Primero de mayo. La primavera se enardece y las temperaturas
amenazan con un estío prematuro. Gritos infantiles se mezclan con el trinar de
los pájaros. La yerba verdea, irrumpen las flores. Y aunque pienso en todo lo
agradable que todo esto despierta, una extraña sensación recorre mi espinazo. La
esperanza incierta, esa de la nueva anormalidad que se cierne sobre nuestras
cabezas. Harto de estar entre tus cuatro paredes pero agradecido de seguir disfrutándolas. Prefiero no pensar y quedarme acurrucado en tu abrazo de setenta y
cinco grados Fahrenheit, un refugio en el que mecerme a pesar de la ausencia de
eso que llamamos libertad.
[…]
Un día, llega el sol
espléndido y alegre,
como si fuera un rey.
Con su luz y calor,
vuelvo a querer ser verde.
Despierto a mis amigos:
¡el frío se ha marchado!
En mi traje de hojas
tienen mil escondites
donde poder jugar.
[…]
Estrella Ortiz.
En: La casa de los pájaros.
Ilustraciones de Carmen
Queralt.
2019. Madrid: Narval.
Bonitas palabras, las tuyas y las de los poemas
ResponderEliminar