Comienzo esta sección de presentación de algunas novedades, a
tenor del parecido razonable que muchas de ellas tienen con otras obras de la
LIJ, bien sean noveladas o ilustradas, que lo mismo da, que da lo mismo. Esto
no quiere decir que esté denunciando un plagio evidente, ya que, como casi todo
lo que se reseña en este lugar, todas ellas tienen motivos de calidad que las
hacen, si no imprescindibles, sí especiales.
Lo que también deben de notar es que, cuando se han leído
muchos libros, es inevitable que unos recuerden a los otros ya que, la
literatura, como cualquier otro proceso inventivo, está basado en los pasos y
avances que los primeros dan respecto a los segundos, por lo que la creación se
convierte en un entramado temporal y miscible de haceres e ideas, que no sólo
consiste en revolucionar los paradigmas, sino en mejorar y actualizar las
creaciones de otros que siguen funcionando entre los lectores.
La primera de estas obras otoñales con semejanzas es El soldado de plomo, del ganador del
Premio Internacional de Ilustración Feria de Bolonia-Fundación SM en su edición
del año 2011, Page Tsou, que como bien supondrán es una adaptación ilustrada
del clásico de H. Ch. Andersen, El
soldadito de plomo, remezclado con imágenes, tipografía y traducciones unas
centenas de veces, entre las que también recomiendo El soldadito de plomo de Jörg Müller (Lóguez).
Además de señalar la calidad de la edición, en la que
destaca el diseño de las tapas (exquisito, atractivo y con gran reclamo
comercial), el formato y la tipografía,
hay que hacer un larga pausa para analizar unas ilustraciones que, además de
imprimir ritmo narrativo a la historia, nos permiten descansar en cada una de
ellas por diferentes motivos como son: la gama de colores cálidos que presentan
(sólo he encontrado un color frío, el verde), los detalles que se camuflan en
ellas, cierto aire nostálgico a caballo entre los años setenta y ochenta, y esa
doble lectura que permiten, en la que el pacifismo final vence al cuento
clásico inicial.
Aunque prefiero la adaptación de Jörg Müller, esa en la que
se prescinde de las palabras, en la que las ilustraciones poseen un lenguaje más
cinematográfico, donde el argumento narrativo está ambientado en nuestros días,
y en la que el mensaje es más próximo al niño (materialismo versus
utilitarismo), diré que ambas realizan un gran trabajo de reinterpretación, que
al fin y al cabo, es de lo que se trata, de seguir caminando.
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