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jueves, 6 de julio de 2023

Un libro lleno de maravillas y ¡feliz verano!


Las vacaciones han llegado, y con ellas, la limpieza general. Fregar ventanas, lavar cortinas, abrillantar azulejos, desempolvar armarios y adecentar terrazas. Y en mi caso, por si esto fuera poco, también hay que poner un poco de orden en las estanterías teniendo en cuenta que hay que ordenar todos los libros que han pululado en este espacio durante el curso que acabamos de dejar.
Aunque a muchos les puede parecer algo baladí, no lo es tanto. Teniendo en cuenta que la taxonomía es una tarea harto difícil (primero debes saber lo que tienes, después clasificarlo y, por último, guardarlo), necesitas tiempo y ganas para dotar de una organización cómoda y práctica a tus pertenencias de la manera más rápida posible.


Y no solo a lo material. Lo intangible también necesita un poco de cuadrícula. Por eso nunca viene mal dedicar un tiempo a meditar sobre la marcha de nuestra vida, cómo la abordamos y qué esperamos del futuro. Si continuamos viviendo como lo hacemos o nos decantamos por otros caminos.
Seguramente nunca antes se han planteado esta cuestión, pero el caso es que es bastante útil cuando ves derrumbarse el entorno en el que has crecido, te hallas en mitad de una encrucijada, hastiado por la rutina o una crisis monumental se cierne sobre ti. Ser consciente de ello y buscar nuevas perspectivas (hay veces que las soluciones son imposibles) siempre ayuda.
Por tanto, aprovechen estos días de verano para descansar, tomarse una cervecita con unas banderillas, mirar el horizonte al final de la tarde y pensar en qué sucede a su alrededor. Quizá encuentren que todo está correcto o que, por el contrario, hay que darle un giro a los acontecimientos.


Para que dejen su mente en blanco, lo mejor que se me ha ocurrido es el Libro de maravillas de Pere Ginard, un álbum muy especial que acaba de editar Libros del zorro rojo y que tiene como subtítulo Inventario de casi todas las cosas vivas, muertas e imaginadas. Unos dirían que se trata de un libro de actividades, otros que es un mero capricho y los más no sabrían cómo definirlo.
En realidad el autor mallorquín ha reunido 101 láminas dedicadas a diferentes categorías que se pueden encontrar en el índice final en un único volumen que los menos definirían como álbum de artista.


En tapa blanda y blanco y negro, este gabinete de curiosidades es capaz de sorprendernos, enseñarnos o dejar volar nuestra imaginación. Puede servir de soporte narrativo (inventen, inventen…), como punto de partida de nuevos inventarios, para colorear o la excusa perfecta para otras clasificaciones.
En definitiva, una pequeña sorpresa llena de posibilidades para cualquier lector que sepa nadar en sus páginas.


Lo dicho, disfruten del merecido descanso. Y si lo hacen acompañados de cualquiera de los libros que les he recomendado durante estos casi diez meses, mucho mejor. ¡Feliz verano!

viernes, 28 de enero de 2022

Ofendidos por nuestras propias miserias


Que Peter Dinklage, el actor acondroplásico de Juego de tronos, piense que Blancanieves es un cuento "retrógrado y discriminatorio" por el mero hecho de que él sea enano, nos debería preocupar, sobre todo cuando este tipo de ejemplos victimistas empiezan a ser más que habituales en cualquier ámbito, e incluso terroríficos. Agárrense los machos que ahí va una buena anécdota… 
Como el currículo de cierta asignatura optativa recoge que debemos desarrollar el sentido crítico, todos los años vemos en clase el documental Supersize Me, una producción sobre las consecuencias de la comida basura con poca vis científica pero con gran impacto mediático, para analizarla a posteriori.
Tras la primera sesión, se me acercó una alumna y me dijo que ponía en mi conocimiento que el día anterior se había marchado a su casa con un ataque de ansiedad provocado por los comentarios ofensivos que se hacían en el documental hacía personas que, como ella, sufrían obesidad, y me pedía que la dejásemos de ver.
A mí, que llevo muy mal la censura, se me abrieron los ojos como platos y le dije que si no quería ver el documental, era libre de marcharse. El Bachillerato es una etapa no obligatoria de la educación reglada y por tanto, puede cursarla o no. Sinceramente, no entendía su queja. Yo no había manifestado mi acuerdo con esas opiniones, ni creía que debiera privar a sus compañeros de verlo y establecer un debate, solo porque ella no quisiera enfrentarse a una situación incómoda. 
Me pareció una pataleta sin pies ni cabeza alentada por el sistema de ofendidos que se está instaurando en estas sociedades occidentales de la piel fina. Por otro lado, y si tan orgullosa está de su condición, podría haber denunciado al programa de "Escuelas saludables" que desarrolla la administración educativa por hacer apología de la ingesta de comida sana, o al profesor de educación física. Pero no, siempre hay que ir a lo fácil...
Todos tenemos miedos, complejos y problemas que encaramos con mayor o menor empaque, pero querer capar el mundo para que nada ni nadie nos incomode, me parece una opción tan ilógica, como egoísta. Es como si la Cenicienta del siguiente cuento le pidiese indemnización al príncipe azul… Pa' habernos matao.

Cenicienta estaba gorda
y lo pasaba fatal
pues siempre se le rompían
los zapatos de cristal.

Iba cada noche al baile
y en un rincón se sentaba,
pero siempre daban las doce
y el príncipe no llegaba.

Porque aunque ella fuese por dentro
más hermosa que una flor,
es un cuento eso que cuentan
de la belleza interior.

Que cuando te has de poner
las braguita con tenazas
ni el hada madrina puede
conjurar las calabazas.

Si quieren contarte un cuento,
tú mejor hazte la sorda,
pues nunca el príncipe azul
sacó a bailar a la gorda.

Aunque ella estaba en forma
(forma de telecabina)
empezó a tomar su leche
poniéndole sacarina.

Incluso el hada madrina
intentó quitarle el pan
haciendo de su varita
una barrita de all-bran.

Pero la varita mágica
Cenicienta la fue a usar
para hurgarse en la garganta
y empezar a vomitar.

A los veinte la ingresaron
por debajo de los treinta,
se le había ido el color,
tenía la piel cenicienta.

Si quieren contarte un cuento
es mejor que no lo creas,
que nunca el príncipe azul,
quiso bailar con las feas.

Como los días pasaban
sin ver al príncipe guapo,
Cenicienta aceptó un día
Salir a cenar con un sapo.

A sus amigas les cuenta
que no es tanto lo que pierde
cambiando a un príncipe azul
por un lindo sapo verde.

Moraleja

Mira, mira, niña tonta,
mira que yo no te miento:
por cada príncipe azul
hay sapos verdes sin cuento.

Dino Lanti.
Cenicienta kilos y medio.
En: Cuentos cruentos.
Ilustraciones de Pere Ginard.
2015. Barcelona: Thule.