Verdaderos remansos de paz, los cementerios se están ganando su merecido puesto en las guías de viaje, ya que cada vez son más los osados que dejan atrás los prejuicios y se internan en los jardines de lápidas donde descansan las ánimas. El cementerio judío de Praga, el de Roncal o el cementerio inglés de Málaga son de mis favoritos pese a que ya son dos las amistades que me han advertido sobre los camposantos polacos, alarde de exuberancia floral y sentimiento católico.
Por todo ello y, avisándoles de que el que aquí suscribe no es muy dado a dar o recibir pésames, he decidido hacer público mi dolor por la muerte del Señor Pájaro, verdadero protagonista de la historia firmada por Komako Sakaï y Kazumi Yumoto (editorial Corimbo), un álbum ilustrado que no sólo se centra en las pompas fúnebres, sino en lo que viene después: el replanteamiento de la existencia, la soledad o el reemplazo del ser querido. Si les digo la verdad, es un libro completo. Y por si fuera poco, me he enamorado de una ilustración en la que durante el entierro, las siluetas de El oso y el gato salvaje (así se titula) se dibujan en el bosque tras las cortinas del sol.
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