Es de las primeras navidades que no estoy al 100%. Una situación familiar descorazonadora, amigos desaparecidos, chupópteros varios, todo carísimo, villancicos en inglés, demasiado brilli-brilli y un gentío que pone enfermo. Deseando que se acaben y todavía no han empezado oficialmente.
Así que, este año, no esperen de mí un mensaje esperanzador, porque si por mí fuera, contribuía con otra guerra al panorama internacional. Este consumismo, esta angustia vital. A ver si la gente deja de comprar y se hunden Blackrock y Vanguard. ¡Quiero tomarme una cerveza y cantar un aguilando manchego!
Ea, a ver si consigo encontrarle la punta a la Navidad siguiendo el ejemplo de Doña Soledad. ¡Que ustedes lo pasen bien!
Más tarde, como es normal,
llegó el período otoñal.
Colorada y amarilla
brilla la alfombra de hojas.
Las estrellas también brillan
como mil bombillas rojas.
Entre ellas, de puntillas,
soledad va sin congojas
ni vanidad por su media
como por la cuerda floja.
“Quiero un caballo con silla
para ir a toda pastilla,
que ya estoy un poco coja”,
se decía Soledad…
Mas callaba una pregunta:
“¿Y si llega Navidad
y no he encontrado la punta?”.
Pedro Mañas.
Un calcetín infinito.
Ilustraciones de Eleni Papachristou.
2022. Madrid: Nórdica Libros.
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