En este mes tan otoñal (gracias al cielo) y familiar (juntitos nos damos más calor), le llega el turno a abuelos y nietos, ese clásico que tanto juego nos da a los que destripamos cuestiones de crianza y educación
Se calcula que más del 40% de los abuelos mayores de 65 años se hacen cargo de sus nietos en mayor o menor medida. Esta cifra que se ha duplicado en los últimos veinte años y da buena cuenta, no solo de los cambios sociales que han producido en España (léase la incorporación de la mujer al mercado laboral, la inexistente conciliación laboral y familiar, y la contribución de la tercera edad al PIB), sino de nuevas relaciones familiares.
Cada uno de estos abuelos-canguro se encarga de sus nietos durante unas seis o siete horas al día, lo que lleva a pensar que, en muchas ocasiones, los abuelos se transforman en padres de las criaturas, algo que, si bien parece entrañable, también va contra natura y altera el vínculo entre padres e hijos.
Más de un amigo me ha contado cómo sus padres les han llevado la contraria en este o aquel conflicto familiar, cómo los abuelos los han ninguneado en lo referente a castigos y cómo sus hijos han manipulado a los abuelos para ser inmunes a las decisiones de los padres.
Todos deberíamos ser conscientes de que, cuando entregamos el cuidado de tu prole a un tercero, en realidad también estamos entregando nuestra posición en la institución familiar. Y si además tenemos en cuenta que la confianza da asco, la cosa se complica todavía más ante cualquier conflicto.
Si no tienen bastante para darle a la manivela, ahí va otra cuestión: ¿En qué momento pasamos de querer compartir tiempo con los nietos a tener que hacerlo por obligación? Contesten en los comentarios mientras yo hablo un poco del libro de hoy.
Lo mucho que tengo se ha puesto de largo en su presentación. El álbum de los hermanos Mikel y Maite Gurrutxaga Otamendi, fue el vencedor de la primera edición del Premio de álbum ilustrado Miguel Calatayud, organizado por la villa de Aspe, localidad alicantina donde nació esta leyenda viva de las artes plásticas, y la editorial Degomagom, encargada de la publicación de las obras ganadoras.
El argumento de esta aparentemente sencilla historia se basa en la relación entre una abuela y su nieto. Desde bien temprano el crío acude a casa de la yaya. Se asean y se dirigen al campo a comer, la una, en su silla de ruedas y el otro, a lomos de su bici. Disfrutan de la tarde; con una siesta la anciana, y haciendo juderías el pequeño. Así hasta que cae la tarde y regresan juntos a casa, un final en el que descubrimos el quid del libro.
Entre los recursos narrativos contamos con la disyunción entre texto e imágenes, que establece una paradoja discursiva en la que la ambigüedad tiene mucho que decirnos. ¿Quién nos habla? ¿La anciana o el niño? Ese es el verdadero juego que los autores proponen y que les permite poner en tela de juicio el tema de los abuelos-niñeros a base de voces compartidas.
Gracias a composiciones estudiadas, colores luminosos y un excelente ritmo narrativo, este libro invita a la reflexión individual y colectiva desde la controversia y el humor, dos recursos esenciales en el género del álbum y muy necesarios a la hora de plantear preguntas a los lectores. Ideal para regalarlo a montones de abuelos para que les sirva como divertimento, baño de realidad o terapia.
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