miércoles, 13 de diciembre de 2023

Amigos fraternales

Ya es Navidad y ¡qué mal repartido está el mundo! Mientras unos se vuelven locos por las sobremesas familiares, otros prefieren obviar a sus seres queridos, arrebujarse en la manta y disfrutar de la soledad. Y es que nadie sabe por dónde va a salir el tema. Todo puede ir de perlas y pasarlo estupendamente, como podéis tener encontronazos a cada instante.
El tema de la familia no es nada fácil. Teniendo en cuenta que siempre asoman cuestiones peliagudas y que las comparaciones son odiosas, prefiero los buenos amigos (que tampoco está nada fácil en este mundo de las poses) a los hermanos mal avenidos. Y creo que no soy el único, por varias razones.


La primera incluye a todos esos cambios que la era posmoderna ha traído a la institución familiar. Los estudios, el trabajo o la parienta nos dispersan por el globo terráqueo, divorcios y fallecimientos hacen desaparecer los vínculos en un instante, también las herencias y los malentendidos. ¿Y los cuñados? ¿Quién aguanta a los cuñados?
La segunda tiene que ver con la comodidad. Esa supuesta zona segura donde no hay altercados. Los padres, los hermanos nos duelen y al mismo tiempo deseamos matarlos, ¿por qué no buscar algo menos doliente, como por ejemplo los amigos? Puedes hablar con ellos desde un prisma más libre, ya que no suele haber intereses. Y también te escuchan y opinan desde una posición cercana aunque distante y sin privilegios.


Así, con este debate entre amigos y familia, llegamos a un libro muy interesante. El caballo naranja es un álbum de Hsu-Kung Lio que fue publicado en China en 2015 y que tras recibir numerosos galardones internacionales aterriza en nuestro país de la mano de la editorial Thule.
Es la historia de un caballo naranja que llega a la ciudad en busca de su hermano perdido. El único recuerdo que tiene de él es la mitad de una foto en la que aparecían juntos y piensa que si encuentra a quien tenga la otra mitad, dará con su hermano. La acción continua con una búsqueda poco fructífera y desmoralizado se acerca hasta el museo donde se topa con un caballo de pelaje marrón con quien hace muy buenas migas. Charlan, pasean y meriendan juntos. Quizá sea su hermano perdido. ¿Cómo lo averiguarán?


El caballo naranja es uno de esos libros que te hace plantearte la amistad desde un prisma mucho más cercano, que te lacera con preguntas muy intensas (casi filosóficas) sobre la pertenencia, sobre el arraigo. Plantea una situación comprometida y una solución audaz. En definitiva, amalgama una serie de emociones y sentimientos que, unas veces complementarios, otras muy antagónicos, nos descubren un lugar por el que la mayor parte de las veces es difícil mantener el equilibrio: la soledad.


Si bien es cierto que alguno se atrevería a reducir este libro a esa denominación que tanto pulula estos días por las redes sociales (la familia elegida), un servidor, a lo único que les invita es a viajar por las páginas de un libro entre hermoso y extraño.

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