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lunes, 6 de febrero de 2012

Grandes figuras de la ilustración de LIJ (XI): Jessie Willcox Smith















Si el año pasado dedicaba una de estas entradas a Kate Greenaway, la primera ilustradora del Viejo Continente, creo que este año es oportuno dedicársela a Jessie Willcox Smith, la primera ilustradora de Norteamérica.
Jessie Willcox Smith nace el 6 de septiembre de 1863 en Philadelphia. Durante la juventud, sus padres, Charles Harry Smith y Katherine Hewitt Willcox, la animan para que se forme como maestra en un jardín de infancia y con 16 años viaja a Cincinatti para cumplir ese deseo mientras vive con sus primos. Es en esa época en la que una muchacha que jamás había cogido un lápiz entre sus manos, choca accidentalmente con uno en la clase de dibujo que recibía uno de sus primos y dibuja una lámpara que desencadena una pasión por el arte que dura toda la vida.
Abandonando la idea de ser institutriz, Jessie regresa en 1984 a Philadelphia y se matricula primeramente en la Escuela de Diseño para Mujeres y, a posteriori, en la Academia de Bellas Artes de Pennsylvania donde recibe clases de Thomas Eakins, de quien aprendió anatomía artística, entre otros. Poco antes de su graduación en1888, comienza su carrera como ilustradora apareciendo su primer trabajo en la revista mensual infantil St. Nicholas.
El éxito como ilustradora no fue inmediato. Jessie encontró trabajo en el departamento de publicidad de The Ladie’s Home Journal, puesto que ocupó entre 1889 y 1894. Cuando en 1894 Howard Pyle empieza a impartir clase en Howard Pyle School of Illustration Art, Jessie es aceptada y se convierte en la alumna más longeva del aula, diferenciándose en tan sólo diez años de su profesor. Es en estas clases donde conoce a Elizabeth Shippen Green y Violet Oakley, forjando una amistad que perdurará a lo largo de toda la vida.
En 1897, Smith -junto con Violet Oakey- obtiene su primer encargo a través de Pyle para una edición que Houghton Mifflin prepara de Evangeline. Tras abandonar el Instituto Drexel y rechazar una oferta para enseñar allí, Jessie decide junto con Elizabeth Shippen Green y Violet Oakley, establecer un estudio propio.
Durante 1901 y 1902, Smith realiza ilustraciones para el número de diciembre de Scribners Magazine, así como las ilustraciones para dos calendarios junto con su colega Green. Así llega 1903 y un segundo encargo para ilustrar junto con Green el libro de Mabel Humphrey titulado The Child, que obtuvo gran éxito entre el público.
A partir de este momento, la carrera de Jessie toma un ascenso meteórico y sus ilustraciones son solicitadas por las revistas Century, Collier's Weekly, Leslie's, Harper's, McClure's, Scribners, Ladies' Home Journal y Good Housekeeping, revista institucional para la que realizó portadas durante15 años (1918-1933) y por las cuales cobraba la friolera de 1800 dólares. También lleva a cabo una serie de ilustraciones para el libro por entregas In a Closed Room de Frances Hodgson Burnett, que finalmente sería editado en un único volumen, e ilustra una enorme cantidad de libros infantiles entre los que se cuentan A Child's Garden of Verses (1905), A Child's Book of Stories (1911), The Water-Babies (1916), At the Back of the North Wind (1919), Boys and Girls of Bookland (1923), Dickens' Children (1912), The Everyday Fairy Book (1915), A Child's Book of Modern Stories (1920) y Heidi de Juana Spiri (1922).
En 1933, Jessie Willcox Smith, la primera dama de la ilustración del Nuevo Mundo, realiza un frustrante viaje a Europa, y dos años más tarde, el 3 de mayo de 1935, muere tras una larga enfermedad
Durante los 44 años que su carrera profesional, Jessie ilustró más de 60 libros, colaboró con 250 publicaciones y realizó 200 portadas, así como carteles y calendarios, cuya impronta desgrano a continuación… Aunque el talento de esta autora es indudable, su trabajo tiene un poso técnico muy evidente: es la primera artista que acude a clases profesionales de ilustración. Este dato se aprecia sobre todo en la composición de sus obras, estudiada y milimétrica. Al mismo tiempo, el lenguaje visual que utiliza es marcadamente comercial, publicitario, debido probablemente a su trabajo en dicho campo durante bastantes años, lo que marcaría sus creaciones posteriores. Las escenas, cargadas de felicidad, quizá debido a la captura de luz que hace con la gama cromática limpia que la caracteriza, denotan curiosidad por el realismo, es decir, Smith capta la esencia de la imagen desde el modelo mismo, desde el mundo cercano, cosa que hicieron otros ilustradores como Kate Greenaway o Carl Larsson, un hecho que aporta cercanía al lector, al espectador.

martes, 19 de mayo de 2009

Empezamos con la literatura fantástica...



Aunque los europeos se hayan pasado la vida llamándonos gandules, los españoles curramos lo nuestro (cuando tenemos donde hacerlo, claro…) y más de uno echa tantas horas como un reloj en la oficina, la fábrica, el tajo o donde se tercie. Otros somos más afortunados y tenemos un trabajo en condiciones pese a las barbaridades que contemplamos y escuchamos a diario… De todos modos no culpo a mis alumnos de ello. Se les podría considerar hasta víctimas de un mundo decadente y falto de principios, que es lo que estamos sufriendo en los últimos tiempos: niñas abortando, padres aspirantes a no ser padres, abuelos que son padres, profesores que son sacos de boxeo, gobernantes analfabetos, sindicalistas serviles… ¡menos mal que los únicos que no han cambiado son los ricos!
Eso sí, algunos confiamos en los designios divinos y pensamos que al final todo volverá a su cauce, aunque para ello necesitemos varias Apocalipsis o, en su defecto, cientos de buenos libros que hagan resurgir los valores perdidos, la esencia de las ideas. Y con esas estoy yo: a ver si a alguno le da por leer…
La recomendación de hoy es, a mi juicio, una buena oportunidad de regresar a la tierna infancia de los miedos, de la magia, de lo fantástico. Aunque La princesa y los trasgos (George MacDonald) tiene un regusto a cuento propio de la época victoriana, posee una serie de características (la existencia de los mundos paralelos, la eterna lucha entre el bien y el mal, la recurrencia a elementos de la mitología europea, los eternos valores como la amistad, la familia y el amor, sin olvidar los elementos mágicos) que la incluyen dentro de la literatura fantástica inglesa del siglo XX, que tiene sus máximos exponentes en J. R. R. Tolkien y C. S. Lewis.
A base de breves capítulos, la narración se centra en el malvado plan de los trasgos, unos malvados seres cuyo reino está excavado en la montaña, para poder controlar el mundo del día, en el que viven el resto de seres humanos, el joven minero Curdie y la princesa Irene, la clave de esta historia.
P.S.: Les aviso de que la edición de Ana María Matute para la editorial Siruela -siento decir esto de una gran dama de las letras- no es todo lo exquisita que se esperaría…