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jueves, 17 de noviembre de 2022

Unos cuentos que hay que conocer y conservar


Harto de que muchos libros estupendos acaben expurgados y/o destruidos por ignorantes e incautos de todos los colores, he creído conveniente abrir un hueco en esta casa de monstruos a la desconocida Biblioteca del Ratón Pérez, una colección de que fue publicada a mediados de los 80 por Ediciones Generales Anaya (sello que por aquel entonces todavía seguía pegado a las faldas de Cátedra), para que algunos de ustedes se lo piensen dos veces antes de darles puerta.


Etienne Delessert

Esta colección fue un proyecto que la editorial Grasset (Grasset et Fasquelle, relacionada con Franco Maria Ricci) encargó al ilustrador Etienne Delessert a principios de la década de los 80 para darle una mirada más vanguardista a una selección de 20 cuentos infantiles desde una perspectiva plástica diferente. El suizo echó mano de un buen puñado de reconocidos artistas de ambas orillas del Atlántico y ¡voilá! El resultado fue el siguiente:

Caperucita roja, ilustrado por Sarah Moon
Las habichuelas mágicas, ilustrado por Andre François
El pájaro emplumado, ilustrado por Marshall Arisman
Hansel y Gretel, ilustrado por Monique Félix
El soldado de plomo, ilustrado por Georges Lemoine
El abeto, ilustrado por Marcel Imsand y Rita Marshall
La mujer hoja, ilustrado por Seymour Chwast
El pescador y su mujer, ilustrado por John Howe
El príncipe Ring, ilustrado por Heinz Edelman
Cenicienta, ilustrado por Roberto Innocenti


La reina de las abejas, ilustrado por Philippe Dumas
Los tres lenguajes, ilustrado por Ivan Chermayeff
La niña de los gansos, ilustrado por Paul Perret
La bella y la bestia, ilustrado por Etienne Delessert
La bella durmiente, ilustrado por John Collier
Rapónchigo, ilustrado por Michael Hague
Las tres plumas, ilustrado por Eleonore Schmid
Blancanieves y Rosarroja, ilustrado por Roland Topor
La reina de las nieves, ilustrado por Stasys Eidrigevicius
El cerdo encantado, ilustrado por Jacques Tardi


Premiada en la feria de Bologna y traducida a montones de idiomas como el inglés, el alemán, el japonés o el castellano (¡menos mal!), el conjunto de esta obra pretendía ensalzar el cuento como género fundamental para la infancia. A excepción de La bella y la bestia (Gabrielle de Villeneuve), La reina de las nieves, El soldado de plomo y El abeto (todos de H. C. Andersen), el resto son cuentos populares de diferentes procedencias (Alemania, Inglaterra, Irlanda, Noruega o Rumanía), entre los que destacan un manojo de los recopilados por los hermanos Grimm o Charles Perrault.


John Howe

Al publicarse en forma de álbumes se lograban dos objetivos. El primero consistía en desligar estas narraciones de los formatos ilustrados tradicionales, y el segundo, educar la mirada a través de imágenes poco convencionales, como las de, haciendo referencia a Martin Salisbury, “los nuevos europeístas”.


Seymour Chwast

Y así, la riqueza artística es palpable gracias a diferentes técnicas y estilos como el cómic, la fotografía, el art noveau, el prerrafaelismo, el neoclasicismo, el impresionismo o el diseño gráfico contemporáneo. Terrenos vedados como el nudismo o el racismo se abren camino gracias a novedosas perspectivas. Atmósferas inquietantes y terroríficas, formas grotescas y extravagantes, o esos juegos llenos de metáforas que hoy en día nos resultan tan familiares, llenan las páginas de unos libros que debemos conocer y preservar.


Philippe Dumas


Stasys Eidrigevicius


Monique Felix

Respecto a la maquetación hay que decir que, tanto los textos dispuestos en cajetines enmarcados, como las ilustraciones a una o doble página, se articulan para imprimir dinamismo a la lectura. Además, otro elemento que me encanta de estos libros es la primera ilustración de cada volumen que, dispuesta en forma de viñeta vertical, se acompaña del típico “Érase una vez”.


André François

Si bien es cierto que el más conocido es la Caperucita roja de la fotógrafa Sarah Moon, cabe decir que ninguno de ellos tiene desperdicio ya que, a pesar de guardar un formato y una apariencia similar, cada uno de ellos tiene matices particulares que ahondan y desbordan la historia elegida, participando de ese discurso polifónico por el que tanto abogamos los monstruos.


Sarah Moon

Aunque en otros contextos editoriales siguen reeditándose o se han recuperado en nuevos formatos, en el nuestro solo podíamos encontrar la Cenicienta que ilustró Roberto Innocenti tomando como referencia los dorados años 20. Lo recuperó la editorial SM hace una década aunque a día de hoy también está descatalogado (lamentablemente).


Roberto Innocenti

Lo dicho. Busquen, lean, disfruten y, sobre todo, ¡CONSERVEN! Es una orden.

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