Si la semana pasada me dediqué a introducirles (no sin cierta sorna y descaro) en el tema del Plan de Lectura, ésta la orientaré a definir lo que, a mi juicio, es (o debería ser) un Plan Lector.
Si me pongo serio y teórico, diría que un Plan de Lectura es aquel proyecto que reúne un conjunto de estrategias (organizativas y metodológicas) y materiales para conseguir e inculcar en la población el hábito lector. Visto de lejos parece una buena definición (hasta para la mayoría de los Planes de Lectura que pululan por ahí…): correcta, breve y clara. Los peros vienen después, al adentrarnos en el análisis de cada una de estas palabras… Para facilitarles la comprensión de este razonamiento me permitiré hacer un símil bélico (espero que no les dé por denunciarme...):
- Cuando escribo “conjunto” hago referencia al plural, no a lo único, a lo indivisible… Un plan lector no se resume en leer, sino en realizar una serie de actividades cuyo objetivo final sea la Lectura. Así que tengamos en cuenta el todo y dejemos a un lado las partes. Pasa lo mismo con un batallón frente a un único soldado…, aunque también hay que reconocer que la labor del espía es muy necesaria.
- Cuando me refiero a “estrategias metodológicas” quiero decir “¿Cómo?”. La razón es lo único (o eso espero) que nos diferencia del resto de los seres vivos y también lo que nos permite estudiar los comportamientos, predecirlos, modificarlos. La estrategia es básica para la supervivencia del maestro, de cualquier docente que se enfrente a la batalla contra la ignorancia.
- Todas las guerras están organizadas espacial, temporal y humanamente, que si este puente, aquel bombardeo del lunes a tal hora, que si el general dirigirá un tiroteo el martes o la compañía cruzará el desfiladero del sur el domingo. La planificación del plan de lectura pasa por estos mismos esquemas: ¿Quiénes? ¿Cuándo? ¿Dónde?
- Cuando digo materiales me refiero a las armas que utilizaremos. No sólo libros (objeto imprescindible y del que están vacías la mayor parte de las bibliotecas escolares del país), sino cualquier tipo de elemento susceptible de convertirse en una flecha cargada de amor… Eso sí, de amor a las palabras.
- Cuando utilizo “conseguir e inculcar el hábito lector en la población” intento captar su significado literal: debemos empeñarnos en perseguirlo, alcanzarlo, lograrlo, cazarlo, atarlo para que no se escape, encerrarlo en el interior, para que perdure formando parte de aquellos que sean susceptibles de recibir esos disparos durante el resto de sus días.
Si me pongo serio y teórico, diría que un Plan de Lectura es aquel proyecto que reúne un conjunto de estrategias (organizativas y metodológicas) y materiales para conseguir e inculcar en la población el hábito lector. Visto de lejos parece una buena definición (hasta para la mayoría de los Planes de Lectura que pululan por ahí…): correcta, breve y clara. Los peros vienen después, al adentrarnos en el análisis de cada una de estas palabras… Para facilitarles la comprensión de este razonamiento me permitiré hacer un símil bélico (espero que no les dé por denunciarme...):
- Cuando escribo “conjunto” hago referencia al plural, no a lo único, a lo indivisible… Un plan lector no se resume en leer, sino en realizar una serie de actividades cuyo objetivo final sea la Lectura. Así que tengamos en cuenta el todo y dejemos a un lado las partes. Pasa lo mismo con un batallón frente a un único soldado…, aunque también hay que reconocer que la labor del espía es muy necesaria.
- Cuando me refiero a “estrategias metodológicas” quiero decir “¿Cómo?”. La razón es lo único (o eso espero) que nos diferencia del resto de los seres vivos y también lo que nos permite estudiar los comportamientos, predecirlos, modificarlos. La estrategia es básica para la supervivencia del maestro, de cualquier docente que se enfrente a la batalla contra la ignorancia.
- Todas las guerras están organizadas espacial, temporal y humanamente, que si este puente, aquel bombardeo del lunes a tal hora, que si el general dirigirá un tiroteo el martes o la compañía cruzará el desfiladero del sur el domingo. La planificación del plan de lectura pasa por estos mismos esquemas: ¿Quiénes? ¿Cuándo? ¿Dónde?
- Cuando digo materiales me refiero a las armas que utilizaremos. No sólo libros (objeto imprescindible y del que están vacías la mayor parte de las bibliotecas escolares del país), sino cualquier tipo de elemento susceptible de convertirse en una flecha cargada de amor… Eso sí, de amor a las palabras.
- Cuando utilizo “conseguir e inculcar el hábito lector en la población” intento captar su significado literal: debemos empeñarnos en perseguirlo, alcanzarlo, lograrlo, cazarlo, atarlo para que no se escape, encerrarlo en el interior, para que perdure formando parte de aquellos que sean susceptibles de recibir esos disparos durante el resto de sus días.
(Continuará)
Imagen: El padre del artista, leyendo "L'Evénément". 1866. Louis-Auguste Cezanne.
Román,
ResponderEliminar¡qué fácil engancharse a leer! ¡Qué difíciles parecen los planes, los programas y no sé cuántas burocracias más! ¡Que la lectura empiece por cada casa!!!!!
Hablando de otra cosa, he comprado libros usados en http://www.betterworldbooks.com/
por muy buen precio y coste transporte barato. ¡Y en buenas condiciones! Claro, en inglés.
Un saludito, Miriam
Aclaro, que no digo que no sean necesarios los planes lectores. Pero que serían sólo un entretenimiento si la pasión por la lectura comenzase en cada casa.
ResponderEliminarAclaración hecha... hasta lueguito, Miriam