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viernes, 6 de octubre de 2023

Catálogos imaginados


Rebaños, rebaños y más rebaños. En mitad de ese globalismo que nos venden con la agenda 20-30 y esa afición por salvaguardarnos de nuestra propia naturaleza, florecen montones de grupos humanos que se reúnen motu proprio en torno a estereotipos varios.
Cuando hace unas décadas apostábamos por la mezcolanza, de unos años a esta parte yo no veo más que división. Todos somos ciudadanos del mundo, pero, sin embargo, gustamos de encasillarnos gracias a estiquetas que nos definan como seres humanos donde credos, insignias y pulseritas son un arma de doble filo y la mejor de las maneras de manipularnos comercial e intelectualmente.


No es pequeña la paradoja pues, detrás de todas esas referencias, hay montones de personas con sus particularidades. Resumir tu vida a categorizaciones es reducir el yo y sus circunstancias a la mínima expresión humana. Lo peor de todo es constatar como estas ideas siguen calando en unos ciudadanos que poco a poco abandonan las ideas propias para dejarse llevar por corrientes de pensamiento nada enriquecedoras.
Todo me recuerda a esos institutos de los noventa en los que las tribus urbanas simulaban grupúsculos de individuos que no podían tener conexión con los del resto. Unos guetos artificiales donde la supuesta libertad estaba consentida por los iguales y dentro de los límites que la manada estimaba oportunos. Red skins, skinheads, emos, grunges, pijos, nerds, guapas… Todos formábamos parte del catálogo.


Partidos políticos, orientaciones sexuales, hábitos alimenticios, dress code, prácticas deportivas, series de televisión, libros y otras lecturas, música y espectáculos. Muy poca gente hace gala de ese eclecticismo que, no hace mucho, nos ayudaba a disfrutar de nuestras diferencias sin ahondar en ese sentimiento de confrontación con nuestros iguales.
Dentro de nada veremos cómo el gobierno imprime una serie de catálogos definiendo las características de cada categoría de ciudadanos, recomendaciones de uso, sugerencias de conversación y alguna que otra curiosidad. Yo solo espero que cojan ideas de Vendedores de humo y otros oficios olvidados e Increíbles. Los niños más extraordinarios que he conocido, dos libros-catálogo que hoy traigo a la palestra.


El primero está escrito por Juan Scaliter, periodista y divulgador científico, ilustrado por Alex Falcón y editado por Pirracas gracias a un crowfunding. A todo color y con una estética muy cuidada, los autores se internan en toda una serie de oficios inspirados por expresiones y frases hechas.


El segundo esta realizado por Clotilde Perrin y se acaba de publicar en nuestro país gracias a Flamboyant. En él se recogen unos niños más que inverosímiles como la niña veloz, el niño elástico o la niña cálculo, unos


Como en otros libros de este tipo, ambas obras se articulan a modo de fichas que recogen en cada doble página, la obra y milagros de estos personajes imaginados. En ellas se suele dedicar la página izquierda al texto explicativo y la derecha a las ilustraciones.
Ambas son obras de ficción encuadradas en un formato no ficcional que ayuda, no solo a categorizar y ordenar, sino a hacer más creíbles los productos que fluyen de la imaginación de unos autores que, de un modo u otro, prefieren expandir el universo de la infancia que constreñirlo a base de recetas y etiquetas.

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