jueves, 19 de febrero de 2015

Deconstruyendo el premio Bologna Ragazzi


Tras unos días de relax (merecido, por supuesto, que llevo mucha tralla…) y haber ingresado de nuevo en el mundo ordinario, me topo con la noticia de que se han hecho públicos los flamantes ganadores (para mi criterio incluiría a los cuatro en el grupo de “libros de conocimientos”, ¡increíble!) y seleccionados (que también vale lo suyo) del premio Bologna Ragazzi 2015 en sus diferentes categorías.
Tras echarle un vistazo (ustedes pueden hacer lo mismo aquí) y constatar la valía de muchos de los títulos que se recogen (de todos me es imposible, ya que geográficamente me es difícil estar al tanto de todas las novedades del mercado internacional), surge en mí el debate ya clásico, en el que los premios y toda una suerte de factores e intereses se ve involucrado. Y a eso me dedicaré hoy…


A pesar de que los jurados de los premios internacionales se seleccionan con bastante criterio y la mayoría de las veces no pertenecen a grupúsculos sectarios, ni al poderoso sector editorial, hemos de ser conscientes (igual que ellos) que sus decisiones influyen notablemente en el mundo LIJ. En tres palabras: cortan el bacalao… Por ejemplo: ¿Acaso no se han fijado en la destacada presencia  de autores e ilustradores asiáticos, latinoamericanos (¡viva!) y árabes en las últimas ediciones del citado premio…? Europa y Norteamérica, inventores y grandes productores de libros para niños, quedan relegados a la cola en pro de nuevas visiones de este arte literario llamado álbum ilustrado, algo que, quizá tenga un cariz renovador y transgresor, o que quizá esté relacionado con el emergente –en ocasiones boyante, como el caso de China- mercado editorial en el ámbito de estos países (es decir, intenciones oportunistas en base a criterios mercantiles… Soy un malpensado…, lo sé).


También hemos de sumar que, como en cualquier otra labor donde los intervinientes son humanos, existe un sesgo hacia los gustos y preferencias de los integrantes (en este caso del jurado) a la hora de realizar la selección de los títulos, cuestión de la que es fiel reflejo el elevado número de libros donde las técnicas digitales, el grafismo y el tratamiento de imágenes están presentes. Esta es la clara evidencia de que, por un lado, el mundo del diseño gráfico se ha introducido irremisiblemente dentro del álbum ilustrado (los tipógrafos, los diseñadores industriales, los publicistas, e incluso los arquitectos, también necesitan comer…), y por otro, que esta es la era de la ilustración tecnológica (¡Bienvenida sea!... con resignación).


Si se fijan, también se percatarán de que la mayor parte de las editoriales representadas en esta selección se podrían incluir dentro de las llamadas editoriales independientes, es decir, empresas pequeñas que, alejándose de los cánones preestablecidos por la Literatura Infantil clásica, publican títulos que se aproximan a nuevas historias y transgresoras visiones a través de formatos cuidados y una distribución restringida. Esta realidad se puede deber a dos razones: La primera es que lo minoritario aporta credibilidad a la independencia de juicio, lo desconocido nos sorprende, lo diferente nos atrae. La segunda razón es que si las grandes casas ya se comen su gran ración del pastel, ¿por qué no dejar que las minúsculas se alimenten de las sobras?
Polémicas aparte considero que, en premios de esta categoría (internacionales y reputados) deberían quedar recogidas todas las editoriales que configuran la gran familia “lijera” y reconocer la excelencia tanto de gigantes, como de sus hermanas pequeñas… ¿Acaso SM, Anaya, Harper o Random House no publican buenos libros?


Por último, me gustaría llamar la atención sobre un aspecto en el que hago hincapié frecuentemente: ¿Comprar los derechos de publicación de uno de estos títulos (sobre todo de las menciones) garantiza el éxito?... Aunque se vendan bastantes ejemplares a tenor del renombre que ha adquirido un título, probablemente no trascienda entre los lectores (que se lo pregunten a muchos editores que se han arriesgado a ello). No se olviden que hablamos de libros para niños, un público que, aunque exigente y sensible a todo lo que le rodea, se relame con cosas sencillas y poco rebuscadas, sin dobleces y directas que, en muchas ocasiones se alejan de estas obras de arte que reconocen los adultos en pro de la buena marcha de la industria.
No obstante, disfruten de estos libros. Seguro que merece la pena.

4 comentarios:

Sàlvia dijo...

Muy, pero que muy interesantes reflexiones.

Besadetes

Zunilda dijo...

Me parece muy interesante lo que tu planteas.Realmente debemos reconocer que la era digital nos invadió y nos encontró desprevenidos a muchos. Gracias por tus opiniones.Zunilda

Pilar Mandl dijo...

En todos los premios hay intereses creados.
Me parecen muy buenas tus reflexiones, aunque los ganadores, o al menos los que has mostrado no me parecen nada transgresores o innovadores...

Román Belmonte dijo...

Sálvia, Zunilda, me alegra saber que os han gustado estas reflexiones.
Pilar, respecto a la transgresión o innovación decirte que estoy totalmente de acuerdo contigo, pero quizás el jurado no piense lo mismo... Para ello deberíamos conocer sus criterios, algo que es difícil. En cualquier caso comentarte que solo concursan aquellos títulos que son remitidos por las editoriales para tal efecto, no todos los libros publicados durante el año 2014. Otro factor a tener en cuenta.
¡Un saludo a todas!