Ayer, mientras estudiaba
alemán (estoy peor que mis alumnos... ¡Que el cielo se apiade de mí
esta tarde!), me topé con palabras como “Gefühl”,
“Schadenfreude”, “Spiegel”, “Waldeinsamkeit” o
“Zwischenraum”, unos vocablos que los germanos dicen con un golpe
de voz pero que tienen un dilatado y poético significado (como
ustedes pueden obviar casos y declinaciones, les animo a internarse
en el diccionario y deleitarse con ellas). De entre todas estas, mi
favorita es “Fernweh” o lo que quiere decir “el sentimiento de
extrañar un lugar en el que nunca has estado”. ¿Bonito, eh?
No sé ustedes, pero un
servidor, cuando fuimos presentados (-Román, Fernweh; Fernweh,
Román), no pudo evitar imaginarse a Fernweh dentro de un libro... No
sé si los libros te enseñan cosas (últimamente parece de
des-enseñan), nos hacen más libres (algunos parece que llevan
grilletes de tanto leer) o mejor persona (hay lectores que son seres
horribles), pero lo que sí tengo claro es que son capaces de
trasladarte a otros espacios en los que parecemos flotar, nos alejan
de nuestras realidades y viajamos con la imaginación a destinos
todavía no explorados o que debemos re-descubrir (hay sitios que,
aunque conozcamos físicamente, parecen otros al pasar las páginas,
y viceversa), y por supuesto, a otros estados anímicos.
Les confieso que me lo
paso bomba cuando leo algun libro y salgo volando. No es algo que me
suela suceder con frecuencia, pero si encuentro algún título que
tenga ese extraño poder, no hay más que decir. Podríamos hablar de
nuestro Quijote, de las Grandes Esperanzas de Dickens,
de Eça de Queirós y su primo Basilio, de los Dublineses
de Joyce, del Ruido y la furia de Faulkner o el Ébano
de Kapuscinski, pero lo cierto es que, cuando el calor aprieta, algo
de lo que empezamos a percatarnos este finde semana con previsiones
de lo más calurosas, lo que apetece es irse al mar y abandonar las
junglas de asfalto y cristal.
Por ello, teniendo en
cuenta que necesitan cierta evasión y no pueden darse el capricho de
coger el coche e irse de un lado a otro, he creído conveniente
trasladarlos a las blancas y hermosas playas que sirven de marco a
Glup, una exquisita novela gráfica (creo que la denominación de cómic,
se queda un tanto corta en este caso) infantil de Daniel Piqueras
Fisk y editada por Narval.
Con el azul del mar por
bandera, una niña se zambulle en un largo viaje lleno de amigos, de
recuerdos familiares, de las sorpresas que nos ofrece lo desconocido
y, sobre todo, de la luz de las estrellas.
Así que, ya saben,
mientras pululan por el Paseo de Carruajes del Retiro este fin de
semana y recuerden con cierto anhelo el oleaje del mar, regálense un
baño en este libro lleno de agua, el elemento perfecto para mojarse
la sonrisa y refrescarse el alma...
Nada mejor para
encontrarle sentido al llamado Fernweh.
Una recomendación muy actractiva, sobre todo teniendo en cuenta la escasez de novelas gráficas infantiles. Gracias por ofrecer la posiblidad de escaparse del aquí a través de los libros. Un abrazo playero!
ResponderEliminar¡Otro para ti menos costero!
ResponderEliminarSuerte con el alemán... Leyéndote, dan ganas de salir corriendo hacia el mar. Bellas imágenes. Visualmente similares a "La ola". Apunto la recomendación.
ResponderEliminarSuerte con el alemán... Leyéndote, dan ganas de salir corriendo hacia el mar. Bellas imágenes. Visualmente similares a "La ola". Apunto la recomendación.
ResponderEliminarFalta me hace. Ahora toca esperar las notas... El uso del azul como único color es evidente, el estilo, aunque ágil es diferente, sobre todo por el tratamiento digital que utilizan. ¡Un abrazo, Miriam!
ResponderEliminar