Los
que nos dedicamos a esto de la “educación” (deberíamos llamarlo “instrucción”)
constatamos de sobra que el machismo ha vuelto a la sociedad para instalarse de
una forma preocupante, más todavía en el entorno juvenil, cada vez más
revuelto.
Aunque
me preocupa, he de decir que nos lo hemos buscado. He aquí mis argumentos.
No
es de extrañar que muchos mensajes desde los medios de comunicación y otros
estrados mediáticos, hayan tenido un efecto rebote sobre las mentes ajadas de
nuestros pupilos. La imagen del hombre metrosexual, lánguido, extremadamente
estético, servicial y educado, ha pasado a la historia en pro del macho
follapavas y guarrindongo que muchas anhelan para suplir las carencias
afectivo-sexuales que le proporciona el primero. Dejémonos de tonterías, ellas estudian,
trabajan y pueden pagarse una chacha que cuide con esmero todos sus vestidos de
Prada, ¿por qué no iban a preferir un ciervo que les haga ese tipo de favores
que sólo los buenos sementales saben hacer?... ¡Lo que han cambiado las cosas! Hace
años las mujeres estudiaban para ser independientes y ahora estudian para ser
dependientes de cualquier jeta bien dotado que se cruce con ellas en la
treintena.... Tienen puestos de cierta responsabilidad (a veces y cuando les
dejan), escalan socialmente, y se pueden permitir lujos que hace treinta años
eran impensables, pero muchas de ellas son infelices biológicamente porque han
sacrificado la pareja, los hijos y la familia (algo que instintivamente las
vuelve majaretas).
Algunas
saldrán de los nervios al leer mis atrocidades (eso sí que no me extraña…), a
lo que sólo les pido que piensen en las madres solteras, en las inseminaciones
artificiales, en el envejecimiento de los ovarios, en los embarazos de riesgo,
en los divorcios, o en las familias pluriparentales… ¿De qué son producto? ¿A
qué se deben estos fenómenos sociales?
Abogamos
por la igualdad, por erradicar la violencia contra las mujeres, pero…, ¿De qué
nos sirve cuando dos quinquilleras se ponen a la gresca por el amor de un
sujeto despreciable en cierto concurso de tele-realidad? ¿De qué nos sirve
cuando en el porno heterosexual la mujer es tratada como un mero objeto que
proporciona placer? ¿De qué nos sirven libros como los de Nella Bosnia y Adela Turín?
¿Libros como Una feliz catástrofe (editorial
Kalandraka), que abogan por el trato igualitario a padres y mujeres en el
contexto familiar, y el intercambio de roles entre ellos? ¿De qué nos sirven si no resuenan?...
Piensen
sobre todo esto, a veces es lo más difícil…
Buenísimo, me chifla este cuento y suscribo tus palabras.
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