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lunes, 26 de diciembre de 2022

Problemas ambientales


Lo de esta Navidad no es normal. Más que invierno esto parece el dulce despertar primaveral. Como la cosa siga así, dentro de nada veremos los almendros en flor, los pájaros trinando y la feromonas flotando.
Que el clima está cambiando por estas latitudes está más que claro. Nadie sabe sin son fluctuaciones puntuales o sin embargo tiene que ver con cambios que perdurarán a lo largo del tiempo. Tampoco si se relacionan con nuestro modus vivendi o si los seres humanos no tiene nada que ver con esta crisis climática. Teniendo en cuenta que la especie humana cuenta con más de 7.500 millones de individuos, lo más probable es que así sea, pero tampoco podemos afirmar que la situación se pueda revertir.


Nos dicen que sí, que evitemos la emisión de ciertos gases, que fijemos el dióxido de carbono gracias a la fotosíntesis de las plantas, o que la reforestación es la solución. Pero, ¿y si nada de eso cambia nada? Este planeta nuestro es muy complejo y ningún modelo predictivo sabe el camino que tomarán los acontecimientos. Son tantas las variables que intervienen en el clima que es imposible controlarlas todas por mucho que nos empeñemos.
Mientras les dejo buscando respuestas, aquí les dejo cuatro álbumes ilustrados sobre diferentes problemáticas ambientales.


En primer lugar tenemos Isla Calamidad, un libro muy bien traído de Amina Pallarès y Simone Spellucci publicado por Tres Tristes Tigres y en el que bien merece la pena detenerse..
En la isla se respira armonía. Cada uno de sus habitantes tiene un papel diferente pero siempre respetando el espacio de los demás. Las aves se turnan para posarse en los árboles, los árboles tienen raíces someras para que los radicerdos no las devoren, o Vanté, el viento, sopla continuamente para que las nubes no se posen sobre el suelo. Pero todo se viene abajo cuando Bozú, el río más caudaloso de la isla, decide salir de la historia. ¿Será el fin de una isla sumida en la calamidad? ¿Conseguirá volver al orden establecido?


Con un trabajo gráfico impecable, un estilo que recuerda a la iconografía indígena, recursos propios del cómic, una paleta de color restringida (tonos anaranjados y ocres, azul y negro) y una vis de leyenda muy conveniente, este álbum pone de relevancia la importancia de las partes en el todo con una pizca de humor y un sentido crítico alejado de los cauces e ismos preestablecidos.


En segundo lugar tenemos Esperando el amanecer de Paloma Anchorena, el flamante ganador del último premio Compostela de álbum ilustrado convocado por la editorial Kalandraka y el Departamento de Educación del Ayuntamiento de Santiago.


Apenada por los incendios que han asolado grandes superficies forestales por todo el planeta, la autora peruana desarrolla una historia en la que un buen puñado de animales selváticos son los protagonistas. De un tiempo a esta parte, la noche parece eterna. Nadie sabe porqué esa oscuridad extraña se prolonga más de la cuenta. De repente, la luz se empieza a abrir camino. Pero este sol no calienta, sino que quema y todos tienen que huir.


Tomando como punto de partida la dualidad luz-oscuridad, esta ilustradora realiza todo un ejercicio artístico donde el uso del color es el santo y seña de una historia donde las víctimas se apropian de la narración, interpelando a la infancia como salvaguarda de un futuro sin bosques calcinados.


Continuamos con La carta del abuelo, un libro recién publicado por la editorial Andana. Con texto de Michael Morpurgo e ilustraciones de Jim Field, este libro ambientado en la Navidad nos sumerge en todo un universo de interacciones medioambientales que intenta, de algún modo, hacernos ver que todos formamos parte de un gran sistema cuyo equilibrio se ver amenazado por las acciones humanas.


Mia ya es madre de familia y cada Nochebuena lee junto a sus hijos la carta que hace muchos años le escribió su abuelo. En ella relata los días que pasaban juntos en el jardín o a la orilla del mar, haciendo hincapié en esos pequeños detalles que pasan inadvertidos.


Un alegato que, en la línea del discurso del jefe indio Seattle, ha cautivado a muchos ecologistas y que nos sirve para enlazar con el último libro de esta tanda. ¡Gracias, Madre Tierra! es un canto tradicional del pueblo iroqués que ha sido bellamente ilustrado por Vanina Starkoff y editado en forma de álbum desplegable por Akiara Books.


Dividido en 18 secciones en las que los Haudenosaunee o Confederación de las Seis Naciones Iroquesas dan las gracias a los peces, los árboles, los cuatro vientos, las aguas o las estrellas, podemos disfrutar de una composición indígena que se recitaba todas las mañanas para venerar a la naturaleza, verdadera protagonista de un libro en el que podemos reconocer los diferentes elementos que constituyen el medio que nos rodea.


Conforme vamos leyendo cada episodio, abrimos un pliego de más de tres metros de largo que nos permite, por un lado, leer el canto de manera completa, mientras que por el otro, admiramos el mural de colores brillantes y luminosos que, con ciertas estética que recuerda la iconografía de los pueblos nativos norteamericanos, nos atrapa y seduce para animarnos a respetar el ecosistema desde una perspectiva global y necesaria.


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