Siguiendo
la estela del barco en el que zarpé el pasado martes, continuaré desollando ese
envoltorio cultural que trasciende poco y suena mucho en estos días de cosas
ligeras y más que insustanciales, en los que la Literatura Infantil y Juvenil
sigue siendo invisible y muy pequeñita... Prueba de ello es que el
reconocimiento mundial de este género, nuestra pasión, monstruos, es
prácticamente nulo. Quizá muchos entendidos literarios dedicados a otras
parcelas del cotarro cultural y ocioso (al fin y al cabo siempre necesitamos un
poco de tiempo para cultivar lo que reposa en nosotros…, y dinero, mucho
dinero…) profieran que esto no es así, que los periódicos de tirada nacional
nos dedican espacios en sus suplementos culturales, que las grandes ferias del
libro de todo el globo siempre apuestan por un hueco para los libros chicos,
que incluso en televisión hay momentos de gloria para la LIJ, que son muchos
pensadores los que hacen referencia a obras cumbres de este género cuando
hablan de cómo se forjaron sus ideas, y que al genial Quino (Joaquín Salvador
Lavado Tejón, Guaymallén 1932), también conocido por ser el padre de esa niña
inconformista de grandes pensamientos llamada Mafalda, le acaban de otorgar el Premio Príncipe de Asturias en su
categoría de “Comunicación” ( pero ¡ojo al panojo!... habría que estudiar
seriamente si los personajes de esta tira humorística, a pesar de ser una gran
reclamo para vender productos infantiles, tienen algo que ver con la literatura
para niños).
Todo
esto, aunque contiene algo de cierto, yo lo rebato con: “¿Para cuándo un premio
Nobel lijero? ¿Para cuándo un verdadero suplemento de literatura infantil en un
periódico de gran tirada y que no tenga como excusa las ventas navideñas? ¿Para
cuándo un Cervantes (y no ese al que llamaron “chico”)? ¿Para cuándo un
programa televisivo dedicado exclusivamente a los libros para niños? ¿Para
cuándo?...”
Pese
a este discursito a favor del álbum ilustrado, del libro de conocimientos o de
la poesía infantil, que me acabo de marcar, olvídense… jamás lo veremos hecho
realidad (a menos que compartiendo esta entrada, este mensaje cale en aquellos
lo suficientemente importantes como para que suceda algo tan extraordinario,
cosa por la que me alegraré infinitamente). Por ello, conformémonos con hacer
que el día de la LIJ sea todos los días, algo que muchos intentamos, no sólo a
favor de una industria que sigue creciendo paso a paso, sino por el placer, la
sensibilidad, la belleza, la sencillez, la pasión, la brevedad, la intensidad, la inteligencia y
la complejidad que encierra cualquier libro para niños, y eso, para mí ya es
suficientemente grande.
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