No sé qué me pasa pero la inspiración me rebosa por las orejas, cosa rara ya que, desde hace unos días, me atiborro a antiestamínicos para caballos y hacerle frente así a los estragos que causan las gramíneas: alergias, un clásico primaveral… Llamo su atención sobre este detalle porque, si tenemos en cuenta que dichos fármacos provocan somnolencia al tiempo que ralentizan el ritmo encefálico, es bastante llamativo que un servidor maquine ideas a la velocidad del churro.
Que si voy a hacer esto, que si escribo de lo otro…, vamos, que el arte se me rebela, está que muerde y no hay quien le enganche el bozal... Menos mal que uno se conoce y, al final, todo quedará en pájaros volando y cuentos de lechera, terminando inerte sobre el mullido sofá mientras ejercito tarso y metatarso sobre el mando a “distán”. ¡Qué perrería, señor!
Lo que más me congratula es que, con tanto brío imaginativo, me he topado con la agilidad del grafito sobre el papel, con esa gracia que tienen muchos para plasmar con cuatro líneas la magia de los objetos, con el boceto. Les parecerá nimio y hasta estúpido, pero para un amante de la pintura como yo, dar con la curvatura justa de los trazos y transmitir así una impresión, se traduce en sentida alegría.
Y con tanto sentimiento artístico, sería casi pecaminoso el dejar de recomendarles uno de los mejores álbumes ilustrados editados durante la presente primavera y que lleva por título Para hacer el retrato de un pájaro, un poema de Jacques Prevert e ilustrado por Mordicai Gerstein (Faktoria k de libros), la coqueta y poética lección de pintura que todos, artistas o no, llevamos dentro…, como el trino de los jilgueros.
Que si voy a hacer esto, que si escribo de lo otro…, vamos, que el arte se me rebela, está que muerde y no hay quien le enganche el bozal... Menos mal que uno se conoce y, al final, todo quedará en pájaros volando y cuentos de lechera, terminando inerte sobre el mullido sofá mientras ejercito tarso y metatarso sobre el mando a “distán”. ¡Qué perrería, señor!
Lo que más me congratula es que, con tanto brío imaginativo, me he topado con la agilidad del grafito sobre el papel, con esa gracia que tienen muchos para plasmar con cuatro líneas la magia de los objetos, con el boceto. Les parecerá nimio y hasta estúpido, pero para un amante de la pintura como yo, dar con la curvatura justa de los trazos y transmitir así una impresión, se traduce en sentida alegría.
Y con tanto sentimiento artístico, sería casi pecaminoso el dejar de recomendarles uno de los mejores álbumes ilustrados editados durante la presente primavera y que lleva por título Para hacer el retrato de un pájaro, un poema de Jacques Prevert e ilustrado por Mordicai Gerstein (Faktoria k de libros), la coqueta y poética lección de pintura que todos, artistas o no, llevamos dentro…, como el trino de los jilgueros.
1 comentario:
Lo hemos buscado en la Feria del Libro y nos lo hemos llevado como quien encuentra un tesoro... Es bello, es libre, es aire en los pulmones,...
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