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miércoles, 28 de diciembre de 2022

Divorcios sonoros


Cuando los famosos se separan, la televisión nos aburre con sus dimes y diretes. Cuernos, llantos, broncas, venganzas, acuerdos monetarios, pilladas, paparazzi…  Todo se centra en los adultos y sus cuitas, en ver quién saca la mejor tajada. Pero nadie menciona a los hijos, las grandes víctimas de este tinglado.
Al otro lado de ese egocentrismo adulto, nos encontramos con críos de cinco, siete o doce años que se enfrentan a una debacle, la de reconstruir su propio universo a consecuencia del derrumbe familiar. “Román, déjate de dramas, que esto no es de ahora. Las familias desmenuzadas han existido toda la vida y son muchos los hijos de padres divorciados que han salido adelante”.


Repartirse las vacaciones, no poder compartir las fechas señaladas con ambos progenitores, simultanear hogares con reglas diferentes, nuevas parejas y nuevos hermanos, ausencia de referentes, conflictos de intereses, pensiones de manutención…
Muchos psicólogos te dicen que lo encajan a la perfección, que son muy maduros para su edad y que están familiarizados con esta realidad, hoy en día tan natural. Y yo discrepo mientras pienso en ellos como pelotas de pingpong, armas arrojadizas o vagamundos de diez años.


Depresiones, suicidios, adicciones o fobias. No disponer de las herramientas suficientes con las que afrontar una situación delicada puede desembocar en situaciones poco deseables. Y es que un ecosistema complejo como la familia necesita destrezas igualmente complejas para rehacerse sin que ninguno de sus elementos se vea perjudicado, para retornar a un equilibrio donde las huellas no sean tan profundas como para herir a alguien.


Para acercarnos a todas estas cuestiones tenemos El lenguaje de los pájaros, un libro recientemente publicado por la editorial Libre Albedrio. Escrito por Toni Ulled Nadal, ilustrado por Ignasi Font y publicado por la editorial Libre Albedrio nos cuenta la historia de una separación desde un punto de vista especial en el que la gestión de las emociones y la rutina diaria se dan la mano en un elegante compás.
Un pájaro acude a la ventana de Mateo todas las mañanas. Un día a la de su padre, al siguiente a la de su madre. El pájaro le habla pero él no conoce su lenguaje y son sus padres quienes le traducen lo que le dice. Finalmente, Mateo lo aprenderá y descubrirá lo que le cuenta su amigo en mitad del parque.


Honesta y sencilla, esta historia donde la imaginación y la fantasía son fundamentales, establece una vía para canalizar la compleja relación que se desarrolla en una familia tras un divorcio. En ella, la idea de utilizar al intermediario para verbalizar directa o indirectamente, aunque puede ofrecer una impresión velada de la realidad, también ahonda en la culpa o la protección de la infancia.
Escenas donde la luz del amanecer o del atardecer invitan a la calma y la tranquilidad, pequeños detalles que entrelazan las escenas (ese café humeante me chifla) y un texto donde el ritmo es pausado y los detalles se desvelan a cuentagotas, hacen de este álbum un acercamiento sencillo y poético hacia esa ruidosa realidad de las separaciones que a veces puede acallar el mero trino de un gorrión.

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