Román Belmonte. David, sabes que soy un deslenguado, ¿por qué has aceptado esta propuesta?
David
Pintor. Por
eso mismo... porque eres un deslenguado.
R.B. (Risas) Supongo que es suficiente... Me gusta definirme como un monstruo por muchas razones entre las destaco el desatar al niño que llevo dentro. ¿Te consideras un monstruo?¿Debe ser un monstruo el ilustrador de libros infantiles?
D.P.
Me
gustaría mucho serlo. Y a veces, cuando las circunstancias son
propicias, lo consigo. Muchas veces se echa de menos más libros
infantiles que no sean tan políticamente correctos. A mí me gustan
los textos que tengan un cierto aire gamberro, que destilen un poco
de locura, de fantasía, de surrealismo y de incorrección. Me parece
que son mucho más interesantes tanto para los ilustradores, como
para los lectores. Ahora mismo acabo de terminar un álbum ilustrado
que es una parodia del clásico La
Isla del Tesoro,
y creo que es el libro más gamberro que he hecho nunca. He
disfrutado como un enano, y estoy deseando verlo impreso. Creo que va
a sorprender...
R.B. Tendré que echarle un ojo y ver si hay que destriparlo (Sonrisa). Siempre he creído que la labor de un ilustrador es bastante compleja... Antes de ponerte manos a la obra con las ilustraciones de un texto, ¿cuáles son los monstruos que te rondan?
D.P.
Los
monstruos de la duda. La verdad es que paso bastante tiempo
documentándome antes de empezar a dibujar. Cada libro es un proyecto
diferente, e intento adaptarme a lo que me pide el texto. Es una fase
muy interesante, donde se va "cociendo" el libro. Veo
películas, libros que tengan que ver con el texto, miro artistas que
me gustan, viajo... A mí me sirve para ir cogiendo el tono, para
empezar a tomas decisiones en cuanto al estilo y la manera de
ilustrar, para definir los personajes, etc...
R.B. ¿Y qué te inspira?
D.P.
Por
mi profesión, busco inspirarme en los grandes artistas visuales que
tengan una manera interesante de ver el mundo: pintores,
ilustradores, cineastas, diseñadores, arquitectos, fotógrafos,
etc...Pero también me inspiran mucho los viajes. Vuelvo de ellos
siempre con mucha energía y super-estimulado. Este año, por
ejemplo, he ido de vacaciones a Japón, y he descubierto un país
fascinante. La cultura japonesa es increíblemente sugerente, y
seguro que todo lo que he visto se va a reflejar en alguno de mis
próximos libros.
R.B. ¿Técnicas tradicionales o digitales? ¿Cueces o enriqueces?
D.P.
Perdona
que te lo diga, pero es sorprendente que, a día de hoy, bien entrado
el siglo XXI, se siga planteando esta cuestión. Es, sin duda, la
pregunta que más veces me han hecho, y la que para mí tiene cada
vez menos sentido. El ordenador es una herramienta más, como lo es
el rotulador, la cera, la acuarela o la plumilla. No quiero elegir,
porque todas las técnicas son útiles y además puede combinarse
entre sí.
R.B. No me seas gallego y confiésame un truco de curtido ilustrador...
D.P.
¿Por
qué?
R.B. (Risas) Te propongo un reto. He aquí un texto mío: […] Cuando caía la noche, iba al vertedero en busca de viejos tesoros, de los recuerdos prohibidos. Los niños veían pasar a la oscura y encorvada figura por el camino que se alejaba de la ciudad. Seguían las huellas del carrito que llevaba y la acompañaban en silencio hasta la colina desde la que se veía la entrada. […] ¿Me própones un boceto de ilustración?
D.P.
Acepto
el reto. ¿Pagas en metálico o por transferencia bancaria?
R.B. (Carcajada) ¡Qué gamberro vienes hoy! Simplemente era una intentona para llamar la atención de algún editor... Según tu criterio, ¿qué tiene el álbum ilustrado que tanto se está apostando por él?
D.P.
La
ilustración vive en estos momentos un momento muy bueno, y puestos a
pensar en las causas que lo han hecho posible, yo destacaría:
-
La ilustración ya no se ve sólo como algo ligado a la literatura
infantil. Ha traspasado esa frontera y ahora mismo las librerías
estan llenas de libros ilustrados para adultos.
-
En este momento hay en España una gran cantidad de ilustradores con
una calidad excepcional.
-
Muchos editores se estan dando cuenta que la ilustración no es un
mero adorno, sino que puede enriquecer enormemente un texto.
-La
ilustración puede jugar un papel fundamental en el campo del
libro-objeto. Ese libro en el que se cuidan todos los detalles, desde
el tipo de papel, la tipografía, el diseño, la
maquetación...haciendo florecer un formato que todos ven en crisis.
R.B. A pesar de lo que me dices, me topo con mucha gente que dice: ¿Albúm ilustrado?¡Cuatro dibujos y poca letra!”... ¿Crees que la ilustración está valorada como se merece?
D.
P. Pues
tengo que decir que depende... Lo primero que habría que definir es
el verbo valorar. Te pongo un ejemplo: Si un editor, en una
entrevista, afirma que la ilustración es muy importante en los
libros infantiles, pero luego, a la hora de la verdad, en los
contratos paga cantidades irrisorias...¿está valorando la
ilustración?
Y
lo siguiente sería mirar quienes lo valoran y quienes no. Hay muchos
editores que sí la valoran, pero otros no. Hay un detalle que suele
dar una pista de si una editorial valora o no a los ilustradores: si
en las portadas de sus libros no aparece el nombre del ilustrador,
desconfía...
En
general, los lectores sí valoran la ilustración, y agradecen ver un
buen libro ilustrado, pero sin embargo, los museos de arte
contemporáneo, en general desprecian al arte de la ilustración.
Las
librerías suelen valorar mucho el libro ilustrado, y lo destacan en
sus estanterías, pero las administraciones públicas suelen dedicar
bastantes esfuerzos a promocionar artes plásticas como la pintura o
la fotografía, pero ignoran totalmente a los ilustradores. Como ves,
hay un poco de todo.
R.B. Por más que miro y remiro, veo que sólo un manojo de autores e ilustradores ven editadas sus obras, mientras que otros muchos abandonan por la falta de oportunidades, ¿hay cierta endogamia en el mundo de la literatura infantil en pro del prestigio de unos pocos y de las ventas aseguradas?
D.P.
El
mundo editorial, como cualquier otro campo profesional, puede ser
injusto a veces, pero quiero pensar que al final, el trabajo bien
hecho acaba encontrando su lugar. Yo conozco a muchos ilustradores
excepcionales, a los que no lllegan los encargos y no pueden vivir de
la ilustración, algo que me parece muy injusto. Sólo deseo que no
se rindan nunca, porque, como decía mi paisano Camilo José Cela:
"El que resiste, gana."
R.B. Al hilo de la pregunta anterior... ¿Se sobrestima el talento de ciertos autores por el mero hecho de ser reconocidos?
D.P.
Supongo
que no más que en cualquier otra actividad...
R.B. Háblame un poco de cómo ves el panorama profesional de los ilustradores a nivel editorial...
D.P.
Mira,
yo estudié durante varios años la carrera de arquitectura y muchos
de mis amigos son arquitectos y conozco bastante una profesión que
se ha degradado muchísimo en los últimos años. La crisis del
sector de la construcción ha provocado una disminución enorme del
número de viviendas construidas, mientras que el número de
arquitectos no ha parado de subir. Hay tantos arquitectos, que muchos
estudios de arquitectura se pueden permitir el pagar muy por debajo
de lo que sería justo, o, directamente, no pagar nada...o incluso
cobrar por que trabajes en su estudio. Saben que si uno se niega a
aceptar esas condiciones, hay miles esperando que sí lo harán.
Extrapolemos esta situación a una editorial cuyo presupuesto esté,
en parte, cubierto por subvenciones, ayudas, convenios, licitaciones
de libros, etc... y que no le influya demasiado el hecho de hacer
buenos o malos libros a la hora de cuadrar sus cuentas. Imaginemos...
R. B. Imagino... Aunque he de apuntar que todo esto se debe a la mentalidad esclavista del pequeño empresario en España, esa que prefiere pagar cuatro duros a un iniciado que reconocer la labor del profesional experimentado... Una ideosincrasia que no cambia a pesar de los intentos por equipararnos con Europa. Sigamos diseccionando al sistema: ¿qué opinas de las subvenciones a las editoriales?
D.P.
Creo
que entre todos debemos ayudar a la cultura de nuestro país, en
todas sus manifestaciones posibles, ya sea la literaria, como la
plástica, la teatral, la cinematográfica, etc...Y eso es lo que
significa exactamente subvencionar. Francia, según mi opinión,
podría ser un modelo en cuanto a lo que puede significar un modelo
cultural fuerte, y el increíble retorno económico y social que
provoca en una sociedad. Me sorprende cómo se critican a veces
ciertas subvenciones, y se alaban otras. Y hay que recordar que hay
pocos sectores (por no decir casi ninguno) que no estén
subvencionados en este país. Ahora bien, y hablando concretamente de
la literatura, también creo que hay que replantear la manera en la
que se dan esas subvenciones. Te pongo un ejemplo: ¿Sería justo que
una editorial que mantiene deudas con sus autores, obtuviese las
mismas ayudas que una editorial que paga correctamente a los suyos?
R.B. En cierta ocasión me comentaste que el futuro de la edición de álbumes ilustrados debe pasar por el cooperativismo entre autores y/o ilustradores, para poder así establecer por un lado una parcela de libertad creativa, y por otro, luchar contra muchos abusos que supone el complejo entramado que edición y distribución encierran, ¿me puedes detallar más esta idea?
D.P.
Es un tema recurrente cuando nos juntamos varios ilustradores. La
industria del libro ha sufrido un gran mazazo durante la crisis
económica, y eso ha supuesto una reducción de las tiradas, una
disminución de los adelantos, etc... Hasta llegar a un punto en el
que muchos nos planteamos si realmente merece la pena el esfuerzo de
hacer un libro ilustrado en base al retorno económico. Esto provoca
que se cuestionen muchas cosas dentro de la industria del libro, y
una de ellas es cómo se reparten los derechos de autor. Muchos nos
preguntamos: ¿Es justo que los autores de un libro se lleven sólo
un 10% del producto final? ¿Hay alguna otra manera de hacer ese
reparto? Ahí es cuando aparece la idea de que los autores nos
pudiésemos asociar en cooperativas para establecer una relación más
directa entre nosotros y los lectores. La idea tiene muchas
dificultades, pero creo que nos encaminamos hacia ella poco a poco.
R.B. Como gallego que eres, me veo en la obligación de hacerte la siguiente pregunta... El nacionalismo, ¿enriquece o empobrece la literatura?
D.P.
El
nacionalismo aplicado a la cultura puede tener una función muy
importante a la hora de proteger una literatura minoritaria que no
juega en igualdad de condiciones respecto a otras lenguas con las que
convive. En el caso de la literatura gallega, es necesario un gran
esfuerzo para hacer visibles a los autores y para promocionar sus
obras. Si ésta es su función, entonces sí es muy enriquecedor,
pues actúa como garante y protector de un patrimonio de gran
importancia como lo es una literatura y una lengua. En cambio, si a
lo que se dedica el nacionalismo es a tejer redes clientelares
sectarias y endogámicas, y a actuar sobre la literatura como si
fuese un club privado en el que las coincidencias políticas priman
sobre la calidad, entonces la literatura se puede empobrecer
muchísimo. No se crea una verdadera industria del libro, sino que se
considera la creación literaria como una especie de activismo
político en el que la calidad literaria y artística pasa a un
segundo plano.
R.B. Me encantan tres verbos: jugar, comer y leer... ¿Cuáles son tu juego, tu plato y tu libro ilustrado favoritos?
D.P.
Mi
juego podría ser la bicicleta , mi plato favorito, cualquier cosa
que salga del mar, y mi libro ilustrado favorito ahora mismo diría
Noche de tormenta de
Michel Lemieux.
David Pintor (La Coruña, 1975) es ilustrador y dibujante. Comenzó su carrera profesional en 1993, como una de las mitades del dúo de humor gráfico Pinto y Chinto, para más tarde y tras dos décadas de trabajo, convertirse en una referencia a nivel nacional e internacional dentro del mundo de la ilustración para adultos y niños, en la que destaca por trabajos como La abuela del cielo, Ciudades de papel, Almanaque musical, Jack and the beanstalk, L'Eco o La piccola grande guerra. Sus ilustraciones han sido seleccionadas en cuatro ocasiones para la muestra de ilustradores en la Feria de Bolonia, y en otras cuatro para la Bienal de ilustración de Bratislava. Entre otros premios y reconocimientos cabe destacar que tres de sus libros han aparecido en los White Ravens.