Conforme uno va haciéndose mayor (me gusta más la palabra viejo, pero con tal de no ofender…), se da cuenta de que las vacaciones se resumen en no hacer nada a disgusto.
Es cierto que en los últimos años, quién no tomaba un avión parecía condenado a pasar unas vacaciones sumido en la miseria. Mentira y gorda si nos percatamos de que muchos de esos nuevos ricos que surgieron en los años de bonanza, se dedicaban a pasarlas canutas vomitando en los cruceros a lo largo del Mediterráneo o durmiendo en los aeropuertos de medio mundo mientras un servidor descansaba a pierna suelta tras pasar las tardes leyendo un libro, en la piscina o dando un paseo.
También interviene en el asunto esa falsa idea extendida entre la gente que nos dice que si no viajamos viviremos condenados a la ignorancia y a una vida vacía, comentario que me paso por el forro a buena cuenta de muchos azacanes que se pasan quince días del año fardando de su polo Lacoste® atestado de lamparones, echando fotos a diestro y siniestro y comprando chiches en cada parada.
Y como este año pienso pasar unas vacaciones estupendas sin moverme de casa, les dejo con una de esas historias cotidianas y divertidas que, aunque no pasen a la historia del libro-álbum, bien vale ser reseñada en un espacio como este, 22 Huérfanos, de Tjibbe Veldkamp y Philip Hopman (Fondo de Cultura Económica). Con unas ilustraciones vivarachas y coloridas -muy anglosajonas diría yo…-, 22 Huérfanos cuenta la amable ocurrencia de un grupo de niños que viven en un orfanato regido por una estricta directora… ¡Y no cuento más!
Es cierto que en los últimos años, quién no tomaba un avión parecía condenado a pasar unas vacaciones sumido en la miseria. Mentira y gorda si nos percatamos de que muchos de esos nuevos ricos que surgieron en los años de bonanza, se dedicaban a pasarlas canutas vomitando en los cruceros a lo largo del Mediterráneo o durmiendo en los aeropuertos de medio mundo mientras un servidor descansaba a pierna suelta tras pasar las tardes leyendo un libro, en la piscina o dando un paseo.
También interviene en el asunto esa falsa idea extendida entre la gente que nos dice que si no viajamos viviremos condenados a la ignorancia y a una vida vacía, comentario que me paso por el forro a buena cuenta de muchos azacanes que se pasan quince días del año fardando de su polo Lacoste® atestado de lamparones, echando fotos a diestro y siniestro y comprando chiches en cada parada.
Y como este año pienso pasar unas vacaciones estupendas sin moverme de casa, les dejo con una de esas historias cotidianas y divertidas que, aunque no pasen a la historia del libro-álbum, bien vale ser reseñada en un espacio como este, 22 Huérfanos, de Tjibbe Veldkamp y Philip Hopman (Fondo de Cultura Económica). Con unas ilustraciones vivarachas y coloridas -muy anglosajonas diría yo…-, 22 Huérfanos cuenta la amable ocurrencia de un grupo de niños que viven en un orfanato regido por una estricta directora… ¡Y no cuento más!
4 comentarios:
Qué gusto me da entrar en tú pagina y ver libros que siempre me encantan.Totalmente de acuerdo con que las mejores vacaciones son esa en que no haces nada a disjusto.Bs.Encarnita
Si te sirve para reforzar tu argumento, hace un par de semanas entrevisté a Diana Krall y le pregunté qué proyectos tenía para después de su promoción y antes de su tour veraniego... y me contestó que arrellanarse en un sillón cómodo y no saber nada de nadie durante una semana. ¡Viva la inactividad!
Gracias por los comentarios. Rosa, ¡me haces sentir importante! ¡Diana Krall y un servidor compartiendo puntos de vista!. Encarnita, muchas gracias por el libro del otro día.
Un beso pa' las dos.
"Com en casa, res" / Como en casa nada. Yo tengo un montón de libros para leer y me he anotado este que recomiendas, que no lo conocía.
Y mientras llegan... besadetes
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