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miércoles, 28 de febrero de 2024

16 años de blog y una selección de álbumes sobre cumpleaños


Tal día como hoy hace dieciséis años, este blog empezó su andadura en la red. Parece que fue ayer cuando empecé a hablar de libros infantiles. Aun así, la cosa tiene truco… Si buscan en el historial, verán que el primer post se publicó el 22 de febrero del 2008. En realidad ese sería el no-cumpleaños de este espacio, pues si me siguen desde el principio, sabrán que en realidad esta bitácora comenzó un año antes, en 2007, concretamente el 28 de febrero, aunque alojada en otra dirección. Como tuve que migrar muchas de aquellas reseñas a este otro lugar durante el 2008 y el 2009 (casi 200 ese año), decidí hacer una mezcla de fechas y festejar el nacimiento de esta casa de monstruos el 28 de febrero del 2008, una fecha muy redonda.
Como todos los años les doy las gracias por seguir bicheando esta casa llena de monstruos literarios en la que todo está permitido, excepto no hablar de los libros para niños y jóvenes. A los seguidores que fueron, a los que siguen siendo y a los que serán. Si bien es cierto que no estamos en uno de los momentos más boyantes de la llamada LIJ, ni mucho menos de los blogs, yo siempre quiero pensar que algo estoy haciendo bien cuando mucha gente de este mundo, se sigue pasando por aquí de vez en cuando.


Probablemente un día, me dé una ventolera, lo cierre de golpe y porrazo, y me busque una nueva afición. Quizá cuando cumpla dieciocho años, alcance la mayoría de edad y pueda volar del nido. Pero hasta entonces, aquí me tienen dándoles la murga con muchos libros y pensamientos muy dispares.
Si otros años lo he celebrado con entrevistas a mis seguidores, tipos de lectores, consejos LIJeros, exposiciones ilustradas o autores fracasados, hoy le llega el turno a un buen puñado de libros sobre cumpleaños, una temática muy explotada, sobre todo en los álbumes comerciales y las series, pero en la que también encontramos muy buenas historias.


Desde Kate Greenaway hasta Maurice Sendak, son infinidad los autores que han hilvanado sus historias tomando como punto de partida una fiesta de este tipo. Inesperadas, disfrutonas, bochornosas o disparatadas. Cualquier es posible en el universo de la ficción. A bote pronto se me ocurren estas, pero seguro que voy añadiendo otras muchas que les pueden servir, no solo para regalar a sus seres queridos, sino para hablar de muchas otras cosas en las que familia, amigos y nosotros mismos tenemos mucho que decir.
Como siempre, añado tres estrellas a aquellas que me vuelven loco y les dejo que me apunten las que crean convenientes en los comentarios. No sin antes despedirme y mandarles un cálido abrazo por todos estos años leyendo juntos.



Nora Brech. ¿Quién quiere celebrar mi cumpleaños? Nórdica. 



Eric Carle. El mensaje secreto de cumpleaños. Kókinos. (***)



Eva Montanari. La fiesta de cumpleaños. Juventud.



Michel Escoffier y Matthieu Maudet. Feliz cumpleaños, Caramelo. SM.



Astrid Lindgren e Ingrid Vang Nyman. Pippi celebra su cumpleaños. Kókinos.



Violeta Denou. Teo y su cumpleaños. Timun Mas.



Mikolaj Pasinski y Gosia Herba. No hay nadie en casa. Juventud. (***)



Benjamin Chaud. El peor cumpleaños de mi vida. Kókinos. (***)



Helen Oxenbury. La fiesta de cumpleaños. Juventud. (***)



Susanna Isern y Adolfo Serra. No me invitaron al cumpleaños. NubeOcho.



Pato Mena. El cumpleaños de Mateo. NubeOcho.



Rachel Piercey y Freya Hartas. El Gran Roble Viejo y la fiesta de cumpleaños. Lectio.



Anaïs Vaugelade. El cumpleaños del señor Guillermo. Corimbo. (***)



Nono Granero. Calzas, Pecas, Brinco y Chas. Cumpleaños. A fin de cuentos. 



Agnès Laroche y Stéphanie Augusseau. ¡Feliz cumpleaños! Tramuntana.



Nicola Killen. La sorpresa de cumpleaños. Penguin Kids.



Colas Gutman y Marc Boutavant. Perro Apestoso ¡Feliz cumpleaños! Blackie Books.



Jung-Hee Spetter y Anke de Vries. ¡Feliz cumpleaños, Vivi! Fondo de Cultura Económica.



Albertine. Serafina. El cumpleaños. Libros del Zorro Rojo. (***)



Doris Meissne-Johannknecht y Melanie Kemmler. Un cumpleaños. Lóguez. (***)



Maurice Sendak. Chancho-Pancho. Kalandraka. (***)



Anthony Browne. ¿Qué tal si...? Fondo de Cultura Económica.



Beatrice Alemagna. El fabuloso desastre de Harold Snipperpot. HarperKids. (***)



Rafa Ordóñez y Rafa Antón. El cumpleaños de la mosca (y sus 3917 invitadas). La guarida.

martes, 27 de febrero de 2024

A veces veo...


A veces veo que la gente se cruza de acera para no saludarme. Otras veo que los compañeros murmuran a mis espaldas. Veo cómo me tachan de esto o de lo otro cuando ni siquiera me conocen. También veo el modo en que algunos tratan a sus hijos. Veo las tretas de los políticos para hincharse a billetes. Veo lo poco que les importa la gente, lo mucho que les interesa la guerra. Veo a los que no tienen amor propio y a los que tienen demasiado. Veo las drogas, la enfermedad, la miseria y la sinrazón. A veces veo tantas cosas que en realidad prefiero no ver nada.
A veces veo una pareja sentada en un banco. Otras, las ruinas de un pasado glorioso cubiertas de musgo. Un gesto que aguarda el tiempo. Veo a mi madre riéndose. A mi padre con sus excentricidades. A Ana y Antonio, a Antonio y Ana. El bullicio del parque cuando se acerca la primavera. El revuelo que nos divierte durante las noches de verano. Verbenas y pomadas. También hay cosas buenas de las que quiero impregnar mi mirada atenta.


Ver o no ver, he ahí el dilema. Cuantas más cosas buenas ves, más quieres seguir viendo. Cuantas más cosas malas ves, menos quieres ver. ¿Y si estás viendo algo bueno y de repente aparece lo malo? ¿Y si es al revés? En eso consiste la mirada, en arriesgarse a hacerlo. El mundo es una sorpresa y nunca sabemos lo que nos puede deparar la vida.


Y con estas visiones un tanto dialécticas, llegamos a la poética de ¡Elefante a la vista!, un álbum de Juan Arjona, ilustrado por Giovanni Collaneri y recién publicado por A buen paso.
Todo empieza hablando de los elefantes, de sus cosas buenas y sus cosas malas. Por ejemplo, estos paquidermos son incapaces de esconderse (demasiado grandes como para pasar desapercibidos) y nos acompañarán durante toda la lectura.


Acompañada de las imágenes coloristas que el ilustrador italiano ha dado forma y cuyo estilo recuerda bastante al trabajo de otros genios del rotulador como Andrea Antinori o Bernardo P. Carvalho, esta historia se acompaña de un extraño visor para elefantes que bien merece la pena guardar como oro en paño para disfrutar de todos los elefantes que nos ofrece nuestro alrededor.


Una aventura poética que invita a perdernos en sus páginas, buscar paquidermos en su geografía y empujar a nuestro subconsciente en esa búsqueda imaginativa que tanto cuesta alcanzar. Inspirador y humorístico, este libro sobre lo que es y lo que no, nace de una idea bastante alocada. Seguro que encuentran en él un gran aliado para dejarse llevar en ese tirabuzón arriesgado de la creatividad.

lunes, 26 de febrero de 2024

Nuevos apuntes sobre la censura en la Literatura Infantil y Juvenil


El pasado sábado participé en la jornada profesional que la Asociación LASAL (Salamanca Animación a la Lectura) organiza cada año para que diferentes facciones del sector se encuentren en torno a un aspecto de la llamada LIJ y puedan intercambiar ideas y opiniones que enriquezcan el debate en este universo de los libros para críos y no tan críos.
En esta ocasión nos reuníamos bajo el título ¡Eso no se dice! La censura, los silencios y lo disimulado en la Literatura Infantil y Juvenil, un tema con bastante chicha que nos dio para hablar largo y tendido durante unas cuantas horas. El partido se dividió en cuatro tiempos. Empezó Santiago Rico Alba con su charla inaugural ¿Dónde viven los niños? El segundo estuvo dedicado a la edición y creación gracias a una mesa redonda moderada por Francisca Noguerol y en la que intervinieron Ellen Duthie, Patric San Pedro y Nando López. El tercer bloque se centró en la censura desde el mundo de la mediación y la crítica gracias a Ana Garralón, Freddy Gonçalves y un servidor, que fuimos coordinados por Sònia Oliveira. Y el cuarto y último se desarrolló en tres talleres vespertinos impartidos por algunos de los ponentes anteriores.
Como este espacio, además de aglutinar reseñas y selecciones, hace de cuaderno de notas, recogeré aquí algunas de las ideas que más me llamaron la atención de nuestra mesa redonda-coloquio. Con esto quiero decir que no voy a transcribir palabra por palabra lo que allí se dijo, sino que intentaré hacer un resumen muy personal, incorporando cuestiones e impresiones que se pueden añadir a estos apuntes sobre la censura publicados hace años. ¡Allá voy!


Tras presentarnos, Sònia disparó la primera cuestión. ¿Es lo mismo mediar y censurar? Ana Garralón dio un no rotundo. No pueden serlo porque la labor del mediador se centra en seleccionar y ofrecer alternativas de lectura. Nada que ver con apartar una obra a ojos de los lectores por diferentes motivos. Freddy Gonçalvez y yo respondimos con ciertas reservas, pues cuando uno pone su mirada en unas obras y la retira de otras, le resta visibilidad a las segundas. Además, yo añadí la autocensura del lector desde su propia voz, mencionando El verano que mi madre tuvo los ojos verdes, un ejemplo de lectura audaz y controvertida que despierta diferentes puntos de vista en su encuentro con los lectores, así como mi confesada censura a la mayoría de los libros sobre gatos (los que me siguen ya saben que no me gustan estos felinos).


Sònia continuó: ¿Hay censura en la LIJ actualmente? Si atendemos exclusivamente al contenido de las obras, Ana Garralón lo dudaba seriamente. Según ella, hoy por hoy, cualquiera puede publicar lo que le dé la gana, hay muchas editoriales, la oferta es muy variada y los lectores son muy diversos. Cualquier obra puede tener su recepción en mayor o menor medida a pesar de que los grupos de poder políticos y religiosos compliquen ese alcance entre el público potencial.
También apuntamos a las formas, concretamente a la censura que supone la corrección política. Personajes planos, argumentos lineales y ausencia estética son el resultado de muchas de esas creaciones que rezuman compromiso. Ese mundo feliz que nos han traído los ismos y las cuotas de visibilidad, castiga a lo literario en su parte más hermosa y humana. Los “libros intensitos”, los “libros por” y los “libros para” proliferan como setas, copan las listas de ventas y no dejan resquicio para que aflore la verdadera belleza. Una visión de la literatura más comercial que Freddy Gonçalvez invitaba a combatir desde la lectura analítica y compartida. Para deslavazar obras que tienen más que ver con la autoayuda, la pedagogía y el exorcismo de los traumas personales, necesitamos un ejercicio crítico en el que la comparativa desmonte las facetas menos artísticas del mercado editorial.
Por otro lado y enlazando con lo anterior, el mercado también se hace eco de esos temas controvertidos o inapropiados para ensalzar el valor (pseudo)literario de algunas producciones. Una exaltación de la censura que sirve como reclamo de ventas entre ese público infantojuvenil que busca en la subversión y el libertinaje un modo de contrarrestar las convenciones del mundo adulto. ¿Censura o campañas de publicidad inmejorables?


La última pregunta que recuerdo de Sònia fue ¿Existe censura en la mediación? Contó con muchos puntos de vista, gracias en gran medida a las aportaciones de los asistentes. Veamos...
Hablamos de la censura intrínseca que favorece la propia industria y una elevada producción (unos 7000 títulos según las estadísticas que manejaba Ana Garralón). Familias, docentes, bibliotecarios y otros mediadores dirigen su foco a aquellas obras con mayor repercusión en el mercado, bien por desconocimiento del resto, bien por diferentes estrategias publicitarias, al tiempo que olvidan otras que bien merecen ser leídas. Es imposible estar al día y el propio sector silencia libros que pasan inadvertidos a pesar de su gran calidad literaria.
Esta realidad se enlazó con la censura en la biblioteca. Aunque las estadísticas nos digan que los libros más demandados por los usuarios pertenecen al circuito más comercial, la biblioteca, como institución pública que está al servicio de todos los ciudadanos, tiene que romper una lanza por la mediación plural diseminando otro tipo de producciones literarias para que esa inercia social no se traduzca en censura cultural.


Se apuntó también a la obligatoriedad de la lectura en las aulas (para algunos, la imposición es censura) y la necesidad de diversificar lecturas donde el canon y otras formas literarias, como la novela gráfica o el libro-álbum, coexistan para ofrecer un selección equilibrada en opciones, intereses y finalidades.
Al hilo de esto, se añadió la necesidad que crear itinerarios lectores para ensalzar la mirada literaria sin prejuicios hacia obras de diferente naturaleza, una práctica que ejemplificó Santiago Rico en la parte de su ponencia que relacionó El cerdito amable de Beatrix Potter con La metamorfosis de Kafka o los clásicos griegos.
También se señaló a esa censura que supone la sobreprotección hacia la infancia (No quiero un libro que hable de cosas ajenas a la vida de mí nieta o que la pueda incomodar) y la necesidad de romper con esas preconcepciones buenistas de la mediación lectora.
Y para terminar, hablamos de una paradoja: es bastante curioso que al libro se le pongan limitaciones de contenido, cuando la mayor parte de los niños y jóvenes tienen acceso a todo tipo de información a través de internet y las redes sociales. La sociedad es permisiva con el uso de los dispositivos electrónicos, pero sin embargo, no le pasa una al libro, ese objeto de deseo que, venerado por lectores y no lectores, se supone que contiene la verdad absoluta e inmutable aunque se encuentre en pleno proceso de devaluación cultural. Incomprensible.


Y con estoy y unas empanadillas riquísimas, me despedí de Salamanca hasta nuevo aviso. 
Mil gracias a los organizadores por pensar en mí, a los compañeros por sus contribuciones tan inspiradoras y a los asistentes por el interés y cariño en esta jornada tan agradable como nutritiva.

viernes, 23 de febrero de 2024

El juego de la vida


TODOS: ¡Roar, roar!

LUCAS: ¿Quién es aquel monstruo fiero
                que nació de padre y madre,
                le parió una madre sola
                y de muchas madres nace?
SOLE: Aquí es hombre, allí mujer,
            aquí niña, allí gigante,
            aquí habla, allí está mudo,
            aquí sucio, allí elegante.

GRACIA: Ya se rompe en mil pedazos,
                  ya está entero en un instante,
                  ya está vivo, ya está muerto,
                  ya es de piedra, ya es de carne.

LUCAS: Es más pesado que el plomo
                y más ligero que el aire.

PEDRO: Sin alas sube a los cielos.

GRACIA: Y de allí al momento cae.

PEDRO: Es un montón de mentiras,

GRACIA: Sus mentiras son verdades.

PEDRO: Observa cuantos engaños
                en esta persona caben.

GRACIA: O lo ahorcan por ladrón,
                  o lo eligen como alcalde,
                  o lo quieren por señor
                  y llega a ser importante.

SOLE: Aquí está en España ahora
            y al momento viaja a Marte,
            está en la India o en Roma,
            en la China o en Levante.

LUCAS: ¿Quién sabe la adivinanza?

PEDRO: Pues que sepa el que no la sabe…

GRACIA: … que la respuesta es sencilla.

SOLE: En este escenario cabe.


Jorge Padín.
Versión de Loa del comediante de Lope de Vega.
En: La vida es juego. Fiesta de entremeses del Siglo de Oro.
Ilustraciones de Borja Ramos.
2023. Pontevedra: Kalandraka.



jueves, 22 de febrero de 2024

El reino de la quincalla



Ya no se lleva eso de visitar chatarrerías y desguaces. Recuerdo cuando yo tenía mi forito (diminutivo del Ford Fiesta, todo un clásico) y se rompía un faro o el guardabarros. Iba al desguace, preguntaba por el modelo y en un santiamén tenía la pieza de repuesto para arreglarlo con mis manos.
Ahora dile tú a cualquier niñato que acuda a uno de estos lugares..., que te suelta con la palanca de cambios en los morros. Que para eso tiene esclavos (léanse los padres). Y si ellos no atienden a sus llantos de nene desvalido, siempre queda el servicio oficial, que además de costarte el triple, es más fiable.


¡Con lo que me gusta a mí una chatarrería bien llena de quincalla! La peña no sabe lo que se pierde. Montones de tesoros escondidos entre la basura, entre la morralla. Será que tengo el síndrome de Diógenes y valoro todo tipo de escoria. Así pasa, que almaceno montones de objetos y me las veo negras para encontrar la necesaria. 


Lo único que deben tener en consideración es que no les engañen con el precio, pues además de ser objetos en desuso, intentan tangarte lo que no está escrito y hacerse de oro ("No hay trapero pobre", mi abuelo dixit). Que una cosa son las joyas y otra, los herrajes. Y así, con estos consejos sobre chatarra, llegamos a ¿Puedes encontrar el brazo de mi robot?, un álbum de Chihiro Takeuchi que acaba de publicar Océano Travesía.


Una mañana, un robot se despierta y descubre que le falta un brazo. Él y su mejor amigo buscan dentro y fuera de la casa, en un jardín, en una feria, en un acuario, en una biblioteca e incluso en una tienda de caramelos, pero no lo encuentran. Intenta sustituirlo por una piruleta, una raspa, un tenedor, pero nada le sirve al robot. ¿Conseguirán dar con ella?


Su autora, a base de imágenes monocromas y elaboradas a base de cartulina negra y una cuchilla, nos interna en escenarios sugerentes y cargados de detalles. Nos invita con humor a explorar un universo muy particular que me ha recordado al Excentric Cinemá de Coron y a esos juegos de recortes infantiles que tanto gustaron a H. C. Andersen. Una colección de maravillas que no se pueden perder. Y si encuentran el brazo, mejor. 

miércoles, 21 de febrero de 2024

Juegos memorísticos


El currículo de 3º de la ESO se presta a hablar de muchas cosas con los alumnos y realizar montones de actividades curiosas. Con el grupo que tengo este año he decidido desarrollar algunas actividades referidas a la memoria, un tema con el que suelen entusiasmarse. No es para menos, pues la mente es poderosa y nunca deja de sorprendernos, más que nada porque todavía sigue siendo la gran desconocida. Veamos unas cuantas cosas sobre ella…
¿Sabían que muchos recuerdos no se olvidan, sino que permanecen ocultos en esa maraña que forman nuestras neuronas? Existen formas para recuperarlos. Ejercicios, juegos e, incluso, un choque de realidad para que afloren de ese cajón recóndito.


También hay que hablar de la mala memoria. Es inevitable y hay cuestiones o cosas que, por mucho que nos empeñemos, acabamos olvidando. Del mismo modo, nuestro cerebro también modifica los recuerdos conforme pasa el tiempo, ya que solo conservamos lo más relevante. Hace asociaciones de ideas, puede añadir detalles de cosecha propia o modificar ligeramente el orden de los acontecimientos. ¡Menos mal que tenemos agendas, móviles y otros chivatos!
La memoria y las emociones están íntimamente conectadas. Es por ello que recordamos más fácilmente aquello que nos emociona. Así, detalles curiosos que nos estimulan o momentos hermosos de nuestra vida son inolvidables. Del mismo modo, cuando recordamos un momento triste, la mirada se queda sombría, y cuando nos centramos en uno alegre, nuestra cara se ilumina. Esta relación es evidente teniendo en cuenta que unos y otras se hallan en el sistema nervioso.


Otra cuestión que me parece maravillosa es la de que muchos de los recuerdos que conservamos de la infancia no son tales. Es decir, no los hemos experimentado, sino que han sido construidos de manera artificial gracias a los relatos que nuestros hermanos, padres o abuelos nos han ido contando o las fotografías que conservamos de aquellos años. El cerebro mezcla unos y otros a su antojo y ¡voilá! He aquí esos momentos.


Y hablando de recuerdos aquí les traigo Las primaveras de Adrien Parlange, que no contento con dejarnos una joya que reseñé hace días, nos regala este libro tan especial gracias a Fulgencio Pimentel, esa editorial que hace las cosas tan bien.
Todo empieza con un niño recién nacido tendido sobre la arena de la playa. Sus primeros pasos. Una amistad insoldable, el primer amor, los años de estudiante, una boda, un hijo, paseos por el campo… Emotiva pero nada extraordinaria, la historia de una vida como la tuya y la mía a lo largo de 85 años


No obstante, el autor prescinde de los malos momentos, de lo fallido, para centrarse en los más agradables. El amor, la amistad, los nacimientos, las sensaciones intensas, las sorpresas y sobresaltos, en definitiva, los ecos de la felicidad. Una que, casualmente, suceden durante las primaveras, esa estación que da nombre al libro, un periodo del año que se relaciona con el bullir de la vida.
En sus 78 páginas, Parlange, además de hacer un ejercicio memorístico gracias a las ventanas físicas que toman forma dentro del objeto libro y da buena cuenta de los momentos que reaparecen, se quedan o se esfuman, instantes que se superponen desde roles diferentes (hijo, padre o abuelo). El francés se acerca a ese hilo invisible que construye la vida gracias al paso de unas páginas troqueladas que van saltando de año en año.


Por citar otros recursos y técnicas narrativas, llamo la atención sobre la paleta de color de las ilustraciones que se columpia por amarillos, magentas, violetas, malvas y verdes. También serpientes y luciones, fresas que vienen y van, el protagonista como espectador o paisajes mutantes. Nadie puede decir que este universo no pertenezca a Parlange.