Ayer fue un día de mierda. Sí, lo afirmo con total claridad. Los alumnos están imposibles. La primavera parece haberse adelantado unos cuantos meses (Y no me extraña… ¡Menudas temperaturas para vislumbrarse diciembre…!) y sus hormonas juegan al ping-pong en los pasillos. Son capaces de cualquier cosa con tal de hacer su santa voluntad.
Por otro lado, tengo a los compañeros. Una suerte de dinosaurios que, habiendo adquirido la condición de vacas sagradas, son capaces de defenestrarte con tal de seguir manejando el cotarro. ¡Hábrase visto tanto mangoneo! Y lo peor de todo es que se jubilan en menos que canta un gallo…
Y luego, las familias… No hay nada peor que una madre más arrogante que sus vástagos. Se retratan en un plis. Que si trabajo en tal sitio, que si conozco a no-sé-quién, que si confío en mi hijo plenamente… Menos lobos, Caperucita, que en el fondo eres una arribista de medio pelo, una lumpen teñida de clase media que intenta lavar su pasado a costa de menospreciar a todo el que te ponga en evidencia.
Menos mal que mi curso avanzado de croquetas está dando sus frutos y en nada me voy a convertir en un maestro de la bechamel y los rebozados. Un pequeño consuelo me hace brillar tras la tempestad. No hay nada como relativizar los pequeños desastres de la vida y contemplar lo acontecido desde una perspectiva más distante. Y si no sabes cómo hacerlo, he aquí una pequeña guía en la que encontrarás esa mínima situación que te saca de tus casillas.
Aquí está la Guía ilustrada de las catástrofes de cada día, un libro de Noritake Suzuki que nos regala la editorial Libros del Zorro Rojo y que se antoja uno de libros del año. Con un formato de guía comentada, este álbum que cabalga entre la no ficción y la ficción, nos hace un recorrido por situaciones cotidianas que, por suerte o desgracia, casi todos hemos experimentado alguna vez.
Una tostada que se quema, un exceso de salsa en la comida, una pajita que se cuela dentro del zumo, un helado que comienza a derretirse, el calcetín juguetón que cae detrás de la lavadora, te quedas sin papel higiénico cuando más falta hace o pisar una mierda (una de las cosas que más odio en este mundo). Todas estas desgracias y muchas más quedan recogidas en este librito donde las expresiones del protagonista nos dicen mucho.
Muchísimo humor para invitarnos a ver muchos momentos desde lo paródico, no caer en el drama y buscar la solución (o en su defecto, el lado bueno). Con juego de búsqueda incluido y un aperitivo del segundo volumen, no se pueden perder este libro que nos presenta estas desgracias en un formato muy ameno que incluye el grado de importancia, su peligrosidad, la probabilidad de que sucedan y desastres similares.
Para regalar a todos los cenizos que nos rodean, personas dramáticas o con días desastrosos como un servidor.
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