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jueves, 10 de noviembre de 2022

Del revés


Hace muchos años que no me pongo bocabajo. Desde que me examiné de hacer el pino (parece de risa, pero nuestro profesor de educación física estaba empeñado en que semejante ejercicio era clave para estar en forma), no me he vuelto a poner del revés. Al menos, de manera consciente. Inconscientemente quizá lo haya hecho mientras volaba al hemisferio sur o probando alguna montaña rusa.


En definitiva todo depende del ángulo con el que miremos las cosas. Un día nos levantamos torcidos y lo vemos todo patas arriba, y después de una buena siesta todo se va enderezando. Por eso conviene mantener la mente ocupada en cuestiones poco sesudas, más superfluas y, sobre todo, muy alegres, no sea que de tanto giro, la vomitona sea monumental.


En cualquier caso, los peores reveses te los da la vida. Enfermedades crónicas, la pérdida de un ser querido, la cola del paro o decepciones amorosas. Esos sí que te cambian la perspectiva. Tardas en acostumbrarte, pero poco a poco te vas poniendo de pie y aunque nada se parece al antes, siempre queda el después.
Cuando era pequeño quería ser un murciélago para no marearme cuando me quedaba colgando de los columpios. Hubiera sido divertido, sobre todo para darles la vuelta a las tortillas de patata y que no se desbaratasen por torpe e inexperto. Incluso para disfrutar de un libro como el de hoy.


Bocabajo, un álbum de Alba Dalmau y Cinta Vidal publicado por la editorial Bindi Books, podría enmarcarse dentro del álbum experimental ya que es un producto con una doble vida. Por un lado teníamos los trabajos que la reconocida artista plástica Cinta Vidal había ido realizando para distintas muestras y exposiciones, unas pinturas que indagaban en la ausencia de gravedad, el juego de la perspectiva y la concepción espacial y que además propiciaban una narrativa muy sugerente. En ese instante aparece la escritora Alba Dalmau que, inspirándose en ellas, idea una historia que complementa a estas imágenes.


Así nace este libro que nos habla de Caliua, una gata que desaparece el día en el que el mundo comienza a tambalearse y lo cambia todo de sitio. Lo que está arriba, pasa a estar a la izquierda, lo de abajo, arriba, y la derecha, a la izquierda. Todo se transforma en un completo caos (o quizá deberíamos decir orden) del que el espectador puede participar gracias a las composiciones que propone Vidal y que se nutren de elementos geométricos y arquitectónicos que es inevitable te recuerden a Escher.


Una delicia visual que se desborda en múltiples destellos discursivos. La resolución de problemas complejos, lo paradójico, las relaciones sociales y sus conflictos, lo compartido y lo comunitario, o dualidades de una misma realidad son algunas de las cosas que se me ocurren mientras paso las páginas. ¿Y a ustedes? ¿Qué les sugiere?

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