Antes de que llegue una semana en la que el sátrapa de la Moncloa renueve su establishment, no quería dejar pasar la oportunidad de dar mi opinión sobre el último número de circo que nuestros políticos nos están procurando este otoño.
Si están esperando todo tipo de improperios a una u otra facción de esa guerra cultural en la que está sumida España desde que la izquierda salvadora y la ultraderecha aparecieron en el horizonte, les aviso que cambien de canal. Esa no es mi lucha. Progres, fachas, charos, señoros, lazis, ofendiditos o cayetanos. A este país no le hacen falta mamporreros al servicio de los chiringuitos subvencionados con mis impuestos, lo que hace falta es cargarse la partitocracia.
Allá por la transición, nos vendieron la moto de que Franco había muerto y que ya no cabían más dictaduras debajo de los Pirineos. Falso. El espíritu del caudillo sigue vivo, no solo en las bocas de unos y otros, sino en un sistema que nada tiene que ver con la división de poderes ni con la igualdad democrática. Solo ha servido para que González, Aznar, Zapatero, Rajoy, Sánchez y sus secuaces hayan cometido muchas tropelías.
Aquí siguen mandando los políticos y sus partidos. Gracias a la ley electoral y la cuenta de la vieja, el sistema de listas cerradas, la intervención del poder judicial, un senado inservible, y sobre todo, la división ciudadana.
Si se revisara y modificara nuestro sistema de votación, dejarían de existir españoles de primera, segunda, e incluso de tercera clase, dejaríamos de tener unos jueces serviles, disminuirían los cortijos perpetuos, seríamos más independientes a la hora de subyugarnos a los intereses de otros (léase la UE o la OTAN), y podríamos pedirle cuentas a nuestros gobernantes o simplemente echarlos.
Déjenme de nacionalistas, de discursos queer, de toros, de bienestar animal, de sanidad y educación públicas, de cuotas femeninas, de lenguas cooficiales y otros temas disuasorios. Hasta que la cosa no cambie de verdad, yo seguiré sin votar. Es mi forma de construir un muro frente a tanto despropósito. Si vamos a acabar en el mismo vertedero una y otra vez, que sea gracias a otros, que ya no estoy para perdonarme más errores.
A unos que también les ha dado por la contención, son Mei, Lila y Noah, los protagonistas de ¡Construyamos una presa!, el álbum de Daniel Fehr y Mariachiara Di Giorgio que acaba de traer Pípala a las librerías españolas.
Todo empieza cuando los tres hermanos, empiezan a colocar piedras en la desembocadura del río. Lo que parece un juego, empieza a convertirse en una verdadera presa que llama la atención de los piratas y la mismísima flota del rey, invitados a unirse a su concienzuda tarea. Todo va viento en popa hasta que el pequeño Noah decide recuperar su preciada piedra verde…
Como en otras obras del autor, el libro incluye referencias a algunas de las novelas infantiles más conocidas como La isla del tesoro. La ilustradora desarrolla la mayor parte de la acción en el mismo paraje, una foto fija en la que solo varía la posición y número de los personajes.
Colores vibrantes y muchos detalles (ese monstruo del lago al fondo o los puestos de comida que florecen en los laterales) para una historia que vuela a caballo entre la fantasía y la realidad, y que nos traslada a una travesura infantil con mucha miga y una bronca materna como final.
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