Todavía no había decidido con qué versos engalanar la casa durante este fin de semana, hasta que unas palabras atravesaron la ventana: “Miki Naranja ha coronado el Everest”. Y mientras las lágrimas impregnaban Instagram, seguía pensando en la importancia de este mundo al revés. De si es, de si fue. Pues nada queda y todo es.
Me llevaron a pensar en esos poetas que, buscando nuevos cobijos, aventaron sus trinos en las redes sociales, un medio algo vulgar (decían los académicos) para el ejercicio de la belleza, esa que, paradójicamente, puede estar en cualquier parte. La cosa siguió creciendo, y mientras algunos cayeron por evidentes e impostores, otros siguieron escalando.
De entre todas esas voces crecidas al amparo de las sociedades del “like”, la única que se atrevió con los poemas para niños, esos que de fáciles son muy complicados, fue la de Miguel Ángel Herranz, y estaría feo que habiendo hecho junto a Lorena Martínez Oronoz un trabajo, a mi juicio, delicioso, no estuviera aquí, más en estos días en los que se nos ha ido, tan joven, tan callado. Por ello, que el aire fresco se eleve y haga volar sus palabras honestas y humanas.
Mi padre tenía una vespa
y una librería.
Me subió a las dos
y me demostró, sin
gestas, lo grande
que es el mundo
y lo pequeño que era yo.
***
Mi papá insiste
levantando mucho las manos
hay que bajar la ropa
la lavadora no se pone sola.
Yo ya lo sé:
nada se quita ni se pone solo
ni siquiera el sol
que a pesar de ser tan grande
necesita que todo el mundo
siga girando
a su alrededor.
Miguel Ángel Herranz alias Miki Naranja.
Cuestión de tamaños y La lavadora.
En: Érase una pez. Pequeños poemas para niños gigantes.
Ilustraciones de Lorena Martínez Oronoz.
2019. Barcelona: Penguin Random House.
Precioso homenaje, Román.
ResponderEliminarLo oí en una entrevista en la radio y empecé a seguirlo en Instagram.Una pena enorme.
ResponderEliminarBellísimos versos que tocan el corazón.
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