Enchufo la tele y nos comunican desde la “Bananian
Republic of Spain” que el resumen de este curso escolar debe ser “aprobado
general”. A pique del síncope, exclamo “¡Madre mía! ¡El fin del mundo y yo con
estas pintas…!” Hago lo posible por deshacerme de unos rulos que no salen ni a
tiros, engullo el último panecico de Semana Santa, y me entra la risa floja.
Suena el teléfono, lo cojo con cierto tembleque. La Marimar al aparato.
-¿Dónde vas, chalao? Relájate un poquito.- Le hago caso porque
ella es tan pelleja como clarividente.- ¿Ya, mangurrián?
- Ay, sí… Es que me he quedao con las patas vueltas… ¿Pero
dónde tienen la cabeza?
- Ay, cari, yo no sé para qué les haces caso, si esto es lo
que están deseando. ¿No ves que su único fin es tirar dardos? Dividirnos.
¡Seguir funcionando! Con lo que tú has sido y no caigas…
- Nena, que llevamos un mes que no vivimos... Cuando no es
por el coronavirus es por el Google Classroom.
- Mira, hazme caso. Respira hondo, échate un buen copazo y
disfruta del espectáculo. Todos sabíamos que nos iba a pasar como a los
médicos. Primero que si queríamos vacaciones, ahora que si nos estamos pasando.
Y ellos siguen con su tole tole: vendiéndonos barato.
- Pero mujer, y mis criaturas, ¿qué?
- Ya sabes que ellos son lo de menos. Que se lleven las
ostias y se aguanten, que para eso son ciudadanos de cuarta.
- Mari, joder…
- Román, que te lo digo yoooo… No te calientes la cabeza. ¿Todavía
no te has enterado que niños y jóvenes no le interesan a casi nadie? No los
quieren en su casa, tampoco en la calle. Que si dan mucha faena. Quejicas,
inútiles, problemáticos… Eso sí, ¡que no repita mi Yony!
-¡Estoy contigo! Ni que la repetición fuera el acabose… Mira
la Jose y el Juli, dos veces repitieron, la una en la empresa de satélites y el
otro ingeniero informático. Si hasta mi orientadora dice eso de “Esta cría
necesita madurar…”
-Ellos verán… Nosotros a cumplir, que si no luego nos
chumban a la federación de chiripitiflaúticos y a la comuna Montessori… Los
peores ya sabes quienes son... Esta cuarentena no saben ni dónde meterse ni
como malcriar a sus hijos. Que si cuántos deberes NOS manda la maestra, que si
SE ME dan muy mal las mates, que si no respeta NUESTRAS vacaciones… ¿Tú te
crees, cari? ¿A su edad ponerse a hacer “cículos”? Qué ganas de reinar… Recemos
porque los pseudo-comunistas estos se inventen los gulag para padres.
- Yo es que no lo entiendo. Y que manía de comparar la primaria con la secundaria... Los nuestros ya son grandes y
autónomos…
- Sin pagar cuota. Aunque a este paso...
- Eso... que vaya ruina... Los pequeños con un poco de vigilancia también se las ingenian muy bien solos. Todos sin problemas y con tiempo para matar moscas con el rabo. ¿Por qué los tratan como
inútiles?
- Pues no, nene…, aún tienes que oír que el teletrabajo son
los padres.
- ¿Acaso es que no íbamos a considerar la situación actual?
¿Acaso somos ogros malvados? Sabemos de las carencias de cada uno, de los
padres que pueden y los que no…
- ¡Ay, si es que tú eres mu’ bueno y mu’ bienpensao!
- Bueno, no demasiado (que tengo mis triquiñuelas), pero
justo, un rato. Que eso de que los gandules y los jetas se salgan con la suya,
lo llevo fatal ¡Que con los que se meten a políticos, ya tenemos bastante!
- Ea… Yo sólo te digo que te prepares y te aprovisiones de
una caja de Jaggermeister®. Que si todavía no te has dado a la bebida, ya
tendrás tiempo, porque aquí, la que no es puta es diminuta, y nosotros vamos
camino de serlo este verano, o lo que es peor, el curso que viene.
- Más razón que un santo… Nenica, tenemos que vernos.
- A ver si voy al centro de salud, me rajo las venas en la sala
de espera, se apiada de mí algún sanitario y me hacen el test de inmunidad.
- Eso, que decimos de la escuela, pero lo de la sanidad, vaya
tela… ¡Ni con aplausos!
- Román, no hay solución. ¿Es que no sabes que ahora resulta
que todo el mundo sabe hacer pan? Pues lo mismo pasa con sanar y educar.
Todas las imágenes que acompañan a esta entrada pertenecen
al libro Mamá va al cole, de Éric
Veillé y Pauline Martin, editado en castellano por Blackie Books.
¡Ay! ¡Lo que me re-que-te-chi-fla este cuento! ¿Cómo podría aceptar un crío que sus padres le dejen solo en la escuela, si no conoce ese sitio de nada? Con mucho cariño y humor, claro, que descubran qué disparatado sería que se salieran con la suya. ¡Gracias por recomendarlo!
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