lunes, 28 de abril de 2008

Frederick



Soy crédulo. Es irremediable. Crédulo e imbécil. Muchos pensarán que son dos características bastante negativas, pero a mi parecer son dos magníficas cualidades. El crédulo tiene gran fe en los demás, en lo cierto de lo humano, cree en lo tangible de esta especie, la humana, su existencia y consecuencias. Y la imbecilidad tiene suma importancia: los imbéciles no sufren, viven despreocupados de todo lo que les rodea, permanecen alegres en los límites de su ser y estar. Como los perros recostados al sol de enero existe el imbécil, sin juicio ni sinapsis nerviosas que consuman calorías. 


No sé a que viene este discurso absurdo-dialéctico… Simplemente pretendía escribir sobre uno de mis libros favoritos, por no decir El Favorito. Frederick me fue presentado por una bibliotecaria, mi amiga Amparo, hace unos años y, desde entonces, Frederick y yo nos seguimos abrazando de vez en cuando en una lectura sencilla, cálida y soberanamente agradable. 
Frederick es uno de los motivos por los que sonrío todas las mañanas, por los que me lleno de autoestima todos los atardeceres y desbordo de voluntad al día siguiente. Puede parecer absurdo que un libro tan sencillo te embriague de ese modo, pero en su sencillez reside también su éxito. Un servidor gusta de lo sencillo, lo inteligible, lo cercano y lo radiante. Sí, porque Frederick es radiante. Es ese ratón que recoge rayos de sol para los días de invierno, también colores para los días grises y palabras para poder conversar mientras cae la nieve afuera. 


Desde la inversión moral de la fábula archiconocida de La cigarra y la hormiga, Leo Lionni nos muestra la cara amable de la vida, enfrentando el realismo al idealismo, alzando la autoestima por encima de otros valores, abogando por la virtud de compartir la utilidad de lo material y la belleza de lo intangible.
A veces me siento Frederick, por ello, lectores (denoten ese aire solemne), os regalo las palabras, riego con el sol vuestra sonrisa y empapo de colores esas miradas cada vez que visitáis este espacio. 
Lo dicho... ¡Seré crédulo e imbécil!


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