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domingo, 29 de noviembre de 2020

Libros que son mariposas


Hace muchos años que empecé este blog. Casi trece inviernos. Una plena adolescencia en la que, además de repensar muchas cosas (prometo hacerlo en voz baja, no sea que despierte a los niños), toca revisar, ordenar y colocar una colección de libros que ha crecido enormemente durante todos estos años. 
En ello estaba este fin de semana cuando me topé con el primer libro que editó la recientemente fallecida Barbara Fiore allá por 2004. El taller de las mariposas, una historia de la nicaragüense Gioconda Belli, bellamente ilustrada por Wolf Erlbruch y que me presentaría Rosa Romero dieciséis años atrás, es de esos libros que no puede faltar en una buena estantería. Lo peor de todo llegó cuando echando un ojo a esta, mi bitácora de lectura, caí en la cuenta de que ¡no había ni una sola referencia! 


A pesar de levantarme en domingo y tener las sábanas pegadas a la oreja, he decidido hacer un esfuerzo y redimir mis pecados, que este libro bien vale un golpe de pecho. Publicado por primera vez en Alemania en 1994, este cuento que llegaría más tarde a Nicaragua (1996) y al resto de Europa tras obtener el premio Luchs del semanario alemán Die Zeit, cuenta la historia de un mundo en el que los seres vivos son creados por los llamados Diseñadores de Todas las Cosas, un grupo de “arquitectos”. Entre ellos destaca Odaer, un joven diseñador con una obsesión secreta: darle forma a un ser vivo que pueda volar como un pájaro y ser tan bello como una flor. Pero el proyecto de Odaer chocará de frente con la norma más importante de todas: está prohibido mezclar a los seres vivos. 


Este es el punto de partida de un álbum (con bastante texto, ¡ojo!) que oscila entre la parábola (N.B.: Aunque no tiene connotaciones religiosas si encontramos arquetipos y referentes asimilables por diferentes confesiones) y el cuento tradicional, que defiende la persecución de lo hermoso -la belleza también es necesaria- a través de la creatividad y el esfuerzo personal. 
Además del trasfondo poético (muy necesario en esto de lo literario), cabe decir que la historia tiene otros matices. Por un lado, no sólo ahonda en el camino hacia el éxito (tan necesario en la época apática que vivimos), sino en la conveniencia de mejorar el mundo (actividad versus pasividad). 


Por otro, El taller de las mariposas desprende connotaciones mucho más complejas (recomiendo una segunda lectura), pues nos habla del acto de rebeldía frente al orden establecido. Un poder –en este caso representado por la Anciana Encargada de la Sabiduría- preocupado por nuevas ideas que pongan en peligro el sistema, y que pasa a controlar los actos de rebeldía e incita a la burla del resto de diseñadores sobre las intenciones de Odaer. 


Es en este punto donde toma mayor significado lo utópico de un relato que, si bien es cierto que en encuentra partes donde centrarse en la vis fantástica, se embebe de esa subversión propia de la Literatura Infantil que pone en duda la validez de un universo adulto que sólo genera cortapisas y obstáculos a los deseos de los jóvenes (he aquí otra lectura, la intergeneracional). 


Si a todo ello añadimos detalles, tanto textuales (¿Se acuerdan de Oleb, Etra, Rotnip y Asum, los compañeros de Odaer en el taller de los insectos? Lean sus nombres al revés y sorpréndanse), como gráficos (las referencias a oriente a través de los ukiyo-e, los hanko japoneses y las hojas flabeladas de Ginkgo biloba, ayudan a realzar el tono espiritual de la narración), no se pueden perder este álbum. He dicho.

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