Tras la impronta que dejan los derbis futboleros en este país, creo que va siendo hora de pisar el firme y caer en la cuenta de la dramática situación que se va a instaurar en España, no sólo durante este adviento, sino en meses venideros: el paro crece irremediablemente, no nos gastamos ni un céntimo en el Carrefour y el pequeño comercio se atiborra de carteles fosforescentes que rezan “Se traspasa” o “Cerrado por obras”, pruebas inefables de que la cosa está muy mal. Eso sí, tontería que no falte, empezando por el primero y terminando por el último de los habitantes de este “dichoso” país.
Lo cierto es que después de los “acontecimientos catalanes” (llamémosle así), me parece una gran torpeza que al de la ceja no le canten las cuarenta. Y ya que los españoles somos incapaces, por vivir en la Babia del paro y las subvenciones, que al menos los llamados “barones socialistas” hagan lo propio en aras de ese dicho que reza “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”… Decapitar al gobierno (hablo en sentido figurado) se me figura pertinente, ahora y en el medievo, aunque sea sólo por renovar la sangre vieja y dejar que otros chupen del bote y la carroña, y demuestren esa imaginación sin límites de la que buena gala hacen.
Sí, sí…, ya sé que ese señor no salta ni con aguafuerte, pero al pollo viejo que el ala le va oliendo hay que retorcerle el pescuezo, cosa fácil cuando la gallinácea se agazapa ante el peligro, no tanto cuando es volandera y se resbala como las comadrejas.
Aves y mustélidos aparte, es más que evidente la soberbia de este zorro, que confina a quién le desagrada, verbal o físicamente, al destierro político… Esperemos que no le dé por maleficios y otras artes de nigromante y empiece a parecerse a esa Reina Anchoa que por malinterpretar su sueño, condenó al Gobio a una fisonomía poco agraciada… Y sin más ensañamientos, les recomiendo sin titubeos este bonito cuento del coreano Jin Joo Chun al que acompañan las ilustraciones –reconozco que realmente bellas- de Yan Hye-won y editado por la editorial argentina unaLuna.
Lo cierto es que después de los “acontecimientos catalanes” (llamémosle así), me parece una gran torpeza que al de la ceja no le canten las cuarenta. Y ya que los españoles somos incapaces, por vivir en la Babia del paro y las subvenciones, que al menos los llamados “barones socialistas” hagan lo propio en aras de ese dicho que reza “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”… Decapitar al gobierno (hablo en sentido figurado) se me figura pertinente, ahora y en el medievo, aunque sea sólo por renovar la sangre vieja y dejar que otros chupen del bote y la carroña, y demuestren esa imaginación sin límites de la que buena gala hacen.
Sí, sí…, ya sé que ese señor no salta ni con aguafuerte, pero al pollo viejo que el ala le va oliendo hay que retorcerle el pescuezo, cosa fácil cuando la gallinácea se agazapa ante el peligro, no tanto cuando es volandera y se resbala como las comadrejas.
Aves y mustélidos aparte, es más que evidente la soberbia de este zorro, que confina a quién le desagrada, verbal o físicamente, al destierro político… Esperemos que no le dé por maleficios y otras artes de nigromante y empiece a parecerse a esa Reina Anchoa que por malinterpretar su sueño, condenó al Gobio a una fisonomía poco agraciada… Y sin más ensañamientos, les recomiendo sin titubeos este bonito cuento del coreano Jin Joo Chun al que acompañan las ilustraciones –reconozco que realmente bellas- de Yan Hye-won y editado por la editorial argentina unaLuna.
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