El otro domingo me fui de sesión remember. Música tecno y cantaditas a go-go. La Yasmina y un servidor bailábamos como macacos. Sonaba el Can’t Stop Raving de Dune y no-sé-cómo me trasladé a la sesión de Carl Knox en la Love Parade del 2000. La victoria del Tiergarten me sonreía al ritmo de Paul van Dyk. De repente, regresé al domingo. “¿Y si desplomo muerto aquí mismo?”
No harto con mis propias monstruosidades, entre el Estoy llorando por ti de Ku Minerva y el Flying Free de Pont Aeri, le susurro a la Yasmina la pregunta. Ella me mira con reproche, sonríe y me responde “Pues guay. Tú siempre haces lo que te da la gana” Es verdad. Y aquí sigo. Planteándome la existencia como el mayor de los divertimentos.
Yo, el rey de la tragicomedia, sigo mi curso como un río aguas abajo. Sacándole el jugo al tiempo, divirtiéndome lo que puedo, cambiando la mirada según el momento. Con un final certero, de la vida solo quedan sonrisas y lágrimas, que aunque pesen lo mismo, yo prefiero hallar el placer en lo primero, rescatarme a base de quimeras incomprensibles y lógicas inverosímiles.
Con tanto hedonismo nos topamos con una de las joyas de esta temporada. No podía ser menos teniendo en cuenta que el tamaño, el acabado y esos colores vibrantes de la portada te atraen hacia él irremisiblemente. Sí, les informo de que Paloñeco, hueso, ciruelo, leño y otra vez Paloñeco, el multipremiado libro de Vojtěch Mašek y Chrudoš Valoušek, acaba de ser publicado en nuestro país por la editorial Barrett.
El libro más bonito del mundo (eso dijeron en Leipzig hace unos años) le da una vuelta de tuerca al Pinocho de Collodi y gesta una narración muy alocada sobre las aventuras que debe correr un hueso de ciruela hasta convertirse, primero en árbol, y después en un trozo de madera con el que construir al títere protagonista.
A caballo entre la narrativa ilustrada, el álbum y el cómic, este libro psicodélico, pop, satírico e inesperado, gira como un zompo para desbordar la historia de ese títere tan querido de la LIJ, presentándola a través de una galería de situaciones y personajes completamente nuevos.
Mientras que el escritor Vojtěch Mašek, creador de cómics, novelas gráficas y alguna obra de teatro, propicia ese aire vertiginoso, absurdo y mordaz a la historia, el ilustrador Chrudoš Valoušek le imprime un ritmo animado, vivaracho y divertido a esta creación tan absurda, como mordaz dirigida a todos los públicos.
Así pasa, que nos encontramos infinidad de recursos verbales y gráficos. Diálogos dramatizados, repeticiones, juegos con escalas, iniciales iluminadas, colores neón, números de páginas desorbitados, referencias vanguardistas, y un estilo muy geométrico y luminoso pueblan un álbum extraordinario donde el linograbado, esa técnica con mucho sabor añejo, es el santo y seña de una propuesta muy contemporánea.
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