martes, 12 de noviembre de 2024

A rebosar de recetas


Como la de media España, mi bandeja de sugerencias de Instagram está llena de recetas. No sé qué tienen esos vídeos breves que hipnotizan a cualquiera. Hasta mis alumnos confiesan sentirse irresistiblemente atraídos por ellos. Cocineros reconocidos, pinches en ciernes y gente buenorra se han lanzado a los fogones para incitarnos al “savoir faire” culinario.
Por un lado está bien eso de abogar por la cocina hecha a mano y dejar a un lado todos esos productos precocinados y ultracongelados a los que nos estábamos abocando, pero también es llamativo que a la par de todas esas buenas intenciones, se vislumbran otras no tan respetables. Publicidad encubierta, intereses colaterales, falsa modestia, egos desmesurados…


He llegado a pensar que la mayoría están subvencionados por las grandes corporaciones que manejan el cotarro alimentario. Solo hay que fijarse en la cantidad de nuevos productos que incorporan en sus platos y los precios que se estilan en los supermercados. Algunos han puesto el ojo en el negocio de la comida: oligopolios a la vista.
Lo más gracioso es que, por mucho que se empeñen, los ingredientes básicos de cualquier guiso son el tiempo y el cariño, dos cosas que empiezan a escasear en este país de familias desorganizadas, trajines laborales y conformismo gastronómico. Yo lo tengo claro: no hay comida que iguale a la que se cocina al calor de una madre.


Hablando de recetas, en este día luminoso, acaba de aterrizar en mi buzón lo último de Heena Baek, esa autora coreana que me tiene enamorado. Cómo hacer caramelos mágicos. Un título muy sugerente que se ha encargado de publicar Kókinos, su editorial de cabecera en el terruño.
Si recuerdan Caramelos mágicos, una de sus obras maestras, se toparán con el protagonista de este libro, el dependiente de El lucero del alba, ese badulaque en el que Dung-Dung encuentra esos dulces tan especiales, y que nos irá explicando paso por paso la manera de fabricarlos. Primero, preparar todos los ingredientes. Segundo, buscar el silencio en mitad de la noche estrellada. Tercero…


Como de costumbre, Baek, nos brinda una historia fantástica en mitad de lo cotidiano haciendo gala de tres elementos que caracterizan a su obra. Uno de ellos es la elección de una situación cotidiana en la vida de cualquier persona, en este caso, ese ritual que precede a las buenas noches. Otro es que continúa dando protagonismo a la tercera edad. Los ancianos no solo son guardianes de la sabiduría, una cuestión muy oriental, sino que también conocer la forma de hacer magia. Si además esa persona vive con un pájaro sobre la calva, no hay quien se resista a hacerle caso. Por último y como ya comenté en su día, hay que hablar de la suspensión de la incredulidad, esa característica que hace dudar a sus lectores entre la realidad y lo onírico, que despista pero embelesa.


Por último, me encanta esa pequeña guía de yoga que, aparte de darle un puntito no ficcional muy interesante, anima a mover el esqueleto de pequeños y mayores.

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