álbumes de autor o gráficos. Con un estilo sencillo, la artista de origen francés (de quien todavía no se han publicado muchos libros en nuestro país) explota su estilo minimalista basado en el color y los contrastes para proponernos un viaje exploratorio muy sugerente en el que la mirada y la imaginación del espectador sean las grandes participantes.