Cada año me gusta más la feria. Su sabor a fritanga, ese aroma a rancio que destila, el “caldico” reparador, el bullicio a horas intempestivas, esa mezcla de polvo y carcoma con plásticos de nueva generación. En fin, la feria es la feria, no hay más tu tía…
A lo largo de estos días de juerga, además de deshacer los hepatocitos durante las tardes mutadas en noche, después de las comidas, me propuse recuperar energía disfrutando con obras del séptimo arte, eso sí, como el cuerpo no estaba para películas de mucho discurrir, preferí deleitarme con un ciclo del director Hayao Miyazaki, que dicho así, tan árido, seguramente os sonará a pocos… Hayao Miyazaki es uno de los directores más aclamados de cine japonés de dibujos animados -género manga-. Entre sus obras destacan El viaje de Chihiro, La princesa Mononoke o Ponyo en el acantilado. Descubriendo a este artista, esta feria, me he topado con dos sorpresas, Cuentos de Terramar y El castillo ambulante, dos ejemplos de unión entre cine y literatura juvenil, un binomio casi necesario.
El primer título bebe del mundo fantástico de Terramar, creado por la escritora Ursula K. Le Guin para ubicar sus novelas La palabra que libera, Un mago de Terramar, Las tumbas de Atuan, La costa más lejana, Tehanu y En el otro viento. Cabe decir que Le Guin es una de las mejores exponentes de literatura de ciencia ficción y fantástica de nuestro tiempo.
La segunda película, basada en la novela de Diana Wynne Jones (Howl’s moving castle), afamada escritora de literatura infantil y juvenil, nos aproxima al destino, la juventud, el valor y el amor. Destacar que, en la obra impresa, se recogen numerosas referencias a títulos de la literatura clásica, desde El señor de los anillos, hasta Hamlet.
Por último, un consejo: no desmerezcan el arte sea cual sea su origen, no olviden que tanto las palabras, como las imágenes, proceden de lo más profundo de nuestra imaginación.
A lo largo de estos días de juerga, además de deshacer los hepatocitos durante las tardes mutadas en noche, después de las comidas, me propuse recuperar energía disfrutando con obras del séptimo arte, eso sí, como el cuerpo no estaba para películas de mucho discurrir, preferí deleitarme con un ciclo del director Hayao Miyazaki, que dicho así, tan árido, seguramente os sonará a pocos… Hayao Miyazaki es uno de los directores más aclamados de cine japonés de dibujos animados -género manga-. Entre sus obras destacan El viaje de Chihiro, La princesa Mononoke o Ponyo en el acantilado. Descubriendo a este artista, esta feria, me he topado con dos sorpresas, Cuentos de Terramar y El castillo ambulante, dos ejemplos de unión entre cine y literatura juvenil, un binomio casi necesario.
El primer título bebe del mundo fantástico de Terramar, creado por la escritora Ursula K. Le Guin para ubicar sus novelas La palabra que libera, Un mago de Terramar, Las tumbas de Atuan, La costa más lejana, Tehanu y En el otro viento. Cabe decir que Le Guin es una de las mejores exponentes de literatura de ciencia ficción y fantástica de nuestro tiempo.
La segunda película, basada en la novela de Diana Wynne Jones (Howl’s moving castle), afamada escritora de literatura infantil y juvenil, nos aproxima al destino, la juventud, el valor y el amor. Destacar que, en la obra impresa, se recogen numerosas referencias a títulos de la literatura clásica, desde El señor de los anillos, hasta Hamlet.
Por último, un consejo: no desmerezcan el arte sea cual sea su origen, no olviden que tanto las palabras, como las imágenes, proceden de lo más profundo de nuestra imaginación.
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